No se puede ser una científico renombrado de las ciencia sociales en América Latina, y no aparecer sistemáticamente cada 18 meses en las pantagruélicas reuniones que la Latin American Studies Association (LASA) organiza en USA y aledaños.
Trabajando en Clacso en ese eterno invierno de 1988 a 1996 fui a dos o tres LASAS. En octubre de 1993 a Atlanta y en marzo de 1995 a Washington DC.
LASA tiene como miembros a 5.000 latinoamericanistas de los cuales 25% son residentes en nuestra región. Nadie niega que si se quiere destacar en este tipo de estudios y hacer carrera en esas samaritanas instituciones que son los centros de investigaciones, la academia LA y las ONG que se dedican a supuestamente paliar nuestras miserias, de algún modo hay que pasar el Santo Grial de LASA.
Sus sesiones son tremebundas con cerca de 700 actividades (casi tantas como las que tienen lugar aquí durante tres semanas o casi un mes en la Feria de Libro) pero allí están condensadas en 3 días. Y cada charla dura rigurosamente 15 minutos, ni un centavo mas ni un centavo menos.
Como siempre sus lugares de reunión son anfitriones generosos y bien trazados así que los que nunca estuvieron en esos meandros prepárense para la próxima reunión que tendrá lugar en el maravilloso y extrañado San Juan de Puerto Rico (adonde fui por ultima vez en una seguidilla de varias en 1992) en Marzo del 2006.
Pero si hoy nos acordamos de LASA no es porque extrañemos sus atiborrados pasillos, ni porque anhelemos estar en compañía de tan augustos investigadores, sino porque nos llamo la atención enterarnos de donde tuvo lugar la XXV ultima reunión de los lasistas. Fue a principios de Octubre en Las Vegas, Nevada.
Extraño lugar si los hay para tan temperados ciudadanos como son los científicos sociales. Por supuesto que la primera asociación que nos despertó esto de los 5.000 científicos sociales entreverados con los 30 millones de visitantes anuales que tiene Las Vegas, fue el libro bisagra de Robert Venturi Aprendiendo de Las Vegas. El simbolismo olvidado de la forma arquitectural publicado en el mohoso 1972.
Allí Venturi -al revés de McLuhan– en vez de profetizar el devenir museo de las ciudades pronosticaba el advenir Las Vegas del resto de las ciudades del mundo.
¿Que habrán visto los congresistas en LASA? Al menos tenemos un testimonio, el del ex-vicepresidente Sergio Ramírez quien en Abrazados a Mickey , cuenta lo extraña que le resulto esa excursión.
Invitado a sesiones plenarias, junto con la escritora mexicana Elena Poniatowska y la argentina Luisa Valenzuela constato como los fríos académicos acudían de manera furtiva a probar suerte en las tentadoras salas de juego, entre reunión y reunión.
El congreso tuvo lugar en el viejo y venerable hotel Riviera, hoy decrépito, mientras sus gastadas alfombras de suntuosos arabescos son recorridas día y noche por matrimonios de la tercera edad, en shorts y vestimentas tropicales, entre los laberintos de tragamonedas y las mesas de póker y bacarat, bien bronceada la piel y poco conscientes de que la juventud, deidad huidiza como pocas, ha volado ya lejos de ellos con sus alas de cera.
A Sergio Ramírez le llamo la atención y le molesto lo que Venturi había aplaudido hace 3 décadas atrás, el carácter plástico y artificioso de todo lo que hay en Las Vegas, y la naturaleza clonada de lo monstruosamente monumental de este Disneyworld para adultos.
Venecia y París, Egipto y Londres todo ha sido clonado, pasteurizado, domesticado y resignificado para mejor solaz y control. Así el hotel París donde la torre Eiffel, la Opera, y el Arco de Triunfo, en parecido tamaño al original, han sido colocados en estrecha vecindad, sirven como telón de fondo para pasear por entre estos escenarios de utilería llevándose fotos de estas realidades vicarias.
No me extraña que a Ramirez, un sandinista empecinado, esto le haya parecido un remedo caricaturesco de los originales. Igual hay en esto bastante mas que esa aburrida lectura a lo Baudrillard de los simulacros. Precisamente Marie Laure Ryan en Narrativa como realidad virtual nos mostraba como todas estas duplicidades y artificiosidades también tienen su encanto y provocan -respetablemente- nuestra fascinacíon.
Lo que si nos llama la atención es la veleidad de LASA de provocar a los académicos con estas tentaciones tan pequeñoburguesas. ¿Será que en definitiva los académicos también tienen derecho a divertirse? ¿O que frente al simulacro y la tentación la actitud critica se morigera y da lugar a la plenitud del placer?
Habrá que preguntárselo a los 5.000 asistentes que seguramente escribirán unos cuantos papers, se escandalizaran pacatamente de lo vivido o hecho en Las Vegas, o harán como los estudiantes de la UBA que cuando les preguntamos si ven MTV dicen no saber de que se trata.
La verdad que me hubiese encantado compartir ese viaje, entre lo kitsch y los post-moderno, cuando ya empezamos a hablar de ultra y de hipermodernidad. A lo mejor los académicos llegaron demasiado tarde a una fiesta y demasiado temprano a la otra.
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