¿Provocación o reflexión? ¿O las dos? ¿O ninguna?
Quien se anime a poner como titulo (El títere y el enano) o como subtítulo (es este el caso aquí El núcleo perverso del cristianismo) de un libro tiene que tener agallas, y ademas debe ser capaz de sostener un discurso y una practica teórica que va a encontrar inmediatamente detractores y antagonistas, interlocutores ofendidos y adlateres a los que no les temblara el pulso para devolver el mandoble con renovada fuerza.
Y dado el empequeñecimiento de figuras culturales que estén en su plenitud (es decir entre los 35 y los 65 años) como para poder seguir pensando contra y sobretodo para, atendiendo simultáneamente al valor inescindible de lo mediatico, no desconocer el poder de los argumentos verbales, son seguramente muy pocos los candidatos que pueden integrar este tinglado memetico.