Desde siempre supe que Nueva York no era una ciudad para cobardes ni timoratos. Si bien en la Argentina del 1 a 1 había cosas que en términos de dólares eran bien saladas, nunca conocí de restaurantes u hoteles impagables o de objetos (salvo alhajas tal vez) incomparables.
Aquí es exactamente al revés. Porque no solo los mil y un objetos de Tiffany’s en la Quinta Avenida y la 57 son incomparables (aunque los sobres con monograma apenas valgan 1 dólar cada uno), sino que no cuesta mucho imaginarse cualquier bien que no trepe en seguidaa los miles o decenas de miles dólares y por los cuales en nuestra tierra natal no pagaríamos ni un peso, a menos que nos fuera el deseo en el intento.