Ser durante 25 años el ojo del poder no es poco mérito y brinda cuando se combinan oficio, agallas, perspicacia y sobretodo sentido común, un anecdotario que difícilmente la palabra pueda empañar. Es el caso de Victor Bugge fotógrafo presidencial desde 1978. Porque gracias a su capacidad de retratar el instante para envolverlo de eternidad contamos hoy con imágenes increíbles. De la Rua con la carta de renuncia ante los ojos, firmando fotos con un papelito con los nombres de las personas a las que le tenía que dedicar su retrato. Una cabeza despegada del torso envuelta a olor a muerte en el recorrido que hizo Alfonsin horas posteriores a la masacre de la Tablada. Videla alzando a una nenita que pasaba por Balcarce 50 en 1978 y que ahora esta estudiando cine y quiere hablar con Bugge. Rodríguez Saá dejándose cínicamente fotografiar con las Madres de Plaza de Mayo que entraban por primera vez a la Rosada. Los extravíos de De la Rúa en la boca de lobos que le inventó Loperfido tinellizándolo para siempre. El increíble encuentro Chacho/de la Rusa después de la renuncia del primero, la representación más genuina de la hipocresía. Ninguno toleraba al otro. Y ahí estaban, cagándose de risa, como si fueran hermanos. Chacho quería volver. Quería ser jefe de Gabinete. Y por eso la sonrisa. Esa sonrisa de los políticos. Increíble ¿no?. ¿Y para que hablar del traje amarillo con que Mendez recibió a Mick Jagger, diciéndole Hola Nick. Si los argentinos somos cholulos y chabacanos, el contagio con el poder potencia y enloda lo peor de nosotros mismos. Este muestrario -que debería ayudarnos a sonreír- nos da vergüenza propia y ajena.
Nota con muestrario de las fotos en la edición en papel de Pagina/12 del 25 de enero del 2004.
Sé el primero en comentar