Conocí aJosé Pablo Feinman en los borrascosos años 74. Su vida correría en paralelo a la de Pier Paolo Pasolini a y la de Tomás Abraham, a la mía y a la de muchos otros para quienes la historia no es una dorada manzana del sol y el sentido no es un premio o una dádiva sino un cuento que cada uno tiene que escribir. En esas épocas los alumnos dialogábamos en los colectivos y nos preguntábamos ¿porque leer siempre a Hegel, a Husserl o a Heidegger? De esa primera pregunta salió -en el caso de Feinman- algo mas que una nada. Salió un libro hecho y derecho -con artículos que muchas veces aparecieron primero en la revista Envido– que se llamo Filosofía y Nación. Análisis critico de las principales fuentes del pensamiento nacional.
Tomándonos en solfa a la filosofía y en serio a todo lo demás