øEs posible interrumpir una guerra desde abajo?
Cuando el siglo XX estaba en sus estertores había gente que aun creia en el heroísmo de las guerras, o en el de la sangre, o en el de la violencia justa, o en el de las guerras santas -intifadas de por medio.
Sin embargo ñy por mas que algunas psicosis colectivas como el nazismo o la Guerra sucia en la Argentina permitan imaginar sin demasiado esfuerzo que hay resistencias menos injustas que otras, o que el derramamiento de sangre ajena es defensivamente comprensible y en términos de supervivencia ocasionalmente indispensable, también puede ocurrírsenos sin caer en el pacifismo ingenuo- que no es tan así.
Porque tanto en el caso alemán fue el poder del enemigo el que finalmente termino con la megalomanía del cabo austríaco, como en el nuestro la descomposición del regimen vino de la mano de la aventura insensata de las Malvinas -y de la correspondiente matanza ejercida por los ingleses sobre soldaditos imberbes.
Sea como fuere lo cierto es que no ha habido gran Guerra o matanza consentida, por mas ordenamiento superior o costo que hubiera que pagar para terminarla, que no estuviera acompañada de una certeza tan convincente como impracticable.
Así como el capitalismo avizoraría de inmediato su fin si todos los trabajadores del mundo se unieran para dejar de formar parte de su modo de dominación al mismo tiempo, lo mismo cabría imaginar de una Guerra en donde los soldados o la carne de cañón de pronto desertaran en forma masiva en ambos frente simultáneamente.
Se trataría es claro de un improbable bellum interruptus, o cortocicuito del ritual de las guerras, que daría por tierra con el empecinamiento mas o menos argumentado de justificar la fuerza de las armas una vez que la política se hubiera agotado previamente.
Pero lo cierto que esa hipotética y salvifica figura de adiós a las armas colectivo ha ocurrido algunas veces en la historia, y si bien como en el caso que ilustraremos hoy, no ha pasado de ser una tregua proclamada desde la base y en contra de las decisiones de la cupula (un presagio de lo que podría hacer Internet un siglo mas tarde al anteponer las estructuras bottom up a las top down) de lo que no cabe duda es de que el interruptus (que hace eco al del cogito) de la Guerra tuvo lugar y sus consecuencias (mas teóricas que practicas) todavía se están sintiendo, aunque muy pocos lo sepan o s einteresen por el tema.
La insólita navidad de 1914 en la tierra de nadie
Lo cierto es que en la navidad de 1914 despues de varios meses de lucha cuerpo a cuerpo en el frente y con un millón de muertos como presagio de lo que seguría, un villancico recorrió todas las tierras de nadie entre los bandos enfrentados, llevó a los soldados de ambos bandos a sellar una tregua contra la voluntad de sus superiores, a trepar de las trincheras y a encontrarse desarmados en esa tierra de nadie sembrada de cadáveres.
Ahí, durante dos días y a lo largo de cientos de kilómetros, miles de alemanes y británicos intercambiaron regalos, tomaron champagne, cantaron villancicos, armaron arbolitos, se cortaron el pelo, jugaron al fútbol, cavaron tumbas, rezaron juntos y enterraron a sus muertos.
La decisión de los generales terminó con esa paz espontánea largamente ignorada por los historiadores y cuya impronta más indeleble sobre la faz de la Tierra es haber hecho mundialmente conocida la canción Noche de paz, noche de amor.
En el flamante La pequeña paz en la Gran Guerra , del que Radar tradujo hace un par de semanas algunos fragmentos, el alemán Michael J¸rgs reconstruyó esos pocos días de paz durante la Primera Guerra Mundial a los que conspicuamente se opuso un ignoto cabo llamado Adolf Hitler.
Nunca antes en la historia de una guerra surgió una paz así, de abajo. Nunca más volvió a repetirse. En 1914 no hubo en la frontera uno o dos casos de paz, en realidad hubo un espontáneo movimiento pacifista a lo largo de cientos de kilómetros y miles participaron de él.
Los alemanes de origen sajón, en lugar de tirar granadas de mano, tiraron tortas de chocolate. Los alemanes les tiraron regalos a los ingleses y recibieron a cambio galletas y corned beef, los otros querian principalmente queso, pan negro y bizcochos.
Sin esperar respuesta, los soldados treparon al alba de sus trincheras. Al principio fueron cientos, pronto serían miles. Se encontrarpn en campos sembrados de muertos, llenos de pozos y cráteres, con enemigos a los que, dos días antes, les hubieran disparado de sólo verlos. La Tierra de nadie se convirtio en la Tierra de todos.
Aunque por orden de arriba la paz no duró mucho, el hecho de que haya tenido lugar es la mejor y más conmovedora historia de Navidad de nuestro tiempo, como dijo el historiador inglés Malcom Brownen en su libro Christmas Truce (1984), el primero que trató el milagro en la frontera occidental.
La paz navideña de 1914 no fue una aparición aislada, sino un movimiento de masas. Eso se pudo ver después de la fiesta. Y se usaron todos los medios para presentarla como un asunto marginal, sin importancia.
Primero se separaron las pilas de muertos por naciones, los ingleses para el lado de los ingleses, los alemanes para el de los alemanes. Después, sin fijarse en las naciones, se repartieron palas entre los soldados para abrir las tumbas.
Interpretaciones posibles, hechos reales
El historiador norteamericano Stanlez Weintraub arriesgó una interpretación en su libro Silent Night: The Remarkable Christmas Truce of 1914 (2002): sólo con la liberación de la NML de los muertos que yacían allí se hizo lugar para que se pudiera dialogar. Recién después del entierro, sobre las tumbas, se pudieron superar los abismos. Sin los muertos no habría habido vida en Navidad. Interrogado acerca de si, además del credo en el nacimiento de Jesús, hubo otra fe religiosa como motivación para la paz navideña, el historiador mencionó una pasión común: El fútbol, que era la religión de la clase trabajadora.
Lo mas interesante es que lo que ocurrido en el frente podría haber pasado totalmente inadvertido en una época donde no había ni mails, ni satélites, los corresponsales acreditados en el frente de la carnicería eran pocos, y a nadie le interesaba demasiado contar exactamente algo que rompía con el molde de lo preestablecido y mostraba que la camaradería, la buena voluntad y hasta el fútbol eran mas importante que el honor, la patria y el dominio.
Si los hechos trascendieron y con el pasar de muchisimas décadas se los pudo reconstruir en inusitado detalle, ello se debió a la miríada de cartas y de notas (incluso de fotografías) que circularon esos dos días y que durante muchisimo tiempo servirían de testigo de hechos tan inusitados como silenciados.
Porque cuesta mucho creer que uno de los hechos mas sustanciales de esta interrupción de la carnicería no fue la tregua en si, sino el destino que muchos le dieron a la misma, jugar un partido de fútbol. Entre los ingleses, el fútbol era la actividad predilecta cuando descansaban del frente en la retaguardia. No había rangos, se jugaba con pelotas de cuero, que para muchos soldados del Reino eran parte esencial del equipamiento de guerra. De arcos se usaban un par de palos de madera, gorros o cascos. Las pelotas vinieron del lado de los anglosajones.
Cientos jugarían al fútbol entre los frentes, y cuando alguien se caía en el barro, pues con uniforme y botas se hacia difícil mantener un juego elegante, lo ayudaba a levantarse su oponente, que en realidad era su enemigo. Pero sólo los profesionales podían hacer frente al piso congelado y lleno de agujeros. Pertenecían al así llamado Footballers Battalion, porque la unidad reunía a los mejores jugadores del Reino. Ganaban todos los partidos contra otras tropas, hasta que la muerte los fue diezmando.
En el diario de los fusileros de Lancashire fue confirmada, los Fritzes le ganaron a los Tommys por 3 a 2 y el partido se jugó con una lata de conservas vacía. Sólo que en circunstancias normales, el tercer gol de los alemanes hubiera sido invalidado: el reverendo Jolly, el eclesiástico del regimiento inglés y referí del partido, no se dio cuenta de que el gol del triunfo fue hecho en una clara posición adelantada. El puntero izquierdo de los sajones lo reconoció después del partido: había sido offside.
Según otras fuentes, es el regimiento de Bedfordshire el que perdió contra los sajones, pero el informe tiene otro final: el partido tuvo que ser interrumpido cuando iba 3 a 2 porque la pelota de cuero se clavó en la punta del alambrado de púa.
El fin de una ilusion
El segundo día de Navidad, no fue tan afortunado como el anterior en lo que al fútbol se refiere. Algunos no lograron conseguir una pelota a tiempo. Otros fueron interrumpidos por los oficiales, o directamente se les prohibió jugar. La guerra no era un juego.
Los oponentes arreglaron para limpiar el campo en los próximos días, llenar los agujeros y jugar el partido en Año Nuevo. Al otro día, domingo 27 de diciembre de 1914, subió la temperatura. El cielo se empezó a poner gris. Empezó a llover, hubo tormentas, el nivel de agua en las trincheras creció, el barro se pego a las botas. El escenario de la NML se vio pronto tan desconsolado como antes de la efímera tregua.
Al día siguiente siguieron circulando mensajes entre las trincheras pero ya eran mas que despedida que de otra cosa y las promesas de disparar a no pegar ya eran solo eso
Treguas en las guerras hubo muchas, incluyendo las guerras peninsulares y de Crimea o la misma guerra civil norteamericana o la sudafricana de los boers en donde se compartieron desde comidas a historias.
El líder de la guerra de guerrillas en Africa del Este Coronel Paul von Lettow-Vorbeck, era conocido por su caballeresca forma de conducir la guerra. Después de humillar a las fuerzas hindu-britanicas en Noviembre del 1914, los líderes de ambos bandos se encontraron debajo de una bandera blanca para compartir una botella de brandy y discutir la estrategia empleada. Sin embargo se creyó que este estilo había desaparecido cuando empezó la guerra mecanizada en el frente occidental
Lo cierto es que el episodio ocurrió, los altos mandos (especialmente los franceses) se chiflaron con los lobos convertidos en corderitos y que la lógica de la paz, o del espíritu navideño, logro permear esa catedrales de la carnicería que fueron las trincheras de la primer guerra mundial.
Pero el milagro no se repitió. Ni en 1915, 16 o 17 (durante los interminables cuatro años que duro el absurdo) se volvieron a dar estas treguas espontaneas. y en mas de una ocasión quienes trataron de reiniciarlas murieron a tiros d los francotiradores rivales.
Que pena, que locura, que absurdo. Un siglo mas tarde ejemplos de esa treguas tampoco abundan y la sed de venganza y de exterminio sigue tan fresca como antaño. No es cuestión de echarle la culpa ni a la biología ni a la cultura, pero si es hora de saber que si no aplicamos nuestras incipientes herramientas para entender la complejidad y diseñar sistemas complejos, seguiremos cometiendo esas atrocidades en donde el reduccionismo y el pensamiento lineal rigen (como es el caso de la guerra y del conflicto) en ausencia de lecturas y políticas mas multidimensionales. En las cuales la interrupción y lo inesperado puedan primar sobre la comodidad de la destrucción y el atavismo de la muerte.
Mas referencias
Silent Night, Holy Night: The Story of the Christmas Truce by The Mormon Tabernacle Choir, Walter Cronkite Shadow Mountain (2003); Book and CD-ROM edition)
Si. Ese incidente fue genialmente cierto. Hubo un video de Paul MacCartney de su época solista (creo que era el tema Pipes of peace, pero no estoy seguro) que reprodujo este hecho.
De experiencias más cercanas, hubo caso de este tipo de confraternidad entre tropas chilenas y argentinas acantonadas en las inmediaciones del Paso de Jama durante la «casiguerra» de la Navidad del 78. Allí, se juntaban a charlar en la frontera y se intercambiaban alimentos, ropa, o medicamentos entre unos y otros. Incluso algunos han dicho que se han prestado la radio para hecer mensajes a sus respectivos «estados mayores».
Efectivamente, hubo una paz espontanea y como menciona Christian, hay un video de Paul McCartney que refleja el partido de futbo y de un britanico y un aleman que intercambian las fotografias de sus mujeres. Lamentablemente el final de la paz no fue tan feliz, pues los francotiradores de ambos bandos reiniciaron la lucha y los batallones britanicos implicados en la paz fueron destinados a otras zonas del frente y encabezaron ofensivas, de modo que sus soldados y oficiales tuvieran una muerte casi segura, como ocurriria. Pero esto nos deja la laeccion de que en todos los hombres, en sus corazones existe una fuerza mas perdurable, sensata y hermosa que el patriotismo, la violencia o el honor: El amor a la paz y al projimo.
esta historia me comueve demuestra que enn la guerra no hay enemigos que asesinar por que todos somos hermanos pero todo esto conyeva por la culpa de unos pocos lujuriosos con poder la guerra es el infierno en la tierra estoy sorprendido por las calamidades que es capas el ser humano solo por uno vacios billetes