Quedo pendiente un debate. El disparado por Torcuato di Tella cuando desde la tilingueria que lo caracteriza -y sin haber movido un dedo en casi un año para apuntalarlo- se desprendió de Horacio Salas en la Biblioteca Nacional como si de un okupa se tratara, cuando el mismo lo había sentado a su diestra divina.
Que la Biblioteca Nacional está en catástrofe permanente, y que su inauguración casi un cuarto de siglo mas tarde de lo debido muestran la anemia e inerme situación que la cultura juega es nuestro país es mas que sabido. Y sobre llovido mojado.