Bien recomendado
Un libro que viene aclamado por una serie de lectores sumamente exigentes como son el recientemente fallecido Stephen Jay Gould, Roger Lewin uno de los primeros autores en tratar el tema de la complejidad y la historia del Instituto de Santa fe, incluyendo un comentario laudatorio del mismísimo James Gleick que es citado (noblesse oblige) por el propio autor en la introducción obliga a que uno se meta de lleno en el. Se trata esta vez de The momento of complexity. Emerging network culture de Mark C Taylor.
Apenas me asome al libro tuve un sensacion deja vu y me acordé de John Malkovich, porque me pareció estar metido en la cabeza del señor Mark C. Taylor recorriendo un camino que aunque totalmente distinto a los de muchos de nosotros sin embargo tiene muchas analogías con lo que estamos haciendo varios.
A medida que me paseaba por la autobiografía intelectual de este humanista tecnológico con nada mas y nada menos que 19 libros en su haber, un montón de coincidencias me saltaban a la vista, al oído y al resto de los sentidos.
Porque por un lado el tipo me sonab,a pero a medida queel mismo iba enumerando sus conquistas textuales y los temas que lo vienen obsesionando en los últimos 30 años no encontraba ni títulos ni cruces previos o constatados.
El hombre que da clases de humanidades en Williams University y es profesor invitado de religión y arquitectura en la Universidad de Columbia tiene un background polifacetico y ha recorrido mas kilómetros y disciplinas que muchos de nosotros.
Pero las sorpresas se sucederían y la sensación de tenerlo como compañero de un colegio invisible al que muchos de nosotros pertecemos se aclararía rápidamente a través del juego intertextual, pero sobretodo a partir de las derivas de Taylor, que paso del análisis a la síntesis, de la enseñanza textual a la audiovisual, de los formatos estáticos y consagrados como el papel a los melifluos y arborescentes de la pantalla.
Tomandose a la complejidad en serio
Para Taylor la complejidad no es un eufemismo, no es mero cambio sino aceleración en la tasa de cambio. Este hombre es una antena parada a los estímulos y los cambios en el entrecruce de la tecnología y de la cultura y tiene una acuidad y una capacidad de registro realmente fantásticos.
Es cierto que hay una decena de otros autores que están tratando de cubrir un campo parecido. Es el caso de Stuart Johnson en Sistemas Emergentes, lo vimos en la serie de trabajos de los small worlds que hemos recitado a menudo, y también hay muchos textos sobre complejidad que merodean por la misma latitud.
Pero aquí hay algo diferente (que se aprecia en la contradictoria recepción que los críticos de Amazon le han dado al libro), porque en su caso mas es diferente, y el mas tiene que ver con un puntilloso recorrido contemporáneo de la emergencia de una cultura de las redes o netica, de donde el y nosotros somos herederos y al mismo tiempo cartógrafos.
La novedad de Taylor consiste en poner en sintonía un protagonismo militante de estudiantina de fines de los 60, con un reconocimiento del carácter fundacional de la cibernética y de las ciencias de la información, solo que todo tamizado a partir de la lectura de sus filósofos favoritos.
En su caso sus guías fueron Kierkegaard y Hegel. Lo que Taylor heredo de estos gigantes fue la sensibilidad de ambos al carácter teológico de la culturas. Mas aun a la dimensión religiosa presente en todas las practicas (incluyendo obviamente a las digitales).
De Hegel y de Kant Taylor salto a Derrida, leyó mucho estructuralismo y postestructuralismo, y lo curioso es que releyó siempre a Derrida en clave teológica. Su objetivo a principios de los 80 era desarrollar una teología constructiva o una posición ateologica buscando desarrollar una filosofía de la cultura.
Nuevamente la reivindicación de Derrida se vio relativizada por lo que Taylor veía como su gran limitación, la incapacidad de Derrrida y de muchos textualistas o deconstruccionistas en cuanto a valorar las dimensiones iconicas y visuales de la cultura. El aniconismo de Derrida termina dejándolo en una posición reduccionista y totalmente ciego a las riquezas, variedad y creatividad de la cultura visual en plena explosión hoy en día.
Si una figura recorre el itinerario de Taylor es evidentemente la de retroprogresivo. Para poder entender el fin del siglo XX el autor hace un salto retrotemporal que lo deja en 1790 y lo lleva a cruzar lanzas con los artistas y utopistas de ese momento que se verían continuados por movimientos artísticos como el constructivismo ruso, la Bauhaus, el Stijl y el futurismo un siglo mas tarde y con vanguardias tecnoartisticas en nuestra actualidad.
Nodos señeros en su itinerario fueron Duchamp y Andy Warhol -algo poco común en un filosofo de la cultura-. El itinerario esta asentado en una obra insólita por las resonancias que tañe como fue su About Religion: Economies of faith in virtual culture . Pero lo mas interesante del caso es que cuando en esta obra cierra mas de 20 años de investigaciones al mismo tiempo percibe que la clase presencial tradicional esta agotada y por eso desarrollo en 1991 junto a Esa Saarinen de la Universidad de Helsinki el primer teleseminario internacional del que se tenga registro.
Teleenseñanza e imagologia
Epa, el nombre del docente Esa Saarinen me removió algún chip. Yo conozco algo de este señor. Bastó con dar vuelta a la pagina en la introducción para que un circuito neuronal fuera re estimulado y me recordara que ya había leído algo de Mark Taylor. Es decir alguna vez había coqueteado con un insólito y curioso volumen pasticho titulado Imagologies: media Philosophy que seguramente compré en USA a mediados e los 90.
El libro era precisamente un testimonio escrito de esa experiencia singular ayudado por un diseño espectacular provisto por Marjaana Virta. Mientras tanto Williams se lanzo durante 5 años a investigar y a trabajar en mucho detalle cuestioens de e-learning a nivel universitario para encontrarse con la resistencia y el desprecio de sus colegas (¿les suena conocido?) por lo cual opto por salirse de la academia y armo el consorcio Global Education Network.
Mientras seguia con sus experimentos en texto y paratexto y decidió hacer una nueva experiencia con un texto que se construía al mismo tiempo que la experiencia era indagada en medios no textuales. Fue el caso de la composición formada por el libro Hiding y el CD-Rom The Real, Las Vegas, Nevada, una experiencia inusual donde un nuevo tipo de texto se crea combinando la pregnancia de lo escrito con el dinamismo de lo electrónico y digital generando una estructura de sitios web expansivos que crean cultura netica.
Retomando lo que decíamos en el primer teórico de datos de este año Williams se plantea una estructura no totalizadora que de todos modos igual funcione como un todo (precario y mutante).
Las piruetas que hace Williams son infinitas y de pronto para dar el salto de las imagologias a la cultura netica necesita de un inesperado mediador, el artista Mark Tansey que hace mucho tiempo que viene incluyendo citas y paráfrasis de pensadores de todo tipo (estructuralistas, post-estructuralists, modernistas), etc. en sus cuadros, y que paso una temporada en el Instituto de Santa Fe investigando las teorías de la complejidad. De este cruce salió uno de los últimos libros de Williams The Picture in question: Mark Tansey and the ends of representation (1999).
Pero también se disparo la urgencia para que Williams finalmente redactara esta compleja obra que estamos leyendo desde hace un rato largo acerca de la complejidad del mundo y en donde no solo critica los manifiestos un tanto ingenuos de Robert Venturi en Learning from Las Vegas, sino que dedica varios capítulos a destruir los enfoques que dominan (especialmente en America Latina) los estudios culturales, y que son el oxigeno diario de nuestros estudiantes en ciencias de la comunicación.
Barajar y dar de nuevo
Llegados a este punto de beligerancia y confrontación, el camino anterior del autor se vuelve cada vez mas interesante, llamativo e invita a acompañarlo en múltiples direcciones.
Williams se pelea con todo el mundo, desde Foucault a Derrida, de Baudrillard a Mies van der Rhode. Pero no lo hace ingenuamente o dialecticamente, sino buscando confrontar a esos autores consigo mismos y generando puntos de fractura para ulteriores lecturas y diseños.
De pronto Williams se chifla… bien. Y discepolianamente articula a Hegel con Maturana, a Hofstader con Varela, a Derrida con Magritte en un tutti frutti llamativo, divertido y sobretodo altamente estimulante.
Todos nuestros compañeros de ruta de estas ultimas décadas aparecen en el elenco que el promueve. Michel Serres, Norbert Wiener, Ilya Prigogine, Henri Atlan, Stuart Kauffman, John Holland, John Casti, Murray Gell-Mann, sacando de pronto un as de la manga como es la pintura de Chuck Close para mostrar la diferencia entre retículas y redes y la emergencia de la complejidad.
También los nombres de Richard Dawkins, Brian Goodwin, Daniel Dennett aparecen en otros debates incluyendo prácticamente a todos nuestros conocidos y queridos autores en un caleidoscopio sin fin de discusiones y tramas paralelas.
El final del libro abunda por fin en elementos para generar una pantallalogia y Williams acuña ricos conceptos como los de subjetividad modular e inconsciente tecnológico para dar cuenta de lo que esta pasando en las webs emergentes y en las redes globales.
Lo que pretende este polifacetico autor no es poca cosa, al tratar de extender la noción de sistemas o de redes complejas adaptativas para mostrar como se convierte el ruido en información y en patrones que ayudan a la toma de decisiones. La nueva circulación de significado en curso de diseño exige una nueva arquitectura de la complejidad que al mismo tiempo encarna y articula la lógica de las redes,
De este modo vamos descubriendo que somos encarnaciones de las webs globales en una tensión permanente entre el peligro y la oportunidad.
El finale con fuoco ataca a la universidad existente, denuncia las practicas puramente textuales y las criticas sin fin (ni principio) que en nombre del cambio radical ni siquiera cambian el espacio físico de los propios investigadores. Williams con acierto insiste en que la universidad y la academia están mucho mas interesadas en entender el futuro que no fue, que en el presente que esta diseñando el futuro que será. Por eso dedica sus esfuerzos e investigaciones a sus hijos y sus estudiantes. Lo mismo digo.
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