Muchas mas sombras que luces. La lamentable -e inevitable- idolización post-mortem de Raúl Alfonsin

Parece que el alguna vez iconoclasta filósofo francés Michel Onfray metió la pata de lo lindo. Al insistir en forma poco convincente en que las religiones monoteístas son la base de toda la violencia imaginable, propia y ajena. Según Jorge Aulicino en la edición de la revista Ñ del 21/2/2004 las opiniones de Onfray no produjeron polémica sino estupefacción. La estupefacción deviene de un hecho que la razón resiste por inmenso, temible o irrisorio. Lo mismo nos acaba de pasar a nosotros, pero esta vez el estupefactor no fue un filosofo sino un ex-presidente. Y van de este presidente. Aunque esta vez es la ultima.

Estaban todos de festejo. La plaza estaba atiborrada -aunque yo lo segui por TV un sábado de diciembre del 83, cuando Raul Alfonsin amagando inaugurar una nueva etapa pollítica, hablaba desde el Cabildo dándole la espalda a la casa de Gobierno demasiada invadida por los fantasmas peronistas.

El gobierno alfonsinista fue un bluff de pe a pa. Después de dos años zigzagueantes y defendibles, desde 1985 todo lo que hizo fue de mal en peor, sus dos últimos años fueron nefastos, el abandono de sus funciones 6 meses antes de tiempo, un bochorno y sus negociaciones que le regalaron Menem la destrucción del país, un legado eterno de una cintura política incapaz, inepta y fundamentalmente desquiciada.

Como si no hubiese alcanzado con los desastres de su gobierno -que todavía hoy 20 años mas tarde seguimos pagando-, Alfonsin hace 15 años que nos viene insultando con una recreación mítica de lo que paso durante su mandato. Al mejor estilo de su delfín de la duda, todavía hoy sigue imaginando conjuras y le echa la culpa de todas sus incapacidades a los otros, al vacío, a la nada pero nunca se responsabilizo por las promesas incumplidas ni de la sandeces cotidianas cometidas por el y sus conmilitones.

Si hoy lo rescatamos de cierto ostracismo intermitente en el que lo sume la prensa -a conveniencia mutua- es porque hace pocos días se cumplieron 20 años de la muerte de Cortazar. Y si Alfonsin metió la pata y mal en casi todo, desde hace muchisimo tiempo se sabe que algunos asesores (¿estaría entre ellos el clarividente Dante dueño del quinteto canciller?) lo aconsejaron acerca de la inconveniencia de recibir a Cortazar que en esos momentos deambulaba por Buenos Aires, y que esperaba atónito y expectante que un presidente de los quilates supuestamente democráticos de Alfonsin lo recibiera.

Todo los que estan al tanto del episodio suscribieron siempre esa versión. Y todos -incluso los que en ese momento trabajábamos con los alfonsinistas como fue mi caso junto al subsecretario de la función publica Oscar Oszlak– sabíamos de fuentes bien informadas de este desplante alfonsinista.

Mostrando que los radicales cada día son mas goebbelianos, y que creen que mintiendo a troche y moche (lo vemos en el caso de la ley Flamelco) alguien les creera un milímetro mas, en sendas notas aparecidas en La Nación y el Clarín de hoy en la Capital Federal, algún asesor letrado le escribió a Alfonsin un llamativo panfleto en el cual el ex-presidente desmiente lo sucedido y le atribuya la imposibilidad del encuentro a una irrelevante cuestión de agenda congestionada.

Por si fuera poco insultar nuestra memoria de este modo, este pícaro de la política argentina, se hace el dolido e imagina encuentros espirituales en el mas alla, cuando le toque irse al panteón de los héroes, aunque haciéndose el gracioso imagina estar tan solo un escalón por debajo, de la altura que le corresponde a Cortazar,

No dudamos de que Alfonsin admire sinceramente la obra de Cortazar. No hacerlo lo llevaría a cargar, ademas de las culpas de sus gestiones catastróficas, con una insensibilidad literaria y una incapacidad por reconocer las bondades intelectuales del cronopio mayor, rayana en el analfabetismo

Pero resulta infinitas veces indignante tener que leer que lamentó siempre, y mucho, no poder conocerlo personalmente. Cuando el mismo se ocupó -o peor aun sus asesores que pensaban y actuaban por el- de impedir ese encuentro que hubiese sido histórico.

Nos hace hervir la sangre leer en este escrito -irrisorio si los hay- que al señor Alfonsin le hubiera gustado, como presidente electo y en nombre del pueblo argentino, expresarle el agradecimiento que sentíamos hacia Cortazar por su aporte a la cultura nacional y mundial, y muy especialmente, por su respaldo comprometido en la lucha contra la dictadura.

Para defenderse de la supuesta acusación que le habría endilgado el escritor Osvaldo Soriano, de no haber recibido a Cortázar en diciembre de 1983 tratando de despegarse de la asociación de su persona de las revoluciones cubana y nicaragüense, insiste Alfonsin en que no se habría encontrado con Fidel Castro en La Habana, ni hubiese recibido a Daniel Ortega, o a Ernesto Cardenal, ambos exponentes esenciales de la revolución sandinista, la cooperación bilateral prestada a ambos países, o la formación del Grupo de Apoyo a Contadora, en los albores de su gobierno, de ser anti-izquierdista.

La diferencia parece mínima pero es abismal. Todos estos ejemplos son de lisa y llana política. Alfonsin aun con la visión borrosa que siempre lo caracterizó, creyó ganar algo, o fue forzado por la real politik y le encontró una quinta pata al gato para poder justificar esos contactos.

Pero en el caso de Cortazar no había ninguna obligación y se trataba de un caso de plena y total libertad sartreana recibirlo -cosa que no hizo. Para seguir embarrando lo que ya es un montículo del tamaño y del olor del CEAMSE, el señor Alfonsin nos insulta nuevamente al sostener que habría pecado de soberbia suponer que el era la encarnación de la sociedad democrática y que no recibir a Cortazar no importaba demasiado.

Mas alla de todo esa cháchara vacía y de esas guitarreadas ancestrales a las que siempre fueron afectos los radicales y en especial el señor Alfonsin, el argumento del desencuentro de resultas de no poder ordenar la cantidad de entrevistas, reuniones informales y asuntos que se presentaban, y que a nuestro excelso presidente y colaboradores devoraban cada minuto de sus jornadas sin horario, es una de las patrañas mas escandalosas que he leído en mucho tiempo.

Seria mas que fácil añadir nafta al fuego zapateando sobre todos y cada uno de los párrafos de ese escrito que seguramente quedara entre los bochornos mas grandes de los últimos años -semejante a la lecturas socráticas de Mendez. Quienes crean que me levante con vodka en el parenquima o con ron en el ventrículo cerebral, háganse de animo y lean el texto completo aquí.

NB Originalmente esta nota se titulaba Pusilánime hasta el fin. Alfonsín gaga. Frente a numerosas críticas y disidencias me parece que quienes protestaron tenían razón en algo. Demasiado mala leche en el etiquetamiento. Por eso acabo de cambiarlo. En lo que no discrepo es en una solo punto y coma de lo escrito. Al revés creo, sinceramente, que me quede corto. Justo en estos días cuando asistimos al endiosamiento mediático (tapando en general una gestión que descolló en derechos humanos y en el juicio a la Junta, pero que borró con el codo lo que escribió con la mano, y que llevó a la hiperinflaciòn que garantizaría el retorno del prealfonsinismo vía el menemato), ver estas otras caras de la sumisión al poder, mas que una posibilidad es una obligaciòn.

Mas en esta línea