“Lunes con un montón de poesía inconclusa / y un racimo de uvas en plena caída. / Hoy nada ocurrirá fuera de aquí; / hay un embrollo abajo cuya finalidad no alcanzo; / en el centro de la multitud la vida / se ha hecho un juego donde es peligroso entrar. (…) Vomito por la ventana hacia el campo social, / contribuyo a la confusión, demoro el desenlace; / nunca me hubiera creído una existencia tan disolvente”.
Otra vez. El hombre casi vivió 79 años y hasta hoy no habia oido hablar jamás de él. Conclusión obvia. Pasa el tiempo y cada día soy mas ignorante. Conclusion mas obvia aun, nos creemos vivos y somos unos gansos. Conclusion menos obvia, ¿quienes se van a ocupar de detectar en viva lo que lloramos una vez muertos, avisándonos en algún tiempo prudencial. Conclusion aun menos obvia que la anterior, ¿cómo reconstruimos argentinidad cuando la pavada verangiega se ha instalando como horizonte de toda reflexión o mal entendimiento posible? Pero en este caso por suerte, a diferencia de otros indistinguidos en vida, el hombre habia tenido su reconocimiento: Primer Premio Fondo Nacional de las Artes, Primer Premio Municipal de Poesía y Primer Premio Nacional de Poesía. Fue uno de los pocos poetas argentinos que logro ver su obra completa publicada: Nuestros días mortales (1958), Contemporáneo del mundo (1962), Las condiciones de la época (1967), Señales de una causa personal (1977), Principios de incertidumbre (1980), Violín obligado (1984), Cabeza final (1991) y Apuestas en lo oscuro (2000). Con el ya son cinco los grandes poetas argentinos contemporaneos que s ehan ido del otr lado: Edgar Bayley, Roberto Juarroz, Olga Orozco y Amelia Biagioni, y ahora solo quedan vivos Leónidas Lamborghini y Juan Gelman.
Referencias en Google al poeta 1220
Anti-rincon del vago Giannuzzi en el Broli argentino