Los economistas no me caen muy simpáticos. Y menos los nacionales. De hecho solo respeto a muy poquitos y en mi panteón de preferencias a los que mas sigo es a Julio Nudler y a Alfredo Zaiat ambos casualmente escribidores en Pagina/12.
En cambio la lista de mis odiados se cuenta por decenas, y en ese listado obviamente descollan los gurues del establishment a los que por razones casi inverosímiles tuve ocasión de tratar, comentar e incluso polemizar con ellos.obviamente descollan los gurues del establishment a los que por razones casi inverosímiles tuve ocasión de tratar, comentar e incluso polemizar con ellos.
Este comentario recalcitrante no viene a darle leña al árbol caído justamente cuando un índice del Banco Central (Relevamiento de expectativas de mercado REM) lo hace enfática y sistemáticamente mes a mes mejor que nosotros, desbancando a los gurues mas preciados. Y a excepción del estudio Bein los mejores puestos siempre los ocupan las universidades o el propio Banco Central (pregúntele como le va al estudio Broda en el REM cuando de medir sus vaticinios fáciles se trata).
Pero nuestra bronca sempiterna contra los economistas no viene hoy por ese lado sino por el reciente otorgamiento del Premio Nobel de Economía a Finn Kydland y Edward Prescott que mas que bien desmontado por los analistas argentinos Maximiliano Montenegro y Miguel Olivera como un sonoro Premio a la ortodoxia (en rigor y a excepción de no mas de los dedos de una mano, desde que se da este premio en 1969 no cayo precisamente en el bolsillo de economistas sociales o antiestabishment precisamente).
Finn Kydland y Edward Prescott recibieron el Premio Nobel en Economía por su trabajo en dos temas que hoy forman parte de la mochila de los macroeconomistas: los problemas de inconsistencia temporal y la naturaleza del ciclo económico.
Tanto su obra seminal Reglas antes que discrecionalidad: la inconsistencia de los planes óptimos, Journal of Political Economy 1977, como muchisimos de sus papers posteriores, siempre apuntaron a los mismo, a que los gobiernos son incapaces de mantener sus promesas.
Para ellos la inflación alta no resulta de la puja distributiva o de una gran devaluación. Simplemente es el resultado de que el gobierno no puede hacer un compromiso creíble de que, por ejemplo, va a mantener las cuentas públicas ordenadas o que no recurrirá a una impresión descontrolada de billetes desde el Banco Central. La receta de política económica que dan es mucho menos novedosa. Hay que atarle las manos al gobernante de turno para que su promesa anti-inflacionaria o de prudencia fiscal sea creíble.
No hay que saber nada de economía para suponer que una de la pocas políticas monetarias y cambiarias compatibles con este esquema es la convertibilidad. Con lo cual Cavallo todavía esta a tiempo de ser Premio Nobel, o estos dos que lo ganaron deberían haberse retractado hace mucho de lo que dijeron, si seguirlos a pies juntilla implicaba terminar en el desastre que nos lastimo (y lastima) tanto.
Kydland y Prescott también estudiaron la naturaleza del ciclo económico. Para los economistas el ciclo económico siempre fue visto como una falla del mercado, como un problema que había que solucionar. Y en esa solución, desde Keynes en adelante, el Estado casi siempre cumplía un rol crucial. Sin embargo, Kydland y Prescott -a través de unos malabarismos llamativos- consiguieron reconciliar las recesiones con la eficiencia de los mercados. En 1982 publicaron un estudio en el que demostraban que los cambios tecnológicos podían generar fluctuaciones en el nivel de actividad. Antes que un síntoma del mal funcionamiento de la economía, las recesiones serían ajustes óptimos a una des aceleración en el avance tecnológico. A esta idea se la conoce como teoría del ciclo económico real.
Si lo que dicen es cierto conceptualmente lo juzgaran los que saben (aunque en realidad los que sabemos somos los usuarios que sufrimos sus genialidades -porque siguiendo a Maturana el que valida una teoría no es el que responde sino el que pregunta), pero mas importante que el contenido de sus teorías están siempre sus implicancias en terminas de política económica. Para los galardonados con el Nobel, Lavagna y Redrado están haciendo todo mal buscando mantener el nivel de actividad económica emitiendo pesos porque estarían impidiendo que la economía se ajuste a su ritmo de actividad natural. Por lo tanto, se deduce de la teoría que el resultado debería ser más inflación y menos crecimiento.
Obviamente, en los últimos dos años la realidad argentina no parece haberles dado la razón a los galardonados por la Academia Sueca. De más está decirlo, para esta escuela económica la obra pública o la inversión pública en general no hacen más que desplazar a la inversión privada, e interferir en la autorregulación de la economía.
Una vez más, las conclusiones de Kydland y Prescott son sumamente conservadoras: no hay motivos para aplicar las típicas políticas de expansión de la demanda, es decir, la receta keynesiana para combatir las recesiones. Su legado intelectual es la más moderna y sofisticada fundamentación en contra de la intervención estatal en la economía.
Como bien lo remarcan Maximiliano Montenegro y Miguel Olivera para esta visión, la mejor política económica es la ausencia de tal política, el piloto automático que popularizó Roque Fernández. Que también nos dejo cuesta abajo en la rodada
En La década perdida de Argentina y su posterior recuperación: aciertos y desaciertos del modelo neoclásico de crecimiento un paper escrito en el ‘97 de uno de los coganadores aplico el modelo del ciclo económico real a lo ocurrido en los años ochenta y noventa en el país. Y termino otra vez con sopa porque sostiene que los ochenta pueden explicarse con un modelo neoclásico (o sea, ortodoxo) de crecimiento pero los noventa no.
Chocolate por la noticia. Porque Kydland y Prescotten su modelo suponen, por ejemplo, que no hay desempleo. ¿Cómo podrían entonces explicar lo que pasó en la última década cuando la economía duplicó su tasa de desempleo estructural?
La sentencia de Keynes las ideas de los economistas (académicos), tanto cuando son correctas como cuando están equivocadas, son más poderosas de lo que comúnmente se cree… Los hombres prácticos, que se creen exentos por completo de cualquier influencia intelectual, son generalmente esclavos de algún economista difunto está mas viva que nunca.
Lo que aquí casi nadie había dicho, hasta que este premio sacó de la oscuridad de nuestro desconocimiento a Kydland y Prescott,es sus jugueteos teóricos (y del asesoramiento de mano de los gurues que los siguieron apies juntillas que sirvió para que los que mandan se llevaran por enésima vez decenas de miles de millones a Miami) nos convirtieron en sus esclavos a nosotros y mientras ellos revisan sus modelos econometricos nosotros estamos mas pobre que nunca y encima debemos aplaudir a economistas como estos santificados por el Comité Nobel (que cada tanto para lavar sus culpas festeja a unAmartya Sen, o un a Gunnar Myrdal, los buenos o a un Jospeh Stiglitz, el converso. ¿Esto es el fin de la historia o su eterno recomenzar?
Genunina indignación o falsa ingenuidad?
Estimado Filofelino, si la «12» tuviera que elegir al jugador del año Salas y Gallardo no existirían y viceversa, si el jurado lo constituyeran «los borrachos del tablón» Palermo o Tevez permanecerían ignotos. Pese a que no es así, flotan siempre en el ambiente deportivo suposiciones de compromisos con oscuros intereses materiales en premios de este tipo. ¿Está acaso el Nobel exento de tal cosa? ¿Concordamos con todos los premios de la Paz otorgados? ¿Acaso tenemos elementos para diferenciar a quien beneficia las elecciones hechas sobre temas como Medicina? Sin pretensiones de ahondar en las profundidades de la concepción maturanesca de la objetividad, es fácil advertir que la Economía Política establece desde su origen un compromiso. Vamos al punto, ¿Quien recomienda juzga y otorga el Nobel de Economía? Originado en un país con uno de los productos per cápita mas altos de Europa y menor nivel de desigualdad social, cuesta creer tanta ortodoxia, salvo que… Quien cuida la moneda y el valor del capital, se constituya en Gran Elector, lease Banco Central Sueco. ¿Será así?
PD: ¿Cuántos bonistas suecos habrá afectado el «default» argentino?
PREMIO NOBEL EN MEDIO AMBIENTE.
En la Mesa Redonda Sobre Necesidades de Capacitación en el Sector Agua Potable y Saneamiento, como parte de las actividades del 3er. Congreso de la Región I, de la Asociación Internacional de Ingeniería Sanitaria y Ambiental, celebrada en San Juan, Puerto Rico, en nuestra calidad de Director de la División de Educación, Capacitación y Adiestramiento, propusimos que dentro de las conclusiones del evento se recomendara la creación del Premio Nóbel en Medio Ambiente. Esta propuesta fue calurosamente acogida por los organizadores del evento, encabezado por el Ing. Carl Axel Sorderberg, hoy Presidente de la Asociación Internacional de Ingeniería Sanitaria y Ambiental, y Director de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, con sede en Puerto Rico.
La creación de este premio constituiría un impulso importante y un gran espaldarazo a las iniciativas que existen en la mayoría de los países del mundo, y como catalizador para elevar la conciencia mundial sobre la necesidad de preservar los recursos naturales, como forma de garantizar un ambiente adecuado en el planeta, dentro del contexto del desarrollo sostenible.
En un testamento de menos de 300 palabras, Alfred Nóbel quiso resarcirse ante la humanidad por las consecuencias funestas del descubrimiento de la dinamita. Con los intereses generados de un fondo en fideicomiso, Nóbel decidió premiar anualmente la excelencia en cinco categorías : Física, Química, Medicina, Literatura y Paz.
En 1968, con motivo de su tricentenario el Banco de Suecia instituyó el Premio Nóbel en Economía. El Premio Nóbel en Medio Ambiente, puede ser financiado con fondos de Las Naciones Unidas.
El avance la ciencia y el desarrollo de la tecnología han creado otras disciplinas y preocupaciones, que no eran conocidas cuando Nóbel dejó su testamento.
En sus 100 años de historia el mecanismo de los premios ha experimentado varios cambios. Entre estos cambios cabe destacar : 1) Restringir a tres el número de personas entre las que se puede compartir, en 1968; 2) Poner los archivos que contienen el material de base para la designación de un laureado a disposición de los investigadores, luego de 50 años; 3) Otorgar la premiación póstuma si el laureado muere después del anuncio de la distinción, por lo general en octubre, y antes de la entrega de premios, el 10 de diciembre.
ING. SALVADOR RAMIREZ PEÑA,
Calle Cordillera Central No. C-5, Colinas del Seminario,
Santo Domingo, Distrito Nacional,
República Dominicana.
(809) 372-7728, (809) 847-8286