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El Plan Marshall al reves y la guerra social

nun1.jpg Estudiar ciencia política

Si había algo que cada vez entendía menos era como podía un ser humano normal e inteligente estudiar Ciencia Política. No es que me que pareciera mejor que estudiara Sociología o Artes combinadas. Ni tampoco Filosofía o Letras o si es por eso Diseño de indumentaria o talabartería. Pero ciencia política…

La verdad es que jamas se me había ocurrido. Pero no vendría mal que se me empezara a ocurrir. Porque, en esta búsqueda desaforada que hacemos por tratar de encontrar a gente que piense por nosotros lo que a nosotros no se nos ocurre ni tampoco se nos da, resulta que en los últimos días he encontrado a 3 o 4 personas, que tienen demasiado que ver con la ciencia política como para no imaginar que allí hay una clave para remediar la impotencia del pensar, camino a desatar los nudos de la razón tradicional, para imaginar mundos distintos, muy distintos de los que hemos sabido conseguir.


Porque cuando hace unos días en la editorial 3244 El primer cuarto de siglo de Punto de Vista hablando de Beatriz Sarlo nos interrogábamos acerca de las teóricas mujeres aparecieron tres, de las cuales dos (Hannah Arendt y Agnes Heller) están bastante mas cerca de la ciencia política que la sociología o de la filosofía mas convencionales

Y mirando mas cerca nuestro del lado de los hombres, y sin conjeturar mucho acerca de afiliaciones y dobleces, resulta que tanto Giorgio Agemben, Toni Negri como el propio Slavoj Zizek, si bien tienen mucho que decir en otros ámbitos, permanentemente revolotean acerca de la ciencia política y de la forma en que hay que pensar de nuevo a la política para recién entonces poder pensar en el sentido mas alto/bajo del termino.

En nuestro país hay dos o tres personas que están mas so menos en lo mismo, a caballo de la sociología y de la ciencia política y que encima ,a partir de distinciones cruciales, logran iluminar un poco nuestra inasible y vertiginosa realidad. Se trata entre otros de Emilio de Ipola, pero sobretodo de José «Pepe» Nun http://

Sabemos que el lenguaje dice la verdad porque sirve para mentir. También sabemos que solo podemos pensar a través de las metáforas y que por eso acuñarlas y revivirlas es parte esencial de la tarea del pensador y del analista.

Por eso antes que recabar papers y libros, en vez de adentrarnos en el uso de filosofemas o en no menos llamativos análisis discursivos, es a partir de dos ideas-conceptos de Nun, que emergieron en una reciente entrevista, como podemos anoticiarnos una vez mas de su enorme poder analítico y de su capacidad de despertar a los conceptos de sus sueños mas dogmáticos.

Porque a diferencia de tantos ritualistas que hablan de la impensabilidad de la Argentina, o de quienes para dar cuenta de lo cotidiano lo resumen muy poco imaginativamente como un empate político eterno o acudiendo a diagnósticos romos, Pepe entiende a la Argentina desvastada de fines del 2003 a partir de dos aportes claves.

Entendiendo lo ininteligible

Estamos volviendo de una guerra social (que es como una especie de guerra fría/caliente intermitente y eterna en nuestro caso) y lo que tradicionalmente se llamó fuga de capitales no es un chiste o una estrategia, sino una operación sistemática de invertir la dirección de los planes de ayuda social a nivel mundial, y de convertir a los ciudadanos comunes en rehenes de los usureros del capital. Así las cosas los argentinos nos hemos convertido en especialistas en hacer planes Marshall al revés.

Pepe la pega por todos lados, es decir le pega a los descerebrados que quieren simplificar todo y que imaginan que Argentina es un país normal, como si existiera la normalidad y encima ésta hubiese tenido el insospechado tino de encarnar por estas pampas.

Llendo al meollo de la cuestión social que encarna actualmente en el fenómeno piquetero, José Nun sostiene que el argumento de que los planes de empleo fomentan la vagancia es falaz. Propone, por el contrario, que las iniciativas productivas de los desocupados sean reconocidas como trabajo asalariado, mediante la generalización de un ingreso ciudadano -lo que nos retrotrae a alguna ideas brillantes de Andre Gorz de hace unos años presentadas originalmente en Metamórfosis del trabajo, demanda del sentido (1988) y recientemente reactualizadas en Miseria del presente, riqueza de lo posible (1997)

Nun se da cuenta de que la molestias que ocasionan los piqueteros a la clase media son mucho menos relevantes que eso otro que descubrieron la socióloga Maristella Svampa y el politologo Sebastián Pereyra en Entre la ruta y el barrio. Biblos. Buenos Aires, 2003 .

A saber que el paso del desocupado a la condición de piquetero implica el paso de la culpa al reconocimiento de una nueva identidad en términos de la lucha contra el saqueo que ha sufrido el país. Criticar a los piqueteros porque hacen política es -como claramente muestra Nun- un argumento circular: quienes están haciendo política son aquellos que descalifican a la protesta social.

La desigualdad es una constante histórica en las sociedades que conocemos

De lo que no cabe duda es de que en todas las sociedades con grandes desigualdades se niega a los sectores subalternos el derecho a hacer política. Porque la desigualdad es una constante histórica en las sociedades que conocemos, pero la protesta, la rebelión, es episódica. Esto indica que ni siquiera la protesta es un recurso que esté libremente a disposición de los desposeídos.

Nun no se come ninguna así que aunque el pasaje a ser piquetero es un salto cualitativo, ello no implica que los piqueteros son el equivalente del proletariado revolucionario de hace cien años, eso sería absurdo.

Y por eso la metáfora que propone Nun es mas que apropiada al establecer una analogía entre los cortes de calle y los cráteres que dejan las bombas después de un bombardeo.

Una ciudad bombardeada tiene cráteres, lugares por donde no se puede transitar. Bueno, aquí estamos viviendo las consecuencias del equivalente a una guerra despiadada, que ha sumido a la mayor parte de la población del país en la pobreza y la desocupación. Los responsables de que esto sea así carecen de autoridad moral para erigirse en los principales críticos de aquello que ellos mismos han provocado.

También Nun muestra con maestría que la mejor manera de someter a los pobres y los desposeídos no es acudiendo explícitamente a los aparatos ideológicos del estado mediante adición sino -por sustracción- privar a los sectores subordinados de elementos conceptuales que les permitan hacer un análisis de su realidad, porque es la falta de explicaciones que permitan ligar la realidad inmediata con la realidad más amplia el mejor mecanismo para la reproducción de un sistema de dominación.

En cuanto al no repudio de políticos desprestigiados como Juan Carlos Romero y Jorge Sobisch otra vez Nun da en la tecla. Porque mas alla del peso del empleo público y el achatamiento de la cultura popular, la gente no va a votar o a un acto por el choripán.

Lo que lleva a subirse a un camión y no a otro es el agradecimiento, la lealtad, un tipo de sentimiento mucho más noble que el que se les atribuye. Que esto lo haga un puntero porque el Estado está ausente es repudiable, pero lo es aún más que esa situación exista y no se advierta que quienes están dentro de estas redes clientelares están respondiendo de una manera bastante digna al que les tendió la mano.

Definitivamente si queremos entender a la Argentina hoy debemos empezar a mirar nuestra realidad como lo que quedo después de una guerra social sin compasión. El Plan Marshall, que permitió la reconstrucción de 16 países europeos, tuvo un monto total de 30 mil millones de dólares. A valores actuales, eso representa 150 mil millones de dólares. Esa es la cifra aproximada de dinero que se ha fugado de la Argentina en estos años, es decir, que tuvimos literalmente un Plan Marshall al revés.

Por eso Nun nos insta a asumir que estamos en una situación muy parecida a la de los países que se tuvieron que reconstruir después de la guerra y aceptemos las consecuencias. En Inglaterra recién se levantó el racionamiento de los alimentos hacia mediados de los ’50 y fue una molestia más grande que encontrarse con una calle cortada.

Pero no. Aquí atosigados por ciclos de bonanza y negrura, por ilusiones mas que infantiles, por redespertares imaginarios y por la ausencia sistemática de categorías para pensar esta realidad contradictoria e hipercompleja, no vemos que no vemos y decimos sandeces al por mayor (multiplicadas al infinito por pregoneros infaustos como Grondona, López Murphy, James Nielsen, Marcos Aguinis y otros por el estilo).

Seria mas que bueno que estos líderes en desopinion y otras generaciones mas jóvenes de deformadores de conciencia captaran las dos o tres categorías centrales del análisis de Nun para que empezáramos a barajar y dar de nuevo y aceptáramos que si tenemos teóricos e intelectuales en nuestras costas, aunque no tengan el aliento o el distanciamiento (entfremdung) de un Adorno o un Benjamin, de un Heidegger o un Husserl.

Pero que los tenemos seguro que los tenemos. Y Pepe Nun es -afortunadamente para nosotros- uno de ellos.

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2 comentarios

  1. Bien por NUN! Siempre se caracterizó por su pensamiento claro.El fenómeno piquetero en estos días divide a los argentinos. Hay en el aire un cierto clima negativo que parece querer barrer el problema bajo la alfomabra. Empezando por el principio los piqueteros no son culpables sino víctimas. La cuestión de la identidad es central. Expulsados del mercado, es imposible «ser» un desocupado. En todo caso uno «est”» desocupado. En cambio se puede «ser» un piquetero. Lo que constituye un reencuentro con la propia identidad.Una opinión interesante es la de Alfredo Zaiat en el Suple Cash de Página 12 La vagancia. Es la vagancia intelectual de aquellos que están convencidos de que los pobres se mantienen en esa situación porque quieren. Es una nota de Alfredo Zaiat que menciona el desafortunado comentario de Monseñor Casareto sobre que los Planes Jefes y Jefas de Hogar «fomentan la vagancia» y la respuesta del sociólogo y profesor de la Universidad de Nueva York Javier Auyero, quien señala que detrás de esa pseudo teoría hay dos acusaciones veladas. La primera es que lo desempleados no quieren trabajar. Algo de esto escribí en Suri.

  2. Gaby Gaby

    Quisiera aclarar algo.
    El dia del asado cuando yo sostuve que no había pensamiento teórico local, me refería a marcos teóricos que permitieran pensar problemas complejos desde las diferentes perspectivas de las ciencias sociales .
    Si bien es cierto que las ciencias sociales adolecen de falta de modelos de pensamiento desde hace mcho tiempo, no es menos cierto que para adoptar un marco teórico siempre miramos hacia afuera, y muchas veces, hacia atrás.
    Sin embargo, no quisiera que quedara en el imaginario de la Cátedra asentado que yo digo que no hay pensadores locales. Nada menos cierto que eso, ya que nuestro país se ha destacado por generar pensamiento «crítico», o buenos analistas, o especialistas en diversos campos de la teoría social.
    Los hay y muchos y muy buenos algunos, como queda demostrado con el excelente post del Profesor Piscitelli.Siempre se pueden agregar nombres, algunos provenientes de la ciencia Política, Natalio R. Botana, por ejemplo, o del plano literario, David Viñas, por ejemplo. Se reedita en estos días el libro clásico de Germani sobre autoritarismo y hay varios otros que sin ser autoridades consegradas han sabido poner su granito de arena a la radiografía de estas pampas.

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