No me gusta el futbol. Siempre fui un patadura y ni siquiera grandes clásicos me mosquearon mucho, aunque el rugido de un gol cantado por sesenta mil gargantas tiene pocos equivalentes en otras experiencias humanas o aledañas.
Pero mas alla de mi indiferencia el cruce de tecnología y deporte siempre me alcanza para el chascarrillo o al menos para la sorpresa. Así esta pasando con una novedad llegada de la FIFA según la cual próximamente la redonda numero 5 vendrá con chip incluido -cuestión de que los goles sean cientificamente
sancionados.
Pagina/12 del pasado sábado dedico en su suplemento Sátira una ristra de divertidas ilustraciones tomándonos el pelo al respecto. No estaba acallada esta ingeniosidad cuando nos enteramos de algo todavía mas barroco y en este caso auténticamente mistificador.
A instancias de la FIFA, la International Board quiere acabar con el offside posicional y que se sancione tan sólo a aquel jugador que esté más adelantado que la defensa rival cuando reciba la pelota
Lo mas interesante del caso es que esta obsesión por liquidar al off-side provino de las críticas centradas en la evidente dificultad de aplicar la regla con certeza absoluta.
Porque demostrando que no importa que burradas se escriben en nombre de la mejor ciencia, un investigador español, el doctor Francisco Belda Maruenda, en un artículo de la revista British Medical Journal, descubrió que el ojo humano no es «fisiológicamente capaz de detectar una posición fuera de juego» y por ello habría que abolir la regla http://www.diariomedico.com/edicion/noticia/0,2458,308550,00.html
Fanático del telebeam Belda Maruenda, insiste en que hay una sola posibilidad de juzgar el fuera de juego sin error científico, y es utilizando la tecnología moderna en los partidos. Con la detención de las imágenes de televisión y su análisis una por una.
Como bien dijo Juan Sasturain en su reciente nota «El orsai y la receta del nitrato» pagina12web.com.ar/diario/contratapa/13-47823.html lo que molesta es la incerteza, el vacío de la incertidumbre, la imposibilidad de controlar el error humano. Pero si en nombre de esas falencias se hiciera de este tipo de razonamientos una regla universal, no sólo habría que tirar por inservibles los mecanismos todos de la falible Justicia, suprimir las imperfectas elecciones como forma de expresión y decisión democrática, sino también cuestionar el sentido de la apreciación
estética y, de últimas, suprimir las declaraciones e incluso las prácticas del amor, todo el universo de los sentimientos.
En nombre de la tecnología se niega la biología, como no se puede medir se busca prohibir. Aunque el episodio parece anecdótico en realidad estamos hablando de una bisagra fantástica y crucial cual es la relación entre maquinas y personas y el derecho a defender practicas humanas aunque la tecnología las rebautice como anacronicas innecesarias.
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