1. Un ensayista extraoordinario
Hace mas de un año empece a escribir esta nota, pero del mismo modo como nos pasa con la lectura, otro tanto sucede con la escritura. Por motivos muchas veces insondables, a veces no estamos listos para leer, apreciar, valorar y estructurar algún texto. Por otros idénticos y no menos desconocidos motivos mucha veces no estamos preparados para emitir opinión, sazonar una discusión o discriminar la valía de algún autor periférico -para nosotros-, a pesar de que seguramente es mucha
Sobretodo cuando se trata de autores que no son tan conocidos como se debería y que sin embargo merecerían una atención mucho mas detallada y canónica. Entre ese puñado de semi-luminarias oscurecidas por los estúpidos best-sellers y los clásicos de clásicos, está el gran George Steiner, de quien cada tanto hojeo sus fascinantes conversaciones con Ramin Jahanbegloo (Muchnik, 1994).
Todo lo que escribió Steiner es oro para la mente: Lenguaje y silencio (1958), Extraterritorial (1968), En el castillo de Barbazul (1972), Después de Babel (1975), Martín Heidegger (1978) Antígonas (1984), Presencias reales (1986). Ha sido galardonado con el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en el 2001
Nacido en París en 1929, hijo de judíos vieneses, educado en el mundo, pero sobre todo un sobreviviente del Holocausto, recuerda de muchas maneras al rabino que lo marco para siempre. Ya hace un tiempo que se jubilo como profesor universitario y ahora solo se dedica escribir, incluyendo muchas paginas autobiográficas, y a dar maravillosas entrevistas como las que publico la semana pasada La Nación
Es un hombre de tres lenguas maternas, y aunque extraña las aulas donde paso casi toda su vida esta entusiasmado con las conferencias que dio en Lisboa, Salamanca, Siena, Harvard, Marruecos, Veracruz, recientemente. Espera, dice, un renacimiento filosófico y habla con entusiasmo de la enorme reserva de energía intelectual que son México, Irlanda, España.
2. Gramáticas de la creación
Uno de sus últimos libros es Gramáticas de la creación, (Siruela, 2002) es un resumen y una recapitulación de sus preocupaciones de siempre. Asombrado ya no solo por Auschwitz sino de que los jemeres rojos enterraran vivas a 100.000 personas y de que Occidente no se diera por enterada (lo mismo que haría 20 años después con la tragedia bosnia) Steiner quería analizar el impacto de esta oscura condición en la gramática, entendiendo por tal la ordenación articulada de la percepción, la reflexión y la experiencia; la estructura nerviosa de la conciencia cuando se comunica consigo misma y con otros.
Para Steiner, y el lo dice tan bien como los mejores, el lenguaje contiene resortes mágicos que sólo están al alcance de los seres humanos. Sólo el hombre posee el modo de alterar su mundo por medio de cláusulas condicionales, el único capaz de generar frases tales como: «si Cesar no hubiera ido al Capitolio ese día» y por eso esta convencido de que esta fantástica, inconmensurable «gramatología» de los verbos futuros, de subjuntivos y potenciales fueron indispensables para la supervivencia, para la evolución del «animal lingüístico» enfrentado, tal como lo fuimos y lo somos, al escándalo de la muerte individual.
La maravillosa entrevista/libro que le concedió a Ramin Jahanbegloo lo llevó a orquestar un diálogo con su propia biblioteca dado el privilegio que el hombre tuvo de estar cerca de algunos de los grandes creadores de nuestro tiempo: escritores, pintores, compositores.
Su obsesión de siempre -que es la obsesión que tenemos unos cuantos, es tratar de entender dónde está el secreto, cuál es el misterio de la poiesis (creación y poesía), cómo es que incluso la mayor inteligencia crítica o analítica pertenece a otra clase que la del creador. Cómo funciona la explosión de sinapsis cerebrales durante la creación, es algo que no sabemos, aunque actualmente algunos institutos de lujo del primer mundo estén tras esa pista como comento Antonio Battro una semana atrás
Algunos psicólogos y científicos cognitivos creen que resolverán este problema pero Steiner se mantiene escéptico… El pequeño Paul Klee, a los seis años, fue de excursión con su curso; la maestra les dijo que dibujaran un acueducto, un tema muy aburrido. Todos los niños dibujaron un acueducto, pero Paul Klee puso un zapato en cada columna: el acueducto caminaba. Debido a ese milagro perceptivo, desde ese día todos los acueductos caminan.
Picasso iba por una calle de París y se topó con un niño andando en triciclo. Picasso le sacó la silla al triciclo, lo dio vuelta y de repente éste se convirtió en un toro, con el manubrio haciendo de cuernos. Millones de personas se han topado con niños en triciclos, y sin embargo nadie antes había visto el toro.
La tarde antes de la première de Rigoletto se acercaron a Verdi y le dijeron: «El tenor amenaza con abandonarnos porque no tiene un aria en el último acto». Verdi dijo: «Es un idiota. ¡Cualquier basura le vendrá bien!», y garabateó en el revés de un sobre La donna è mobile, furioso, diciendo que no era necesario, que era kitsch. Un día después todos los cantantes populares de Italia cantaban La donna è mobile. Y esa melodía no ha dejado de obsesionar a la mente humana.
3. La creación que no cesa
Atosigándonos gratamente con todos estos ejemplos Steiner esta obsesionado en Gramáticas de la creación -hoy devenido incomprable gracias a las delicias de la post-convertibilidad- con cuál es la diferencia entre un gran momento de invención y el milagro o el misterio de la creación.
No se sabe como -pero el resultado es apetitoso- insiste que, en Occidente estamos entrando en un período de pura invención. Pero este salto en el vacío tiene mientras tanto una limitación notable. Porque para el quizás no vuelvan a darse esos grandes momentos de creación en música, literatura o pintura, ahora que hemos abandonado nuestro bagaje teológico.
Su sensación es que ni la Capilla Sixtina, ni El rey Lear, ni la Misa Solemnis pueden existir si, de una manera u otra, no se formula la pregunta acerca de Dios. Y su escepticismo acerca de las invenciones (estéticas) del futuro se aloja según el en que perdimos el sentido de los comienzos, el incipit latino, o de la primera oración de Anna Karenina, de En busca del tiempo perdido, de Proust, o de Moby Dick, su «Llámenme Ishmael».
Los críticos son implacables con sus obras tildándolas de enciclopédicas, propias de un polimata y sin rigurosidad extrema. Y lo asechan insistiéndole en que debería dejar esas ambiciones desmedidas en manos de los especialistas y los equipos de trabajo. Pero Steiner es un Mittel-europeo y considera que en su campo lo que uno hace en soledad, realmente solo, es lo único digno de hacerse.
Obviamente Steiner condena cualquier intento de transdisciplina multi-especialista insistiendo en que es imposible leer a Proust sin tener en cuenta la filosofía, la teología, las ciencias (Proust está lleno de ciencia), sin conectarse apasionadamente con la música y la pintura, con cuestiones políticas como el caso Dreyfus, con la cuestión del antisemitismo? La lista es interminable.
Siendo tan cosmopolita su historia personal también cuenta con fracasos y destiempos. Sus primeros estudios, en Chicago, fueron parcialmente en matemáticas y física. En esa época tenía la esperanza de convertirse en científico. Al mostrarle sus exámenes el tutor le espeto que tenia un summa cum laude, la calificación más alta. Pero que técnicamente era un idiota. Debido a su educación europea había aprendido todas las fórmulas de memoria. y no había ni una chispa de verdadera comprensión matemática en sus exámenes.
De haber estudiado una década mas tarde a la vera de los descubrimientos de Watson y Crick a lo mejor podría haber tenido un aliado por la vía de la biología, que no exigía matemáticas creativas, pero en la Chicago de mi año de nacimiento (1949) el cartel rezaba Física nuclear o a lavar copas. Fue por ello que se inclinó a la literatura y las humanidades.
4. Sin una base de comprensión científica no hay literatura ni arte posibles
A pesar de ese desvío a Steiner siempre le quedo clarisimo que sin una base de comprensión científica no hay literatura ni arte posibles. A el actualmente lo obsesionan tres grandes fronteras de la ciencia: la creación de la vida en condiciones de laboratorio; el entendimiento de la consciencia neurofisiológicamente hablando; y la teoría «acerca del todo» (theory of everything) de Stephen Hawking. Porque cada una de ellas influenciará la ley, la ética, la metafísica.
Sabemos hoy que la neuroquímica afecta a lo más profundo del yo, de aquello que somos, que puede modificar nuestra conducta, nuestra imaginación, nuestra vigilia y nuestro sueño. En el laboratorio de estudios de la memoria, en Edimburgo, se habla ya de implantar una memoria completa a los enfermos dañados por el Alzheimer o la senilidad. Pero esa eventualidad lo lleva a Steiner a dudar entre alegrarse y horrorizarse. Hay ya individuos que portan dentro de sí el corazón de otro hombre o de otra mujer, pero a nadie le interesa el modo en que esos trasplantes afectan a la conciencia. ¡Piensen en una conciencia preprogramada!
Por eso insiste en que todos deberíamos participar en este inmenso debate de naturaleza jurídica, moral, psicológica, económica y política. No existe un solo aspecto de nuestra existencia al que no afecten estos ámbitos de la investigación. Se nos responde, de forma más o menos amable, que proseguir el debate está fuera de nuestras posibilidades. Es una situación que carece de precedentes en la Historia: por primera vez nos encontramos imposibilitados de llevar a cabo cualquier escucha inteligente.
Al desinteresarnos de la ciencia nos desinteresamos del futuro. Estamos tan preocupados por el día a día político, o por los problemas de la convivencia o del grado mas o menos inconsistente de la democracia que pasamos por alto que el futuro duro de la humanidad estará tan determinado por la ciencia que cuando nos demos cuenta ya será mas que tarde.
Si volviera a vivir su vida querría ser arquitecto y tiene como un modelo a Frank Gehry, insistiendo en que una de sus creaciones mas excelsas el Guggenheim de Bilbao está en la encrucijada de la ciencia de materiales (la física del titanio), matemáticas muy sofisticadas acerca de las curvas elípticas, la función poética y la función sociológica de un museo.
5. Lo que no supo ver
Si Steiner es astuto y profundo en sus amores y valoraciones es también sensible a sus limitaciones y malentendidos. Reconoce que no comprendió en su momento que el rock revolucionaría la cultura. Y aunque disfruto mucho del cine nunca lo ha estudiado. Le resulta una forma de arte efímera, incluso las grandes películas. No asimiló lo que la televisión le hizo al mundo —porque tiene mas que claro que no es McLuhan, ni un filósofo de los new media. Debilidades que ahora también achaca a su edad y a lo que se transforma en una visión atemorizada, furiosa, debido a la barbarie imperante.
Pero su honestidad intelectual no tiene limites cuando insiste en que si tuviera cuarenta años menos, empezaría de nuevo, y trataría de comprender la mediologia.
Su ultimo libro Lessons of the Masters (Charles Eliot Norton Lectures) Harvard University Press (2003) tomo su título de Henry James. Para Steiner hay tres fórmulas básicas: el maestro mata o destruye al estudiante; el estudiante mata o destruye al maestro; y muy raramente se da la confianza y el intercambio de aciertos y errores, el gran milagro de la transferencia.
Para cada categoría ha estudiado ejemplos importantes en música, pintura, literatura, filosofía… En esta obra trató de concentrar sus mas de cincuenta años de enseñanza. Ama la enseñanza; es algo que extraña terriblemente. Y quiere entender el misterio de un gran seminario, sea un simposio de Platón, la última cena de Jesucristo, o las clases de Hegel, entender cómo funcionan las interacciones de la ambición humana, los deseos, la envidia, la traición…
Estudió en detalle la terrible historia de Husserl y Heidegger, acerca de la cual aún se ignora mucho. En cartas tempranas Husserl dijo: «Encontré a mi hijo, al hombre que completará la fenomenología». Y después todos sabemos lo que pasó. Al mismo tiempo uno encuentra a Heidegger escribiéndole en privado a sus amigos sobre el «viejo cerdo de Husserl». Quizás Heidegger tenía que hacerlo para ser Heidegger…
6. La fenomenología del sufrimiento
Seguramente una de las aristas mas ricas de su enseñanza esta ligada a sus enseñanzas acerca de la fenomenología del sufrimiento que nos obliga a preguntarnos por qué las ideas más hermosas desembocan inevitablemente en el horror.
Si hay algo que Steiner rechaza son las analogías fáciles y las causalidades banales. Como creer que el Gulag estaba contenido en El Capital.
Leer a Marx, a Freud a Levi-Strauss nos deja siempre con el misterio del ante y del después. Con un hombre naturalmente bueno que advino a la cultura por medio de la violencia o instaurando la violencia. Allí donde miremos, siempre encontramos el mismo mito -si de un mito se trata-, que adopta formas racionales, e incluso modernistas.
El en cambio casi prefiere el misterio del pecado: ser es un acto de agresión. El ser del hombre es, como se dice en francés, un estado de excepción, una excepción bíblica donde ser, que es poner en cuestión, es nuestra infinita grandeza. Gran lector de Heidegger, piensa constantemente en esta magnífica fórmula suya: Las ciencias son una idiotez; sólo conocen respuestas. Nuestro cuestionamiento parece abdicar ante las preguntas en torno a la creación de la vida, el origen del tiempo… Sin embargo, Platón, Sócrates, Aristóteles, Parménides habrían entendido a la perfección y planteado las buenas preguntas. Parece que hoy el ser no quiere que se lo moleste.
Por suerte nosotros podemos aun molestarlo a Steiner y a unos cuantos otros pocos y grandes buenos. La cosa da para mucho mas y bien valdría pasarse días sino meses leyendo al gran Steiner. Como muestra vale de botón.
Algunas referencias
Para un reseña de su autobiografia Errata, el examen de una vida Siruela, 1998
Fascinante comentario acerca la correspondencia de Heidegger con Hannah Arendt y la luz que arroja sobre su filosofía y su actuación política El mago enamorado. Aparecido originalmente en The Times Literary Supplement, 29 de enero de 1999. Publicado en Revista de Occidente nº 220
Entrevista en L´Express de diciembre 2000
Tono apocaliptico, suena a pulpito, caos con metodo, pero inexorablemente proselitista.
Belíssimo retrato das relações entre mestres e discípulos, em que a nostalgia se funde com a arte de pensar «para além» da tirania do facto. Steiner, um poeta-crítico-leitor de uma metafísica perdida cuja chama se está a extinguir (?)
Muy buen artículo