Subí pues un piso mas y me encontré con la impresionante obra de Max Beckmann. Jamas habia oído hablar de el, y aunque era estupida la hipótesis, hasta me imaginé que a lo mejor todavia estaba vivo. Sin embargo este genio (desconocido para mi) murió en Nueva York el 27 de Diciembre de 1950, fulminado por una ataque cardiaco cuando cruzaba la calle después de pasar los últimos tres años de su vida en la gran manzana. Se trata de un inclasificable. Atravesado por las fuerzas mas poderosas de la pintura moderna en Alemania (nació en Leipzig en 1884) siempre renegó de los movimientos vanguardistas a los que seguramente debería haber pertenecido.
Tesoros desconocidos
El Centro George Pompidou, una gigantesca caja con las tripas coloreadas a la vista, se creo en 1977. Yo había estado en Paris por ultima vez en 1975 y podía entrever lo que se venia, y me llamaba mucho la atención.
Por eso cuando finalmente volví a París en 1981, escapándome del aburrimiento en el que estaba sumido en Louisville, Kentucky, mientras hacia mi Master en Sistemas, lo primero que hice fue meterme corriendo de narices en Beaubourg.
Y no hubo viaje después -y fueron 5 o 6- a esta bien amada ciudad luz que no estuviera jalonado por una visita, breve o no, al monstruo sagrado.
Así que apenas me baje ayer del avión y dejé mis petates en un coqueto hotel cerca de la Torre Eifell, me colé en un subte, baje al Barrio Latino, haciendo escala en la maravillosa iglesia de Saint Germain de Pres, comí mi sandwich de camambert a las orillas del Sena, acaricie con la mirada a la catedral de Notre Dame, totalmente restaurada.
Y pase por los Teatros de la Ville y de Chatelet y mire a la estatua y cruce la rue de Rivoli, me perdí en las callejuelas en los alrededores de Les Halles y finalmente volví a estar frente a frente a esa majestuosa caja de tubos de colores.
La plaza estaba despejada, había bastante seguridad para entrar, separaron a la Biblioteca Popular por otra entrada y solo se puede entrat al edifcio a traves de un embudo lque nos deja en las taquillas.
No estaba seguro de querer ver exposiciones o exhibiciones permanentes (Y por eso me perdi la que estaban haciendo en el Gran Palais, una comparativa de la obra de Pablo Picasso y Henri Matisse, maldicion!), porque quería llegar a la FNAC alli cerca, para solazarme tanto con los libros como con los encantamientos electrónicos, pero finalmente me tenté y quedé porque habia dos tentaciones grandes.
Una era una instalación de sonido muy grande Sonic Process en la cual se prometía una excursión maravillosa al mundo de los sonidos. Finalmente fui pero fue un fiasco, al menos para mi.
Sin embargo mi entrada de 10 euros para todo uso me regaló dos sorpresas mayúsculas. Una fue la a increíble de enterarme (a mas de 25 años de fundado el Museo) que el Beauburg entre otras funciones cumple la de ser Museo de Arte Moderno de la Ciudad de París.
Por eso antes de subir al ultimo piso para ver la segunda sorpresa que fue la increíble exposición de Max Beckmann, pase un par de largas horas en los pisos 4to y 5to donde hay literalmente centenares de obras maestras el Arte Moderno.
Instalaciones, cuadros gigantes, un jardín en blanco y negro de Dubuffet, una gigantesca cámara frigorífica estampada de azulejos blancos, extravagancias de todo tipo, muchas realmente llamativas tapizan estos miles de metros cuadrados de exposición.
Claro al subir el piso quinto se nos cae la baba. Porque allí en forma permanente hay muchas pero muchisimas obras de Picasso, de Braque, de Cezanne, de Modigliani, de Klee, de Kandisnky y de quienes ustedes quieran mencionar.
Cuando caminamos dentro de Bellas Artes en Buenos Aires un domingo a la tarde vemos dos o tres obras de cada uno de eestos genios colgadas demasiado cerca una de las otras y asi nos hacemos una idea. Pero aquí con centenares de obras para mirar, vemos como los franceses quieren rivalizar siempre con los yanquis, y este eso que este no e un museo especializado (como si lo son L’Orangerie o el reacondicionadoMusee dŸOrsayŸ).
Claro fue una visita a vuelo de pájaro y avara que repetiré con detalle y esmero pero el shock fue impresionante. Pero todavía faltaba lo mejor.
De sorpresa en sorpresa
Subí pues un piso mas y me encontré con la impresionante obra de Max Beckmann. Jamas habia oído hablar de el, y aunque era estupida la hipótesis, hasta me imaginé que a lo mejor todavia estaba vivo. Sin embargo este genio (desconocido para mi) murió en Nueva York el 27 de Diciembre de 1950, fulminado por una ataque cardiaco cuando cruzaba la calle después de pasar los últimos tres años de su vida en la gran manzana.
Hablar de pintura es como danzar de arquitectura (je como lo dijo el extrañado Willy Raffo hace varias deacdas-Internet). Pero engancharse en la obra de este tipo (aunque mas no sea por Internet) merece nuestro inevitable despliegue de energías.
Porque este hombre es inclasificable. Atravesado por las fuerzas mas poderosas de la pintura moderna en Alemania (nació en Leipzig en 1884) siempre renegó de los movimientos vanguardistas a los que seguramente debería haber pertenecido.
Así rechazo al expresionismo (que captura a obras tan potentes como la del noruego Edvard Munch) ya que lo acusaba de exótico y quimérico y alejado de toda incrustación social.
También combatió a la Nueva Objetividad por su realismo intransigente insistiendo en que sus cultores parecían mas periodistas que artistas.
Pero Beckmann fue otro lobo estepario mas y se apoyo tanto en la historia como en sus sueños mas líricos preo también terribles propondiendose como iluminador de la historia humana.
Je viniendo de un país como el nuestro en donde el pensamiento de largo plazo es aquel que tiene por objeto un mes o un año hacia delante tanta las propuestas de Max Beckmannn como las de Pierre Levy en Cyberdemocratie nos suenan a delirios místicos (y que decir entonces de la obra anterior de Pierre Levy titulada World Philosophie en donde también abogaba por una visión del filosofo como necesariamente holista y optimista).
Porque lo que me llamo la atención en la inmensa muestra de Beckmannn -tapizada por una excelente arquitectura donde paredes enteras estaban atravesadas por sus dichos filosóficos mas que llamativos- fue la dimensión moral y filosófica del proyecto estético.
A diferencia de lo que paso en el congreso de la Unesco, en las blabletas de los políticos y en las promesas de los funcionarios Beckmann siempre rechazo el pedagogismo, la hiperexaltacion y cualquier tipo de consignismo barato y berreta.
El modelo de arte para Beckmannn era altamente participativo como un director de teatro que arma la escenografía, pone a los actores en posición y deja que los espectadores escriban el texto de quienes esperan de nosotros para ponerse a vivir/actuar.
Para Beckmann la historia es un rico tapizado de contradicciones y confusiones. Su arte no pacifica sino que trata, al revés, de agudizar las contradicciones entre la cultura y la barbarie, lo masculino y lo femenino y la realidad y le estoda de la que estan hecha nuestras sueños, que en el caso de Beckmannn estaba entremezclada con terribles pesadillas, disfrazadas por dos guerras mundiales que vivio muy de cerca.
Porque Beckmannn fue medico en la Primer Gran Guerra, hasta entonces le había fascinado lo espectacular que describio con distanciamiento y grandiosidad. Asi pasaron ante sus ojos y se convirtieron en obras importantes el terremoto de Messina y el hundimiento del Titanic.
Cuando termino la guerra el futurismo se habia convertido para Beckmann es un chiste malo y su única pregunta era para Dios, a saber porque no era capaz o deseaba terminar con la carnicería que estaba destruyendo al mundo
Cada una de sus obras era una antiplegaria en la que se reprochaba a Dios su inmisericordia. Tratando de reconciliarse -a pesar de la violencia humana- con la divinidad coqueteo en su periodo realista con la visión como la del aduanero Henri Rousseau, adoptando la visión infantil que jerarquiza una linea de visión de los objetos, de acuerdo a su interes la escala de los objetos variaba según su gusto.
En la decada del 30 el artista deja su disfraz de profeta y se pone el de payaso. Beckmannn empezo a ser reconocido en Alemania y viaja frecuentemente a Italia donde algunas de sus obras adquieren una liviandad y ligereza inexistentes en Alemania.
Conocio al fascismo y se muda a París, aquí cerca en 1929, donde vivio 3 años. Sabiendo que sus competidores en el mercado son nada mas y nada menos que Picasso, Leger y Matisse.
De los Tripticos al Final
Un par de obras muy llamativas en las paredes del Pompidou fueron unos gigantescos trípticos. Pinto al primero La Partida en 1932, en donde terminaría condenando el ascenso del nazismo en 1933 (asi como Picasso pinto en 1937 Guernica)
Los tripticos remiten a un mundo dividido y polarizado en donde los cuadros de los extremos describen una realidad rechazada y el del medio generalmente busca una síntesis contrastante abriendo salida para los cierres de los bordes.
Por suerte para Beckmann dejo Alemania en 1937 mientras sus pinturas formaban parte de la exposición nazi Arte Degenerado , que tuve la suerte de ver reconstruida en l Biblioteca Publica de Nueva York hace poco años.
Hasta 1947 vivió en Amsterdam, sus obras se iban complejizando (parece que la decada de los 50/60 tiene sus ventajas, je) incorporando elementos greco romanos, nórdicos e hindúes.
Beckmann agotaba su biografia y se daba cuenta de muchas cosas. Ora era un rey derrocado, ora era un bufón a quien nadie le prestba atención. Preguntas metafísicos eternas conformaban nuevos composiciones monumentales.
Beckmann estaba cada vez mas obsesionado por los juegos y tramas del destino, por el mundo como ilusión, por la vida como teatro.
En 1947 le ofrecieron una cátedra en la Universidad de San Luis, en Missouri, lugar estrambótico si los hay. Beckmannn creyo entrever una nueva salida y pinto tanto Comienza el Beguine como el tríptico Comienzo que esta al final de la exposición en el Beauboug y que son realmente llamativos.
Como Dvorak con la Sinfonía el Nuevo Mundo, Beckmannn empieza a pintar ventanas góticas con mayores colores y transparencias, con trazos mas sueltos, con cierto descuido deliberado que contrasta con los zafarranchos de su juventud.
Su ultimo tríptico se llamo Argonautas y me llamo la atención recorriendo el museo porque Beckmannn en distintos momentos de su vida había pintado persistentemente a marineros. En la exposición hay varias versiones en donde pasamos del realismo inicial a la versiones esfumadas del final de su vida.
Para Beckmann los humanos finitos vivimos en el palacio de los Dioses. Como correspondia a su proyecto de filosofía, el artista debia construir un marco que le diera sentido a la vida humana, Beckmannn se concebía a si mismo como un argonauta a la búsqueda el vellocino de oro, que no es otra cosa que el vivir plenamente la vida (como insiste Luc Ferry -el filosofo frances y actual Ministro de Educacion- en su ultimo libro ¿Que es una vida lograda?).
Resumiendo. Beckmannn me deslumbro, me pincho las neuronas, me quito las lagañas y me dio una chance maravillosa de saber que siguen existiendo novedades, que nuestro desconocimiento es infinito, y que tanto en tiempo presente, pasado o futuro es mucho lo bueno por conocer, saber y sentir mas alla de las fuerzas del olvido y del aburrimiento. Cuando hay tanta gente interesada en hacernos creer que ya esta todo dado y que solo queda vegetar. Enhorabuena.
Esta nota fue publicada originalmente como editoriales n 2845/6 del Interlink Headline News.
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