Hay pocos intelectuales inimputables en la Argentina. De esos que piensan, hacen política, arman institucionales, se preocupan por la transmisión, nunca hablan de mas, y sobretodo piensan y dejan pensar. En la lista obviamente ocupa el lugar numero uno Beatriz Sarlo. Y después contemos cuidadosamente con los dedos de la mano porque difícilmente llegamos a ocupar una entera y casi seguramente no las dos.
En ese listado de excéntricos, porque en la Argentina el vedettismo es la norma, la facilidad por convertirse en opinólogo un destino, la habilidad de darse vuelta como un guante un defecto genético-cultural, y la rareza de encontrar en el haber del postulante una coherencia a prueba de conversiones intelectuales, la excepción. Pero sobretodo la capacidad de impensar o de pensar contra si mismo es lo que mas falta por aqui.