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El futbol un, ritual que produce el efecto patria

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Salvo alguna excepción -haber nacido en familias pro-escuela Waldorf, tener por padre a algún filósofo post-moderno, aunque a lo mejor esto mas que una garantía sea un pasaporte para el fracaso- la mayoría de nosotros entró al mundo de la ideas y del conocimiento con bastantes muletas y difícilmente pudo sustraerse al binarismo rampante que exige siempre estar a favor de una serie de cosas y concomitantemente en contra del resto y viceversa.

Por eso cuando éramos chicos -como bien decía José Pablo Feinman– categorizabamos a las películas en dos macro-categorías, las de tiros y las de coger.


Con el fútbol nos pasa lo mismo. Los hay que lo aman (la mayoría de los argentinos), los hay que lo odian (la mayoría de las argentinas) y los habemos, los peores -como es nuestro caso- a los que el fútbol nos deja indiferentes.

Es probable que en este caso se nos haya tildado algún gen -aunque no necesariamente el MYH16, que es el encargado de formar una importante proteína de la musculatura mandibular y que aparentemente esta en el origen del aumento de la caja craneana como dice la revista Nature esta semana

Como si ya no fuera bastante molesto estar segregado de las mayorías por ser insensibles a este deporte que es pasión de multitudes, o a ese efecto-masa polarizado que hace que gritemos junto con otras 50.000 gargantas la felicidad de haber ritualmente perforado la valla rival y tantas otras metáforas y figuras retóricas que coronan la actividad llamada ver fútbol (porque jugarlo es otra cosa), acabamos de anoticiarnos de que el fútbol es un ritual de los pocos que quedan en el cual se produce el efecto patria.

La idea es de varios pero se la leímos recientemente a Martín Caparrós, bostero escritor y periodista con olfato sutil para la tribuna y el vestuario. El ostentoso Caparrós es consciente de que llegar a ese grado de apasionamiento por la forma en que once muchachos patean un cacho de cuero es indefiniblemente idiota, pero al mismo tiempo está feliz de poder hacerlo, de poder suspender el juicio durante esos 90 minutos

Para él el fútbol sería una de las pocos encarnaciones de la ataraxia en el mundo de la hipervelocidad y la casi imposibilidad de suspender las creencias.

Lo del efecto patria es realmente interesante y alude al hecho de que en el momento de festejar un gol podemos compartir ese momento de alegría infinita -o infernal- con los seres mas distantes o eventualmente deleznables posibles.

¿O acaso los goles del mundial del 1978 no fueron compartidas con esas imágenes inverosímiles de la Junta Militar alegrándose a mas no poder por lo mismo que nosotros, o al menos todos los identificados con la selección argentina del fútbol?

Como bien consigna Caparros -que el menos tiene el mérito de pensar el fútbol a partir de su propia y exclusiva autobiografía al especular sobre estas cuestiones- se trata evidentemente de un universal limitado a un grupo de pertenencia que habitualmente llamamos patria.

Lo que compartimos es esa estúpida alegría por lo que hacen unos tipos vestidos con los colores de nuestra bandera dentro de un campo de juego. Se produce como una intensidad pavorosa, que es una forma barata de resolver cierto tipo de cuestiones.

Le pasa a Caparros, como a muchos otros intelectuales, por ejemplo a Osvaldo Soriano o a Thomas Abraham ,que durante los partidos se posesionan y entran como en un momento de gozoso descontrol en el que lo único que les importa es lo que está pasando ahí pero, al mismo tiempo y en compensación no se quedan deprimidos o felices una semana. Es algo que se limita muy claramente a ese momento, que les permite dejar de lado todos los razonamientos que conducen a su vida.

Caparros insiste en algo que creo aplicable a muchas otras formas de ocio, esparcimiento o espectáculo. Lo que tienen de mas interesante es esa especie de momento de estupidez absoluta, de suspensión de la inteligencia.

Obviamente para conseguir este nivel de placer y sufrimiento hay que romper cualquier distancia y mediatización. Porque en cuanto aparecen esas mediatizaciones, esas distancias, ni el fútbol, ni el tennis, ni el rugby ni nada tiene sentido

Todos estos espacios son los de la improductividad generalizada. El ubicuo gaspillage del que hablaba Bataille. Se trata de un espacio y de un tiempo en el que sabemos que no vamos a producir, que vamos a perder el tiempo.

Según Caparros el fútbol es una forma estúpida y barata de encontrarse con emociones indefendibles, de las cuales uno no está orgulloso pero que son lo suficientemente fuertes como para justificar el tiempo que uno pierde. Es el espacio de la salvajería feliz. Y no hay tantos. El conoce tres: la mesa, la cama y la tribuna. Y en los primeros dos hay formas de intelección infinitamente más complejas. Uno puede planificar una vida alrededor de lo que hace en la cama o entender la historia del mundo y la cultura alrededor de lo que pasa en la mesa. En cambio, el fútbol no tiene nada de eso. Es bastardo, pegajoso y carece de cualquier prestigio, pero uno la pasa bien, viéndolo y jugándolo.

Lo que Caparros dice displicente- y casi cariñosamente ha generado campos académicos de estudio y le ha conseguido recursos y conchabos a mas de uno en la Argentina y América Latina. En nuestro país han trabajado mucho sobre el tema Eduardo Archetti, Pablo Alabarces que siendo coordinador del Grupo de Trabajo de CLACSO Interesante compilación Futbologías Fútbol, identidad y violencia en América Latina CLACSO, 2003

Una excelente bibliografía sobre el tema se encontrara en Centre for the Sociology of Sport de la Universidad de Leicester

Igual después de haber visto fútbol de chico, de haber sido un buen patadura durante toda mi vida, de ojear fútbol por TV y de eventualmente ir a una cancha, sigo sin sentir nada de lo que habla Caparros y para mi la generación del efecto patria hay que buscarla en otros lados.

Como decíamos hace pocos días a lo mejor en las golosinas argentinas, pero seguramente también en otros consumos y apetencias. Seguiremos buscando.

Publicado enVida Cotidiana

3 comentarios

  1. Pablo Mancini Pablo Mancini

    Estás leyendo Bingo! de Caparros?
    Yo también. Algunos de los panfletos más caprichosos que otros, pero divertidos…

    Preguntemosle a Sebreli sobre el futbol, ese si que despotrica contra ese deporte…pero igual viste como está? medio gaga, politicamente….

  2. ana ana

    cococococo! martincito… jajaja!!!
    Tu gallinita esta disfrutando… river plate sigue siendo el mejoooor!!!
    juego de tilingos que no me gusta…a las mujeres nos deja:indiferentes: nada mas parecido a la frigidez! pero por mi papito Yo como buena gallinita soy de River…jodete Martin. Ana.

  3. ana ana

    Esta es para el autor de la pagina web:
    el itis de filosofitis y de fulbitis es porque tanto la filosofia como el futbol son una enfermedad como la amigdalitis? Perdonen mi Ignorancia!!! Ana

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