En esta rara ocasión no es a la gente a la que Google le pega abajo sino a su archirrival Microsoft, que esta preocupado y mucho por los devaneos de un motor de búsqueda, que se esta convirtiendo en un modo de vida y también en un negocio espectacular, que esta por entrar en colisión con los intereses de los amos de Seattle. (La foto es del buscador organizacional mini que por U$S 5.000 nos promete un mundo de nuevas sensaciones en la busqueda)
Claro que a Google todo no le podía salir tan bien. Por lo que acaba de ser desbancada por Apple en el sondeo entre casi 2.000 ejecutivos, directivos de marca y académicos de la publicidad por parte de la revista online Brandchannel. Efectivamente Apple desterró del primer puesto al motor de búsqueda Google, que lo obtuvo el año pasado, pero la sorpresa para muchos será la entrada de Al Yazira entre los cinco primeros.
Apple, cuya iPod ha reemplazado al walkman de Sony como el reproductor preferido, encabezó tanto la clasificación global como la norteamericana, desplazando a Google pese al ruido que levantó la salida a bolsa de la compañía el año pasado.
Sin embargo Google no deja de asestar mandobles a diestra y a siniestra y entre sus iniciativas mas rimbombantes esta arma la mas numerosa biblioteca online del mundo que estará completa en diez años y que consistirá en 50 millones de libros gratuitos en Internet
Lo dijimos hace algunas semanas y la noticia empieza a repiquetear cada vez con mas fuerza. Ya puede verse un primer pespunte del servicio, que necesitará una década para completarse y que está originando todo tipo de reacciones. Los derechos de autor, la financiación del proyecto y los idiomas en los que será accesible la información son algunos de los aspectos relevantes que deberán desvelarse en los próximos meses.
Los primeros acuerdos de digitalización cerrados por Google incluyen dieciséis millones de libros, procedentes principalmente de los fondos de las universidades norteamericanas de Stanford (ocho millones) y Michigan (siete millones), además de la biblioteca británica Bodleian, de Oxford (un millón de volúmenes). A esto hay que sumar un plan piloto de cuarenta mil libros de la Universidad de Harvard y parte de los fondos de la Biblioteca Pública de Nueva York.
Mas alla del broche comercial que se le quiere dar a la noticia y/o a la operación no cabe duda, como acaba de decir Paul Leclerc, director de la Biblioteca Pública de Nueva York que este es uno de los hechos más transformadores en la historia de la distribución de la información desde la imprenta de Gutenberg.
Por supuesto que no faltan los detractores y los descreídos como es el caso de Michael Gorman, presidente de la Asociación Norteamericana de Bibliotecas, para quien estas
grandes bases digitales de datos no son operativas porque se trataría de ejercicios de futilidad basados en la noción de que la forma de comunicación electrónica suplantará y eliminará los sistemas anteriores (ver próximante nuestra nota sobre buscadores vs links en la web).
Hay por los menos dos dimensiones claves para entender y evaluar la viabilidad del proyecto. El primero es hacer la distinción entre el acceso físico a un libro para digitalizarlo y la obtención del permiso para utilizar esta copia virtual. La primera parte se solventa con los acuerdos con las entidades que guardan los volúmenes, pero la segunda requiere el permiso de quienes tienen el copyright de la obra.
Existe después un intríngulis técnico nada fácil solucionar. La digitalización de cincuenta millones de libros es una tarea colosal, aunque hoy existan máquinas que trabajan con brazos mecánicos que pasan las hojas sin dañarlas y que escanean miles de páginas diarias. El costo mínimo de la digitalización es de diez dólares por libro, con lo que la etapa inicial del proyecto, que prevé trabajar con dieciséis millones de libros, necesitará unos ciento cincuenta millones de dólares.
Sin embargo lo mas interesante no es como atar cada una de las patas de este complicado rompecabezas, sino que el hecho mismo de que se este pensando, de que estamos cambiando de escala, de que imaginemos repertorios digitales gigantescos, esta demostrando que la era del post-libro como soporte es cada vez mas una realidad avizorable.
Quizás en el medio se nos haya escapado algo y lo que meramente importa es pasar de la dimensión de los conglomerados o aglutinación de información como fueron tradicionalmente los libros (la menos desde la época de la Enciclopedia Francesa) a las lexias y todas las formas liquidas de extraer y recombinar información.
Si esto sucediera estas gigantescas bibliotecas digitales se convertirían en el mismo momento de llegar al bit, en atrabiliarios dinosaurios que en vez de inaugurar nuevas formas de conocimiento y navegación, no harían mas que aferrarse al pesado cartabón del papel amenazando fugar para adelante.
Pero tambien recordemos que los formatos transicionales existen, que a lo mejor pasan decadas sino siglos hasta que finalmente seamos deglutidos por las pantallas y que además todo lectura apocaliptica o integrada de estos procesos, siempre es torpe y desviada. Aunque seamos nosotros mismos quienes la hagamos.
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