The Economist tiene a menudo notas que vale la pena leer. Están bien armadas y sintetizan en pocos párrafos lo que en otros órganos periodísticos mas descuidados ocupa paginas y paginas y cansa y cansa.
The Economist es un órgano liberal de los mejores. Su marketing del mercado no cesa y como para ellos nada de lo que pasa mas alla de su acotado punta de vista importa, no tienen empacho en seguir adorando al Dios mercado como si los desastres del capitalismo y del neoliberalismo de los últimos 5 años no hubieran ocurrido nunca, no se volverán a repetir y a su pesar igual que un apotegma, la infalibilidad del mercado siguiera vigentes como antaño.
Metidos en el tema de la Brecha Digital los tipos lo abordan de una manera bien inteligente (o taimada dirían otros). Para ellos la brecha digital -si es que tal cosa existe- no tiene mucha solución encarándola como los países del sur suponen, vienen haciendo y querrían seguir en el futuro.
Ya sea creando un fondo de solidaridad digital (uno de los dos pendientes desde la primera reunión de la CMSI en Ginebra 2003), ya sea atacando la gobernanza de Internet igualmente en ascuas), ya sea incrementando impuestos o controlando la forma en que sea a las telefónicas o a cualquier otra empresa encargada de brindar conectividad o infraestructura.
La astucia de los editorialistas no consiste en remachar sobre un punto en el que Stiglitz vienen desautorizándolos día a día, sino en insinuar que la brecha digital es un epifenomeno. Según ellos, mas que de brecha habría que hablar de desigualdad en el acceso, y esta desigualdad poco tiene que ve con el mito de que enchufando gente en la red todo ira mejor.
Porque, según los gurues mercadofilicos, las limitaciones en el acceso se deben basicamente a diferencias fabulosas en términos de ingreso, desarrollo y alfabetización.
Y aunque llegaran computadoras a todas y cada una de las casas de los pobres del planeta (como pretende de hecho el plan mi PC), ello no serviría de mucho por cuanto esos mismos hogares son los que carecen de electricidad, no tienen que comer y encima a sus habitantes les faltan las competencias alfabéticas necesarias como para entender de que va la cosa.
Lo que mas indigna a los editorialistas es la insistencia de las Naciones Unidas y de otros organismos semejantes, que pretenden cobrarle a las telefónicas de todo el mundo un impuesto del 1% a las ganancias y de este modo financiar el acceso. Impensable dicen, imposible insisten, ademas con la habilidad que tenemos en el sur para corromper hasta al acero inoxidable, imagínense lo que podría llegar a pasar con ese fondo. (¿O acaso no se han invertido 230.000 millones de U$S en el tercer mundo entre 1993 y 2003 y los resultados han sido extraordinarios en los mercados no regulados y terribles en el caso de los regulados?
Por ejemplo la república Democrática del Congo y Etiopía tienen ambas un ingreso per capita anual de U$S 100, pero mientras que en la primera existen teléfonos cada 100 habitantes, en la segunda solo hay 0.13 per capita.
Mas alla de las objeciones que siempre debemos hacer a ests tremendismos de mercado, la punta interesante que tiran los editorialistas es algo que deberemos comprobar y que no es fácil de creer proviniendo de su excelsa pluma. Según ellos existe una correlación altamente positiva entre teléfonos celulares y aumentos del PBI. Según el paper al que invocan como mana caído del cielo, el impacto de los celulares en los países subdesarrollados es el doble del de los desarrollados y un aumento de cada 10 teléfonos por 1000 habitantes aumenta el crecimiento del PBI en un 0.6%.
Se trata de un estudio realizado por Leonard Waverman de la London Business School y de Meloria Meschi y Melvin Fuss de la consultora lECG.
Ratificando lo dicho mas arriba el estudio de Waverman se refiere a Indonesia (9 celulares cada 100 habitantes) y las Filipinas (27 telefonos cada 100 habitantes). Sugiere que el crecimiento de largo plazo de Filipinas podría ser un punto mas alto que el de Indonesia si se mantiene esta diferencia.
Pero si Indonesia cerrara la brecha su tasa de crecimiento podría alcanzar el de de Filipinas. Sin embargo existe una amplia brecha educativa entre ambos países. Su modelo predice que cerrar esta brecha educativa aumentaría la tasa de crecimiento de Indonesia aun mas que cerrando la brecha celular
Podemos estar de acuerdo y aunque el caso argentino a lo mejor es atipico (por la increíble cantidad de accesos que hay desde locutorios y cibercafes) no hay duda de que en Bangladesh y en otros países parecidos la revolución del teléfono celular ha tenido una repercusión macroeconomica indiscutible.
Las Naciones Unidas que a veces miran para el lugar correcto quieren lograr un acceso móvil del 50% para el año 2015 y un informe del infame Banco Mundial insiste en que el 77% de la población ya vive (cómo es otro cantar) bajo la cobertura de la telefonía celular.
La hilacha de los editorialistas queda claro paso a paso. Porque su propuesta para multiplicar el acceso a los teléfonos es clarisima: liberalizar, liberalizar y liberalizar. Nada de destinar plata a telecentros o proyectos de infraestructura.
Visto los estrenduosos fracasos de los telecentros en Argentina tendrían razón, pero viendo los excelentes logros en Peru, habría que matizar tanto desregulacionismo. Igual el tema es interesante y los ejemplos increíbles de usos de celulares en Bangladesh, en Zambia y en otros países subsaharicos muestran que habría que tomarse mas en serio esto de los celulares suturadores de divisorias sobretodo cuando los teléfonos de 2.5 y 3ra generación están instalando una convergencia que cada vez diluirá aun mas la diferencia entre celular e internet
Muy interesante el articulo, que aporta al debate de la tan veces mencionada «brecha digital», que a priori se presenta como un problema que todas las tendencias politicas estarian de acuerdo en combatir. Habria que prestarle atencion al uso productivo de las tic´s, es decir, al valor que puedan agregarle a la actividad economica. Estamos de acuerdo con los amigos del Economist con que la brecha digital es consecuencia de otras viejas desigualdades, lo cual no aporta a la solucion del problema. La convergencia tecnologica garantizara por si sola mejora en el acceso con mas celulares y mas computadoras conectadas. Como en todo servicio publico, la lupa hay que ponerla en la expoliacion, en la dificultad de acceso que tienen unas personas en comparacion con otras. La hilacha se divisa donde siempre, y vienen a mi mente los viejos esloganes de la decada pasada (achicar el estado es agrandar a la patria), el mercado por si solo nunca soluciono el acceso a nada y mucho menos a las nuevas tecnologias. Emerge la vision neodesarrollista de la gestion publica, que ya como promotor y facilitador, tiene que cazar al oso con una bala sola. Experiencias de telecentros como la peruana, serviran para optimizar lo mal hecho en Argentina, para redoblar el compromiso del estado con el acceso.