Del no al si
Llamativamente ambos autores han hecho una torsión parecida por lo que su lectura conjugada es mas que bienvenida. Hace unos cuantos años Donald Norman empezó con su larga saga acerca de la psicopatologia de los objetos cotidianos en donde hacia una critica decidida y desmesurada del mal diseño o lo que es lo mismo del diseño contra el hombre.
Como sucede mucho con estos temas lo que a veces nos parece obvio se convierte en un maravilloso objeto de descubrimiento. Porque lo que Norman nos regalo fue una critica de las interfases que estaba haciendo harto falta dado que la critica ingenua de la tecnología, en términos de alienación y de deshumanización (iniciada por Jacques Ellul hace muchas décadas atrás) no lleva a ningún lado.
Curiosamente lo que empezó como critica se convertiría casi 15 años mas tarde en una sorpresa para el propio Normal al descubrir, especialmente en su mas reciente obra Emotional Design, que de lo que se trataba no era tanto de criticar a las interfases sino de descubrir en ciertas interfases bellas un principio de diseño que curiosamente a el se le había escapado por entero.
Pero no vamos a volver aquí a Norman, sino que queremos entrarle de lleno a un viejo/nuevo compañero de aventuras cual es Edward Tenner. Hace varios años, en nuestras escapadas neoyorquinas, Tenner nos había asombrado con una obra que merece mucho mas comentarios y glosas que los que le hemos venido regalando hasta ahora, cual es Why things byte back. The revenge of unintended consequences. -traducida incluso al chino pero curiosamente inexistente en español.
La analogía con Norman es total por cuanto lo que Tenner descubrió con una furia sorprendente fue la medida en que lo mas que humano atentaba contra lo humano, ya no tanto en términos de interfases sino de circuitos mucho mas amplios de coexistencia imposible entre las maquina y las personas.
Pero después de haber realizado una critica del determinismo tecnológico también inexistente en la literatura humanista tradicional, mucho mas cómoda en la critica filosófica de la techne, que en el descubrimiento de los nudos y de los detalles de la mala alianza personas/maquinas, Tenner ha dado una cabriola inesperada y se ha puesto -como Norman- del otro lado de la vereda.
Porque lo que hace en su reciente obra Our own devices. How technology remakes humanity, es precisamente una tarea inversa de la que hiciera en su obra anterior. Con una erudición, una minucia y una investigación que admiraremos y envidiaremos siempre, Tenner se puso a investigar en detalle las tecnologías del cuerpo ayudado por un insólito colaborador, el francés Marcel Mauss.
Las tecnologías corporales
En efecto en un articulo publicado en 1934 el genial coautor junto a Emile Durkheim de Las formas Primitivas de Clasificación, identifico a un conjunto de prácticas como efectivas y tradicionales, y al mismo tiempo, mecánicas, físicas o fisico-químicas. En su tipología estas eran las principales formas en que la gente hace cosas con sus cuerpos. Estos patrones de movimiento no son azarosos, sino que son inculcados e impuestos por las sociedades en su conjunto.
Se trataba de encuadres de comportamientos que encapsularia usando una palabra que años mas tarde Pierre Bourdieu recuperaría en un contexto distinto, el de habitus. Esta conducta producida colectivamente variaba según Mauss entre sociedades, educacion, propiedades, pero sobretodo por razones de moda y de prestigio. El aprendizaje de los movimientos del cuerpo sigue una secuencia social muy afiatada y se transmite basicamente de arriba hacia abajo, de los adultos hacia los chicos de un modo que hasta hace poco nos resultaba totalmente invisible.
Si bien Mauss con lo buen antropólogo que era inventarió en su presentación del problema varios casos de aborígenes australianos, donde fue mas que preciso fue en su relatoria de la evolución social de los movimientos en los deportes, algo que Tenner usará una y otra vez para extender la noción de habitus hasta sus últimas consecuencias.
Por ejemplo en la época de Mauss los chicos se zambullían en el agua con los ojos cerrados y el estilo dominante de natación era el pecho. Pero por varios motivos hoy sabemos de bebes que son arrojados con los ojos abiertos al agua, y lo gozan plenamente, y de que el crawl sustituyo hace décadas al pecho como estilo dominante de natación. Para Mauss estos desplazamientos en las formaciones corporales tienen raíces basicamente sociales y no responden a ninguna biofísica o bioingenieria natural inculcada en nuestros genes.
El carácter social del movimiento
Tenner nos bombardea con ejemplos y con datos para mostrarnos la importancia y determinación de este carácter social del movimiento. Aunque sabemos desde hace mucho que caminar no es innato sino que supone un aprendizaje social (no menor que el lenguaje o la inteligencia) nunca se nos había ocurrido seguir en detalle estos ritmos corporales tratando de encontrarles una genealogía. A eso se dedica Tenner y a fuer que lo hace maravillosamente bien.
Contrariamente al culturalismo que supone que el paso de ganso del ejercito alemán estuvo ligado a la estatura promedio inusualmente alta de sus miembros, Tenner muestra en una y otro caso el carácter social y nacional de las técnicas corporales que hacen posible estas formaciones colectivas acompasados y rítmicas (no es el menor de sus méritos incluir en su densisima bibliografíaa la exquisita obra de William H McNeill Keeping together in time. Dance and drill in human history (1995))
Todo lo corporal es tecnológico y todo lo tecnológico es corporal. Los ejemplos del caminar que da Tenner (refrendados en la increíble obra On Foot: A History Of Walking de Joseph A. Amato) son asombrosos, lo que creiamos exótico es apenas un fenotipo tecnológico. Caminar es una tecnología aunque nosotros creamos que se trata de movimientos naturales, espontáneos y sobretodo electivos. Nada mas ingenuo, nada mas erróneo.
En la obra de Tenner los deportes cumplen un rol destacadisimos como analizadores de la evolución de las técnicas corporales. Resulta sugestivo, y dice mucho acerca de la historia de las prácticas, que las asociaciones de deportes se opongan cada vez mas a técnicas (ayudadas por las computadoras) que simplifican los deportes y los vuelven menos aristocráticos.
No en el sentido del acceso social (aunque probablemente también en ese sentido) sino en el de las destrezas idiosincraticas. Mientras que el trabajo se vuelve cada vez mas monótono y regulado, y mientras se invoca la innovación se recurre a tecnologías que aplanan las diferencias, las destrezas solo encuentran posibilidad de exhibición en el terreno del ocio convertido cada vez mas en un espacio de excelencia y sofisticación.
Ocio, evolución tecnológica y metamorfosis de nuestros hábitos
Es en el campo del ocio donde vemos darse la mano contradictoriamente a la evolución tecnológica con las metamorfosis de nuestros hábitos. El ejemplo que da Tenner de la pistola Glock que paso de tener 3 seguros a 1 y termino con la vida de demasiada gente muy rápido obligando a la policía a pagar fuertes indemnizaciones por el gatillo fácil, es un excelente caso. La simplicidad necesita mas, no menos, entrenamiento que la complejidad. Los objetos pasan por ciclos de complejidad a simplicidad y vuelta como resultado de la evolución de las técnicas. Tecnología y técnicas van entrelazadas de tal manera que obras como las de Tenner, Petrovsky, Norman y similares son indispensables si queremos entender de que estamos hablando
Para que se vea que los ejemplos provienen de los ángulos mas diversos Tenner insiste en lo difícil que es pasar una tarjeta de Metrocard en el metro de Nueva York (me paso hace pocos días -si se lo hace muy rápido el sistema no la registra, si se lo hace demasiado lentamente tampoco). Por la misma razón a AT&T le parecía demasiado difícil lanzar los teléfonos negros con disco rotativo automático en 1937, insistiendo en que la gente necesitaría de demasiado entrenamiento para poder utilizarlo efectivamente -aunque hoy ya sean una reliquia en el mundo entero, los teléfonos de tono nos parezcan triviales, y ya demasiada gente sueñe con interfases orales de contacto con nuestros futuros aparatitos de comunicación.
El libro de Tenner esta divido en una decena de capítulos que analizan las técnicas corporales mas básicas y elementales y las recorren con un sentido de urgencia, búsqueda de la desnaturalización, detalle y análisis micro y macro que nos hace sacarnos una y otra vez el sombrero, a la par que abre nuevos campos de investigación gracias a las citas bibliográficas de una revista o incunable, de un manual o digesto, de un reglamento o vademecum de productos. Tenner no dejó referencia sin consultar o analizar y el préstamo interbibliotecario le funcionó a full porque los datos provienen de las fuentes mas invisibles y oscuras, aunque permanentemente mechadas con noticias del diario de hoy.
Empezó analizando las mamaderas y las técnicas de amamantamiento, paso por el calzado que en todas la culturas solo ostento (igual que hoy) 7 formas básicas, se metió obviamente con la obra de arte que es el calzado atlético, investigó las sillas -tanto las comunes como las reclinables-, paso por los teclados musicales, se detuvo sugestivamente para nosotros en los teclados de texto, le paso un plumero magistral a los anteojos, y termino con un insólito reconocimiento de los cascos de guerra.
La tecnología rediseña el cuerpo -hasta ahi nomas.
El epilogo que recapitula cada una de estos movimientos es concluyente. La tecnología de la vida cotidiana a veces rediseña el cuerpo. No son lo mismo los pieses de los jugadores calzados que los pieses desnudos (verdad que aprendí jugando el fútbol en la Ciudad Universitaria en París en 1969 cuando los africanos nos daban palizas a los latinoamericanos jugando descalzos).
Lo vital es que las tecnologías de la vida cotidiana determinan como usamos nuestros cuerpos. La tecnología y las técnicas de su uso han coevolucionado a lo largo de milenios. La pregunta mas extraordinaria de nuestros días es si la mente, el cuerpo y la maquina se fusionaran de un nuevo modo radical en una o dos generaciones tal que podamos nosotros verlo.
Si bien hace ya casi medio siglo que entusiastas de los mas variados wines han apostado (y nosotros lo hacemos ciclicamente) al advenimiento de una nueva era de la humanidad aumentada, no esta claro cual será el mecanismo que la hará posible, y menos cuando ello tendrá lugar, si es que alguna ve lo tiene.
Las variantes sobran pero los resultados faltan. Podría ser mediante la miniaturizacion y la transmisión mecánica de estados emocionales. Para otros prospectivistas mas osados, todas las promesas de la wearability les parecen pocas. Deberíamos trabajar mas en implantes y en bioingenieria intrusiva. O acaso el cyborg no esta en el horizonte desde hace al menos 2 décadas como obras como I, cyborg de Kevin Warwick insisten en haberlo logrado.
Caben dudas de la mecanización masiva del cuerpo, aunque en USA uno de cada diez ciudadanos (siempre los mas pudientes) ya tienen algún implante dentario. Ademas mirando la historia la mecanización de gestos y cuerpos parece ir mano a mano con los 200 años de USA, desde el polígrafo de Thomas Jefferson (que calcaba los movimientos de la mano) hasta el firma robotica de John F. Kennedy en los años 60.
El cuerpo es obcecadamente conservador
Sin embargo la mayoría de los movimientos de la medicina y de la ortodoncia van en dirección de la conservación de los materiales naturales y de las habilidades consagradas -y no de su transformación radical- porque el cuerpo aparece como enormemente conservador. Ni el teclado QWERTY desaparece, ni la sillas cambian, ni los cordones de los zapatos se diseulven, ni los cascos mutan. Cambian los materiales y la forma de los acoples pero los objetos modelan insistentemente una biología y una anatomía que curiosamente se mantiene inmovil en el tiempo desde hace centenares sino miles de años atrás,
Hasta el Loco de Steve Mann (ver también la página mas reciente y lsa referencia a sus dos libros sobre wearable computing) que nos deleito a mediados de los 80 con su vestimenta cyborg, hoy se retracta de ese pasado herético, llamando a negar un futuro cyborg en el cual la privacidad es sacrificada ante el altar del placer y la conveniencia al punto tal de convertirse en una adiccion.
Si bien los cascos de realidad virtual son todavía un fantasía los teclados de los teléfonos celulares están reinventando al pulgar (como bien descubrió Howard Rheingold al bautizar a los chicos japoneses como oyabuyi sedai, la generación del pulgar) y hasta el lápiz (en USA se han vendió 50% solo en la década del 1990) esta siendo reutilizado masivamente,
Ningún laboratorio había previsto la migración del índice al pulgar como una mutación cognitiva y cultural de la magnitud que apreciamos hoy. Esta capacidad fue un descubrimiento mancomunado de usuario, diseñadores y fabricantes -aunque el genial Frank Wilson en su indispensable The the hand.How Its Use Shapes the Brain, Language, and Human Culture había anticipado la aparición de un pulgar de 24 karates.
Lo que no sabíamos hasta que Tenner nos lo enseño en esta obra es que la humanidad ha estado perdiendo irreversiblemente no solo lenguajes sino técnicas corporales porque cada artefacto (desde el zapato, hasta el teclado, o los libros) a la vez que nos ayudan nos limitan y finalmente se apoderan de nosotros.
Lo peor que nos puede pasar es la estandarizacion. Lo mas peligroso es que los diseñadores y los fabricantes monopolicen la evolución de la técnicas corporales. Por suerte el mismo Norman y otros ergonomos cognitivos hace dos décadas que están revertiendo esta amenaza y el descubrimiento de que el 77% de las innovaciones en los últimos 20 años fueron recomendadas por usuarios brinda una luz de esperanza en este terreno peligrosismo.
El diseño debería ser no solo centrado en el usuarios sino estimulante para el usuario. La promoción hace pocos años del diseño participativo va en esa dirección. Y el pasaje de un diseño basado en el dedo índice (autoritario y pedagógico) a un pulgar (como en las reglas del pulgar) mas cooperativo y democrático aunque parece una metáfora traída de los pelos dará mucho que decir en las años por venir. Gracias a Tenner por pavimentar el camino.
Referencias
Síntesis del capítulo sobre cascos en Invention & technology
De porque los zapatos deberían importarle a Harvard (y a la UBA) Harvard Magazine
Columna de Megascope de tenner en The Technology Review
mal las codas