Nuestra materia Procesamiento de Datos en la UBA, tiene sus héroes y sus entenados. Como toda organización que se precie. Trátese de una revista o de una empresa, de una organización sin fines de lucro o de una aventura sin fin.
Por ello tenemos santos patrones, como bien eligió la revista Wired de McLuhan, a quien en su momento la augusta publicación convirtió en el suyo. Entre ellos están obviamente las figuras señeras que pueblan los cuadernillos de la cátedra, las discusiones de prácticos, los seminarios de formación de docentes y nuestras propias lecturas, recuerdos formativos de infancia y otras yerbas.
Cada tanto, sin embargo, una figura muy atípica, que no está directamente ligada a nuestras preocupaciones asoma en el horizonte y nos sorprende con su mirada y enfoque, con sus distinciones y productos, con sus libros y enseñanzas.
Donald Norman pertenece a este listado de locos geniales -ortogonales a nuestras preocupaciones tradicionales (con 586.000 referencias en el buscador Google no es precisamente un desconocido).
Norman es un entusiasta tecnológico decepcionado por la complejidad innecesaria de los productos que existen hoy en día. Su objetivo, en vez de criticar impune y abúlicamente a la tecnología como lo hacen diariamente filósofos y sociólogos, es humanizarla, volviéndola invisible, reemplazándola por una familia activa de aplicaciones de información centrada en los seres humanos.
El hombre, como que despliega muchos sombreros, tiene varios sitios en donde nois invita a conversar con él. Su sitio oficial académico (donde jnd quiere decir just noteable diference, el mínimo de diferencia que hace una diferencia) está lleno de papers y de ideas siendo los mas recientes Algoritmos del papel higiénico, no sabia que había que ser un licenciado en computación para usar papel higiénico; El diseño de menúes en los DVD, los fracasos del diseño de webs recreados otra vez, y Los peligros del Teatro Hogareño.
También podemos visitar su sitio como consultor o revisar el listado de los libros que ha escrito junto a sus socios Jakob Nielsen y Bruce Tognazzini ver . Su próximo libro será The Future of Everyday Things (El futuro de las cosas cotidianas) pudiendo consultarse una entrevista a propósito del mismo en Ubiquity una revista y foro de la Association for Computing Machinery.
Norman está trabajando en esa obra en donde menciona varias lineas de percepciones, partiendo de la atadura que sufrimos con los celulares y su posible incorporación dentro de nuestro propios cuerpos.
Sin embargo el aspecto mas interesante de lo que viene de la pluma de Norman es la problemática de la emoción y del afecto.
Para Norman una emoción tiene tres dimensiones. La primera es su dimensión de estudio científico, la segunda es su despliegue, que tiene una importancia crucial en las interacciones. La tercera remite al impacto emocional que los aparatos tienen sobre nosotros.
Como los afectos cambian el modo en que el cerebro procesa la información si hacemos algo mas agradable los objetos se volverán mas fácil de usar.
Según Norman la comunidad de diseñadores especializados en usabilidad hasta ahora ha prestado escaso o nula atención a la belleza, la alegría o el placer. Por eso está entre sus cometidos inmediatos hacerlo él y su equipo de colaboradores. Es tan fuerte como esta cuestión están pegando en quienes quieren escuchar, que está pensando en cambiar el título de su próximo libro y retitularlo Emoción y Diseño.
Un excelente ejemplo de consideración de los intereses lúdicos y gráficos del usuario es precisamente la página Gratuitous Graphics del propio Norman.
Con la usabilidad, el afecto y las emociones está pasando lo mismo que con otras problemáticas anteriores de disociación entre lo cognitivo y lo afectivo. Durante milenios -a excepción de algún chiflado- ambos andariveles (centrales) de la vida humana anduvieron descuajeringados, por ello es mas que bienvenido que personajes como Norman se hayan decidido a tratar de integrarlos.
Norman actualmente esta trabajando con robots (como Rosalynd Picard ) para dotarlos de emociones (frustración por ejemplo) a fin de que se despierten de sus sueños preprogramados y sean capaces de innovar e inventar nuevos comportamientos y actitudes.
A quienes lo critican insistiendo en que lo mejor que se puede hacer con un robot es dotarlo de algoritmos, Norman insiste en que las emociones humanas también son una forma de algoritmos.
Los seres humanos tenemos dos sistemas de procesamiento de información. Uno es cognitivo, y nos sirve para interpretar y entender al mundo. El otro es el afectivo que nos permite evaluar al mundo, ejerciendo rápidos juicios de valor, positivos o negativos. Ambos sistema funcionan en forma diferente. El sistema de los afectos trabaja mediante la difusión química. Pero al hacerlo -como bien lo señalo Antonio Damasio, modifica los parámetros operativos del conocimiento. Este ultimo sistema trabaja en cambio mas lentamente, usando señales eléctricas.
Aunque los argumentos que usa son relativamente refinados el punto clave de la nueva obra de Norman es que no hay duda de la presunción de sentido común según la cual estamos en condiciones de resolver problemas difíciles cuando estamos contentos o neutros, y que nos cuesta mucho mas hacerlo si estamos enojados.
Lo concreto es entonces que el cerebro cambia cuando estamos contentos y permite que los objetos agradables sean mas fáciles de usar. Podemos pensar global y creativamente cuando estamos contentos, y en cambio somos unos troncos para pensar y hacer cualquier cosa cuando estamos sometidos a grandeds dosis de stress (como es el ambiente natural y el estado natural de las personas en la Argentina).
Norman -sorprendentemente- hace poco que se dio cuenta de que los estudios de usabilidad estaban restringidos a los aspectos cognitivos del uso. Estos curiosamente siempre pasaron por alto sistemáticamente las emociones y los afectos, a las cuestiones vinculadas con el juicio o la elección.
Esta veta se liga a otro aspecto en el que Norman también está trabajando siguiendo los pasos de la economía del entretenimiento y de la atención. Según Norman el entretenimiento de mediano y largo plazo cambiará en forma dramática respecto de lo que conocemos (y aporceiamos o gustamos) hoy en día.
Según Norman el uso de juegos y simulaciones afectará hasta el modo en que escuchamos las noticias, donde gran parte de su formato y contenido hoy ya es falso, simulado o fingido. ¿Cómo sabremos la diferencia entre esta mitad ya falseada y su total manipulación al estilo de Truman Show en el futuro proximo?
El otro aspecto importante de su trabajo está referido a un nuevo género de literatura, de juegos de aventura y de juegos divinos como llama Norman a los juegos el estilo de los Sim.
Los juegos tendrán vida propia. Empezarán a llamarnos por teléfono -delira Norman-, jugarán cuando no estemos presentes, e irán imbrincándonos en una forma de literatura interactiva.
A pesar de todo su entusiasmo Norman es cauto y no cree que ni siquiera los juegos de video que tendremos dentro de 10 años cambiarán la forma en que pensamos. Pero sí está convencido de que los simuladores y los tutoriales mejorados con algunos componentes de inteligencia artificial cambiarán en forma dramática e irreversible a la educación, lo que es otra forma de acercarnos a esos anhelados cambios cognitivos.
Esta nota fue la editorial del INTERLINK HEADLINE NEWS No. 2668 ISSN 1514-349X del martes 21 de mayo de 2002 con el título Porque debemos tomar en cuenta al deseo y a los afectos en el diseño de nuestros objetos cotidianos.
Sé el primero en comentar