Carlos Scolari (1963) es Lic. en Comunicación Social (Univ. Nacional de Rosario) y Doctor en Ling‡ística Aplicada y Lenguajes de la Comunicación (Universidad Católica de Milan).
Desde 1990 ha participado como proyectista hipermedial en la realización de numerosos productos digitales en ámbito educativo, artístico y empresarial. Es Profesor Titular de Teorías de la Comunicación y Comunicación Digital en la Universidad de Vic.
Pero sobretodo es un gran tipo. Generoso, inteligente, despierto, bonachon y con un cariño por lo suyo y por los suyos que no se encuentra a menudo. Después de haber pagado el derecho de piso europeo en Italia durante mas de una década, se acaba de mudar a Vic, en las afueras de Barcelona -adonde hace apenas un mes compartí gratísimas veladas con él. Y cuando recién se afincaba tuvo la inmensa suerte de ser invitado a dictar un seminario sobre lo digital en la analogica La Habana -en el marco de la ICOM 2002. El resultado de este hibrido inesperado y colosal se trasluce en estas crónicas que formarán parte de futuras editoriales del Interlink Headline News. A no perdérselas. Contacto.
El Congreso ICOM
Cada dos años se celebra en La Habana el Congreso ICOM 2002, un encuentro internacional de investigadores, estudiantes, profesores y profesionales de la comunicación. Organizada por la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, la edición 2002 de ICOM contó con la presencia de uno 400 participantes de 15 países. Las delegaciones más importantes, además obviamente de la cubana, fueron las de México, Ecuador y Puerto Rico. También había representantes de España, Portugal, El Salvador, Brasil, Perí, Venezuela, Colombia entre otros países. A diferencia de otras ediciones, cuando la presencia argentina -dólar barato mediante- nunca bajaba de 40 o 50 participantes, esta vez fue casi inexistente.
El tema general del encuentro -que se realizó entre los días 9 y 13 de diciembre- fue Información y Cultura ante las convergencias de la era digital: recursos teóricos y destrezas prácticas. Durante el encuentro sesionó también el II Encuentro de Estudiantes de Comunicación Social y el II Coloquio de Estudiantes de Bibliotecología y Ciencias de la Información. Fin de la ficha técnica.
La conferencia inaugural estuvo a cargo de Octavio Islas, del Politécnico de Monterrey. Obviamente, el tema era la cuestión digital y la comunicación. La conferencia -que hizó un vuelo de pájaro por los planteos de Echeverría, Castells y algún otro que me olvidéde anotar- incluyó la presentación de un par de proyectos que se están desarrollando actualmente en México (por ejemplo el http://www.proyectointernet.com.mx o la publicación on-line ).
El discurso de Islas fue interesante por dos motivos. Primero, por lo que dijo: evitando el fantasma apocalíptico o la banalidad integrada, Islas no se refirió a la web como un simple instrumento neutral que, depende de quien lo use (los zapatistas o el gobierno de México), será opresor o liberador. Al incorporar la cuestión cognitiva (la esfera «internetacional» que genera una nueva geografía mental) queda evidenciado que la red, más allá de los contenidos o de los proyectos políticos que se mueven detrás, está por sobre todas las cosas remodelando nuestra forma de pensar, de organizarnos colectivamente y de actuar.
La conferencia de Islas fue interesante además por lo que no dijo: de frente a un auditorio compuesto mayoritariamente por estudiantes, en la coqueta Aula Magna de la Universidad de La Habana, costaba muy poco ganarse al público bajando un discurso hiperideologizado y «revolucionario» -Islas supo evitar la tentación y se mantuvo en un registro crítico.
El acto de apertura incluyó la actuación de algunos jóvenes artistas cubanos (guitarra y voz) y una conclusión a toda máquina con un quinteto vocal que hizo derretir el Aula Magna con un reperterio lationamericano que fue desde Yo vengo a ofrecer mi corazón hasta Alfonsina y el mar, corridos mexicanos, temas venezolanos y cubanos. ¿Por quélos congresos latinoamericanos tienen ese «no se qué» que en Europa no se consigue? ¿Por que los encuentros europeos son friamente aburridos? ¿Será puro formalismo académico? ¿O será culpa del formol que envuelve a la mayor parte de las universidades del viejo continente?
Pasemos a las comisiones.
Los participantes se dividieron en varios grupos con el objetivo de discutir argumentos que iban desde Internet hasta el tema -omnipresente en la comunicología cubana- del periodismo, pasando por la formación profesional de los comunicadores o la práctica publicitaria. La Comisión Internet y Comunicación– estuvo coordinada por Milena Recio (Universidad de La Habana y docente en el Master on-line de Enredando) y por el mismo Octavio Islas.
Durante las cuatro mañanas que duraron los debates se escucharon ponencias de espíritu frankfurtiano (por suerte pocas), lecturas críticas de gran espesor (como las ponencias de los mexicanos Guilebaldo López de Oaxaca y Hugo León Centeno de la Universidad Intercontinental) y se presentaron interesantes proyectos digitales (como el portal http://www.culturagalega.org o los videos interactivos de la brasileña Ana Vitoria Brandao). Mi ponencia La sintaxis interactiva – Aportes de la semiótica a una teoría de la interacción digital -un análisis de la sintaxis de interacción desde una perspectiva semiocognitiva- fue bien recibida; si bien el enfoque era muy «microscopico», los presentes demostraron mucho interés en conocer estos aspectos del lenguaje hipermedial. Como siempre, no faltaron las ponencias huecas que sólo se presentan para agregar una línea al proprio curriculum ¿es posible que un panelista con Ph.D. a las espaldas se presente con una ponencia sobre cultura y tecnología sin una definición -por lo menos operativa- de ambos conceptos?
Entre todas las ponencias desentonaron favorablemente la ponencia de Mayra Rivera sobre el cuerpo informático visto desde la ficción massmediática (¿Blade Runner y Matrix nunca nos abandonarán ?) y una encarnizada defensa del derecho de autor a cargo de una profesora cubana. La ponencia de la portoriqueña Rivera era en parte para entendidos (tampoco podía ponerse a contar toda la película en los 15 minutos que tenía a disposición!), y terminó por molestar a algún participante que todavía no había visto la película de Ridley Scott ¿sin embargo nos preguntamos: cómo se puede enseñar comunicación en el siglo XXI sin haber visto Blade Runner?
La presentación de Dolores de Ag‡ero fue antológica: como ya dijimos se trató de una brillante defensa del derecho de autor, entendido como derecho del artista -individual y romántico- tal como se fue conformando a partir de la expansión de la imprenta en el siglo XVI. El problema no es nuevo: ya Cervantes, a principios del 1600, tuvo que lidiar contras las copias piratas y las segundas partes truchas del Quijote. Sin embargo resulta claro que en tiempos de MP3 y de escritura hipertextual colectiva seguir defendiendo una visión romántica e individual del autor es insostenible – y fue así que tuvimos que viajar a La Habana para escuchar una defensa del derecho individual burgués a cargo de una especialista cubana en el tema! De todas maneras, el recorrido histórico sobre el derecho de autor a cargo de Dolores de Ag‡ero fue interesantísimo, y el debate posterior tampoco se quedó atrás. Bueno, la seguimos mañana con La Habana y las otras actividades de ICOM.
Las primeras impresiones de La Habana son contradictorias.
En realidad, toda la semana que duró el ICOM nos pasamos (vi)viendo situaciones complejas, a veces difíciles de codificar. La Habana es una especie de San Telmo multiplicada por mil, con incrustaciones edilicias soviéticas de hormigón armado y algunos barrios muy parecidos al viejo y querido Alberdi rosarino -todo condimentado con vegetación tropical y un deterioro generalizado de las construcciones. Las calles son un muestrario de baches, y las casas -a excepción de los edificios restaurados de La Habana Vieja- están bastante alicaídas. Depende de donde sople el viento, en La Habana el olor del fuel oil -que, supongo, proviene de alguna refinería que se encuentra en la bahía- se mezcla con las frituras de algunos locales de comida. Me marcó mucho esta combinación de fuel oil y cemento armado, quizás los signos más representativos de un modelo de desarrollo industrial que ya forma parte de los libros de historia.
Volvamos al ICOM. Las comisiones del congreso sesionaron en el hermoso campus de la Universidad de la Habana en Vedado, a pocos metros del gigantesco hotel Habana Libre y a una cuadra de la mítica heladería Coppelia, famosa por sus fresas y chocolate
El campus está formado por una serie de edificios en estilo neoclásico (tipo templo griego) alrededor de una placita, donde una tanqueta verde oliva que homenajea a la Revolución nos recuerda que no estamos en cualquier republiqueta caribeña. A pesar de todas las limitaciones -léase embargo económico, falta de fondos y de tecnología, etc.- en el aula adonde sesionaba la comisión «Internet y Comunicación» no faltaban los dos artefactos fundamentales: el cañon y el aire acondicionado. La temperatura afuera rondaba los 25-28 grados, y la humedad obviamente mataba.
Pero ICOM 2002 no se terminaba en las ponencias y debates de las comisiones. A la tarde se desarrollaron varios seminarios de especialización sobre estudios de recepción, tendencias del periodismo contemporáneo, comunicación organizacional, etc. El seminario sobre Teoría y Práctica del Digital Design que organicésalió redondo: 30 inscriptos entre cubanos, mexicanos, españoles, portugueses, brasileños, puertorriqueños y colombianos, mucho interés en todos los participantes y trabajos de proyectacion muy lindos a pesar del poco tiempo (el seminario duró 16 horas). No todos los días -al menos en Italia o España- se encuentra un grupo de universitarios con tantas ganas de aprender (y hacer) y con ese nivel de formación.
La Facultad de Comunicación funciona a unas pocas cuadras del campus, en una hermosa casona en la Avenida de los Presidentes. Como todas las carreras de las universidades cubanas, Comunicación Social -que posee una fuerte impronta periodística- tiene un cupo máximo de ingresantes. Si a principios de los ’90 entraban menos de veinte estudiantes por año, la necesidad de renovar los planteles profesionales de los medios de comunicación ha obligado a elevar la matrícula a casi 50 estudiantes por año. Como en la mayoría de los países europeos y latinoamericanos, también la Facultad de Comunicación de La Habana está viviendo a su manera un boom de inscriptos y debe enfrentar los problemas que todos conocemos, desde la falta de aulas hasta los equipamientos tecnológicos. La «ventaja» de Cuba es que después de tantos años de bloqueo y embargo, arreglarse con lo que se tiene se ha transformado en una filosofía de vida.
Es que en Cuba nada se tira, todo se recicla.
Hasta las cosas más banales -un piñón viejo de bicicleta, un pedazo de cañería del agua, un carburador de un Peugeot 404- se han transformado en objetos de primera necesidad. Si en la comisión «Internet y Comunicación» nos entusiasmábamos hablando de los usos sociales de la tecnología y de la imposibilidad de predecir la evolución de un producto o sistema digital, en las calles de La Habana esa dinámica marca la vida de todos sus habitantes. La tecnología, en Cuba, vive un proceso permanente de resemantización. Todo sirve para otra cosa. No se puede explicar de otro modo el tránsito por las calles de La Habana de un Cadillac del 1955 o un Ford Falcon made in Argentina del 1973. Nos contaron que en algunos talleres caseros se producen de manera artesanal los repuestos para los miles de Lada (réplicas perfectas del Fiat 128) que aún circulan en Cuba; otras veces, se instalan directamente viejos motores soviéticos en los aún más viejos Dodge de los años ’50. E la nave va.
A pesar del embargo y de los límites que plantea la economía de subsistencia, Cuba sigue siendo una usina cultural. En la semana del ICOM se desarrolló también el 24… Festival de Cine Latinoamericano, donde se proyectaron películas de todos los continentes y se repartieron premios a actores reconocidos (como Federico Luppi) y a las producciones vencedoras (entre ellas Historias Mínimas de Sorín). Las interminables colas de frente a los enormes cines de La Habana eran el mejor termómetro de la vivacidad cultural de la ciudad.
El viernes 13 de diciembre el ICOM 2002 se cerró con otro acto a toda música en el Aula Magna de la Universidad. Creo que todos los participantes la pasaron bien y pudieron, en igual proporción, intercambiar ideas y disfrutar de esta hermosa ciudad y de su gente. El decano de la Facultad de Comunicación se despidió con un largo discurso dedicado a los cinco prisioneros cubanos recientemente detenidos en Estados Unidos e invitando al próximo ICOM 2004. Los que no tengan ganas de esperar tanto, podrán darse una vuelta por el congreso de FELAFACS que se hará en Puerto Rico en el 2003.
Ensayismo sustitutivo
No quisiera terminar esta crónica del ICOM 2002 sin algunas reflexiones sobre los estudios de comunicación en América Latina. Hablando con varios participantes (sobre todo de México) quedó bastante en claro que unas de las carencias que presenta la comunicología latinoamericana es la falta de investigación empírica. Esta cuestión -que ya ha sido abordada en numerosas ocasiones por gente como Orozco Gómez– es la que marca la diferencia con las universidades estadounidenses y europeas. En América Latina se escriben muchos ensayos porque hay poca investigación de campo. Orozco habla de «ensayismo sustitutivo»: los comunicadores -y los cientistas sociales en general- cubren esa falta de investigaciones empíricas escribiendo ensayos que, demás está decirlo, a menudo poseen un indudable valor literario. ¿Por quése investiga tan poco? Bueno, la falta de presupuesto es seguramente la causa principal. Habría que ver hasta dónde esta carencia no se ha ido transformando en una ideología profesional. Tampoco habría que descartar otro aspecto: escribir un ensayo es mucho más fácil -y divertido- que hacer una investigación de campo. Podríamos bautizarlo el síndrome de García Márquez. En ICOM 2002 bastaba escuchar las primeras dos frases de una ponencia para darse cuenta si el relator era europeo (español o portugués) o latinoamericano.
Este cruce entre la dimensión narrativa y la esfera científica me parece más que interesante ¿Por quéno leer los textos teóricos desde la literatura? ¿Acaso el libro de Jesús Martín Barbero De los medios a las mediaciones -esa saga del sujeto popular a lo largo de los siglos, desde el lector de la literatura popular de cordel hasta el espectador de las telenovelas- no puede ser considerada una de las mejores novelas latinoamericanas de los años ’80? Hay páginas de Barbero que no tienen nada que envidiarle a las obras de los popes del boom latinoamericano de los años sesenta. Una operación interpretativa de este tipo -de clara inspiración borgeana, y que seguramente le encantaría a un tipo como Piglia- nos permitiría descubrir nuevas lecturas de esos textos y al mismo tiempo desnudar los límites de la producción teórica latinoamericana.
En Europa las cosas no están mejor.
Detrás del seco lenguaje empírico se esconde a menudo la repetición intrascendente del mismo esquema, de las mismas categorías de análisis y metodologías. Esta producción textual es en cierta manera la expresión de la universidad europea, un sistema todavía impregnado de feudalismo en muchas de sus expresiones, donde pocos investigadores o docentes se animan a patear el tablero y proponer nuevas ideas. La mayor parte de los investigadores prefiere regar su propio paradigma, verlo crecer de a poquito cada día para ir comiendo cada tanto uno de sus frutos – hasta el día de la jubilación.
En ICOM 2002 quedó demostrado que, más allá de las ponencias con sabor a Macondo, los trabajos que presentaban experiencias de investigación -estudios de consumidores, análisis de algunos aspectos del lenguaje hipermedial, etc.- o proyectos concretos de comunicación digital -una web dedicada a la cultura gallega, un video interactivo, un portal dedicado a los estudiantes de comunicación- eran recibidos con beneplácito por todos los participantes.
Mis últimos dos días en La Habana los dediquéal turismo. Un viajecito a Pinar del Río para visitar una fábrica de habanos y la hermosa zona de Viñales, con sus viejas montañas cubiertas de vegetación tropical y sus cultivos de tabaco. Y otro paseo por La Habana, con largas charlas con mis amigos cubanos. Ellos me confirman que la economía cubana sobrevive gracias al turismo. El dólar, moneda prohibida hasta hace unos diez años, hoy circula libremente por Cuba. Y todos tratan de acapararse algún billete verde. En primer lugar el gobierno, que hace todo lo posible para aspirar los dólares que circulan por la sociedad (cualquier parecido con otro país latinoamericano es pura coincidencia, en Cuba la educación está garantizada hasta los 18 años y, si bien la desnutrición infantil de a poco se está despertando, todavía no ha llegado a los terribles niveles que se conocen en los ex-paraísos neoliberales).
En el otro lado de la balanza tenemos que poner el esclerosamiento de la estructura estatal, la complejidad burocrática -que se evidencia especialmente cada vez que los cubanos quieren viajar al exterior- y la falta de un auténtico debate abierto sobre el futuro de este experimento social que ya lleva más de cuarenta años de vida. También mis amigos cubanos, adivinen, sueñan y pelean por alguna beca que los lleve a cursar un master o doctorado en alguna universidad europea. Salgo del hotel Vedado por última vez. Caminando por la Calzada de la Infanta o por San Lázaro el paisaje urbano puede ser el mismo de Quito o Lima, la gente incluso puede llegar a compartir las mismas aspiraciones (irse a Miami o comprarse unas Nike) y los cuentapropistas de la calle -estatal o privados que sean- tratarán de venderle a uno la misma artesanía, pero nos queda la sensación de que no es lo mismo. Esta es La Habana, esta es Cuba.
Hola!!!
Estudié en la Facultad de Comunicación, soy cubana y creo que esta es una experiencia muy interesante que se debiera seguir en toda Latinoamérica