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Interpretaciones naturales y afectos de agenda

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Noti-opiniones y Opi-noticias

Hay miradas tan claras y lecturas tan soberanas que la cháchara de años de bibliotecas o de hojarasca periodística queda instantáneamente desacreditada.

Ayer en una de las tareas mas entretenidas que le puede acontecer a un editor irresponsable como nosotros, que fue empezar a corregir los originales de mi próximo libro Internet, la imprenta del siglo XXIjunto a Berta la editora de verdad de Gedisa, el tema salto inmediatamente.


Porque la correctora no solo me pedía que aclarara siglas, que explicara neologismos, que justificara mis extravagantes títulos y párrafos o secciones, sino sobretodo que le explicara (vano y oprobioso desafío) en que consistía la diferencia entre noti-opiniones y opi-noticias que preside el estilo periodístico de nuestro News.

Como era de esperar no pude hacerlo porque no se si la hay. Lo que si se es que contrariamente a lo esperado la gran mayoría de los medios argentinos (con alguna perlas mas llamativas como pueden ser Ambito, Infobae y La Nación, pero de la cual ninguno de los grandes esta exento) hace rato que sabiendo o no la diferencia entre una y otra expresión la están practicando a rajatabla habiendo cambiado su rol informadores por el de opinadores todo terreno.

Porque cualquier devoto de los medios profesionales y teóricamente objetivos, si se tomara en serio lo que estos dicen, no podría sino creer (y luchar en contra claro de esa propaganda) que los problemas más grandes de este país son las invasiones piqueteras a la ciudad y el crecimiento del delito.

¿Información sin ideología?

Como bien dice Luis Bruschtein en Información sin ideología la desigualdad y la deuda externa supuestamente corren por un carril secundario en la agenda mediática. La deuda llega en dosis homeopáticas, como si fuera un problema ajeno, entre el Estado y los acreedores, a los que se les otorga más espacio y credibilidad que a los argumentos del Estado. En este punto, se supone que el devoto siente al Estado como enemigo, se siente estafado históricamente por el Estado y, por lo tanto, tiene muchas cosas en común con los acreedores internacionales, que también acusan al Estado de estafador.

Cualquiera que opine sobre la negociación de la deuda o sobre la desigualdad es un ideologizador, parcializador, antagonista. Decir algo contra la corriente en estos temas no es informar sino opinionar. Quienes imaginamos que parte (sino toda) la deuda externa puede llegar a ser ilegitima, que el default era el puerto previsible al que llevaría el financiamiento del déficit fiscal menemista durante 10 años con el único objetivo de perpetuarse indefinidamente en el poder haciendo negocios para los poderosos, esos no somos informadores. Somos opinadores, es decir ideólogos.

Al revés si los medios, sus voceros, o sus operadores convocan a una marcha sobre la inseguridad o publican amplias producciones sobre el rechazo de un sector de la sociedad a las marchas piqueteras en ese caso solo estarían informando. Porque quien puede oponerse a este modo natural de ver las cosas (compartido por gran parte de la clase media) sino algún ideologizado, o agitador social?

La trampa es tan evidente pero no debe ser tan fácil de percibir si lo que escribe Bruschtein nos llama la atención y reclama esta editorial, aunque siempre lo sabíamos y lo vivimos todos los días. Y menos previsible es que un medio denuncie a los otros (sobretodo si como dice la leyenda) este medio es parte del otro y a lo mejor solo nivela las diferencias.

Porque de lo que se trata todo esto es de algo que viene arrastrándose desde mediados de la década de los años 1950 en epistemología, teoría de la ciencia y filosofía del conocimiento. A saber la existencia o no de interpretaciones naturales como las llamaba Paul Feyerabend (1924-1994) en su gloriosa obra Contra el Método.

La naturalidad de las interpretaciones naturales

Porque Galileo antes de demostrar que la tierra no era estática y giraba alrededor del sol, o antes de revelar que la luna no era una esfera perfecta necesito derrumbar las interpretaciones aristotélico-medievales naturales que impedían imaginar que otro podía ser el cantar.

Las interpretaciones naturales son ideas tan pegadas a la observaciones que se necesita hacer un esfuerzo mas que humano para anoticiarnos de su existencia y determinar su contenido. Lo que hizo Galileo fue identificar las interpretaciones naturales que eran inconsistentes con las teorías de Copérnico reemplazándolas por otras.

Las nuevas interpretaciones naturales constituyen un lenguaje de observación nuevo y abstracto. Se las introduce y se las escamotea de modo que casi nadie se entere de lo que ha sucedido (método de la anamnesis). En este caso especial incluyen la idea de la relatividad de todo movimiento y la ley de la inercia circular

Las dificultades iniciales causadas por el cambio se diluyen mediante el uso de hipótesis ad hoc, que después muestran tener una función positiva, le dan a las teorías nuevo aire para respirar e indican donde avanzara el nuevo paradigma normal

Pero Galileo no solo cambia las interpretaciones naturales sino también las sensaciones que pueden poner en peligro al neonato copernicanismo.

Acepta que existen esas sensaciones dudosas, alaba a Copernico por haberlas dejado de lado y sostiene enérgico y convencido que esas malas sensaciones han sido eliminadas por el uso el telescopio. Pero no ofrece ninguna razón teórica explicando porque el telescopio debería dar una imagen verdadera del cielo.

De hecho los primeros usos del telescopio no abonan ni contribuyen a validar esas razones. Las primeras observaciones telescópicas del cielo son indistintas, indeterminadas, contradictorias y conflictivas con lo que la gente puede ver con los ojos desnudos. Y para peor la única teoría que podría haber separado las ilusiones del telescopia de los fenómenos reales estaba siendo refutada por los tests mas simples.

Interpretaciones naturales en la observación de la cotidianeidad

Aunque parezca muy distinto al anterior, este episodio del carnaval propagandístico actual -que tiene en su ápice a la operación Blumberg-, la matriz es la misma. Estamos viendo hoy en el terreno de la noticia periodística una construcción semejante a la que Feyerabend le atribuye a Galileo pero en sentido inverso. Las interpretaciones naturales de la democracia representativa, del estado del bienestar, de la justicia distributiva, etc. han sido todas sustituidas por las interpretaciones naturales neoliberales. Y ni nos damos cuenta (como ejemplos supremo de esta retórica orwelliana tenemos el discurso que pronuncio ayer Bush II en las Naciones Unidas)

La suposición de que algunas cosas (trátese de la caída de los cuerpos o de la deuda externa) no están atravesadas por percepciones naturales, mientras que otros fenómenos (la inseguridad, la división natural del trabajo o la asignación asimétrica de la riqueza) si las merecen, exigen o necesitan, es la base de toda la confusión.

Según los medios no hay (no debe haber) percepción (interpretación) natural de la deuda o la desigualdad. En el primer caso, porque el problema sería entre un Estado parásito y ahorristas eventualmente bien intencionados. No habría un interés directo del público, por lo cual, cualquier intervención estaría inspirada en una actitud ideologizada. En todo caso, el interés que se destaca es la advertencia de que tratar mal a los acreedores intimida a los invasores extranjeros.

En el segundo porque cualquier percepción natural de la desigualdad debería partir de la consabida verdad de que pobres hubo siempre. Si se parte de esa base, se trata de un aporte civilizado. Pero la problematización de este punto, cómo relacionarlo con la inseguridad, con la educación, el mercado interno o la reactivación también es percibido por esta ética mediática nunca escrita, pero fuertemente instalada, como una intromisión ideológica.

Como toda las ideas justas/injustas los medios no nacieron de un zapallo sino de una connivencia, aceptación y promoción de un orden social que ellos mismos plasmaron ademas como sujetos privilegiados. Dime si sobreviviste a la convertibilidad y te diré que percepciones naturales avalas y cuales no figuran, no pueden ni deben figurar en tu (nuestra agenda) seria el motto que mejor describe estas consideraciones ya no mediaticas sino ontológicas.

Si los grandes medios (y Radio 10 como su mascarón de proa) dicen lo que dicen, piensan lo que piensan, movilizan como movilizan y nos toman (nos forman) como gaznápiros, la razón es mas que evidente.

Los gaznápiros del siglo XXI

Frente a una construcción fragmentada y excluyente de la ciudadanía. Ante una iniciativa de volver a la calificación del voto y a la kelpererizacion de las grandes masas de la población, lo que se reinvento a fines del siglo XX en la Argentina (y en muchos otros lugares del mundo), fue una divisoria de clases mas propia de los siglos XVIII y XIX, que de mediados del siglo XX.

Los de arriba (el agua) no debía mezclarse con los de abajo (el aceite) y tertium non datur. Lo peor que podría suceder desde la ideología (¿o desde la información?) es que ambas superficies tuvieran algún punto de contacto. Sociedades coloidales como las nuestras abjuran de la hibridez, del mestizaje, de la mezcla, de las impurezas, de la diversidad

Las marchas piqueteras y hasta el aumento de la delincuencia, que son los temas preponderantes en los medios, son vistos como la subversión de ese orden a partir del cruzamiento del mundo de los excluidos en la vida cotidiana de los incluidos. No los pueden visualizar como expresión de un problema de todos, sino sólo de todos los incluidos y tratan de ser sus voceros.

Ayer en una extraño trayecto por avenida Marquez iba delante mío un desvencijado camión penitenciario de la Prov de Buenos Aires y sobre el fondo inexplicablemente un trasladado manoteaba los barrotes y nos miraba como animal enjaulado, sardonicamente como diciendo….

El discurso contra el Estado vino también con ese bagaje. Aunque Nacho Lewkowicz pudo haberlo leído esto en otra clave supuestamente liberadora

El Menem bueno (primera presidencia), baso su fuga hacia adelante en negociados para grandes empresas y bancos que pagaremos durante décadas. Solo así se entiende porque los medios locales le dan tanta manija a los acreedores y trasuntan un dejo despectivo cuando informan sobre la quita, como si el Estado se estuviera aprovechando de ellos.

Por esto mismo cayo Prat-Gay, un técnico supuestamente superior, pero que en realidad era el vocero de esos intereses.

Así las coas preferimos seguir dando nuestras opi-noticias y noti-opiniones en vez de funcionar como voceros de una ideología elitista, fragmentaria y esencialista que responde como bien dice Bruschtein a un ciclo histórico superado.

Aunque sus voceros insistan en que ese es el orden natural y que hay ciertos valores (como proclamaba Marianito el domingo pasado escapándose por la tangente de la educación sexual) que no deben cambiar nunca, como este de que hay algunos que deciden que es lo natural y el resto baja la cabeza y obedece -mas o menos racionalmente, mas o menos resignadamente, porque lo natural… es incuestionable. No es materia de opinión sino de información. O al menos eso nos quieren hacer creer.

Publicado enReveladores

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