Lecturas inconmensurables
Desde que en septiembre del 2004 se estreno el El Hundimiento (Der Untergang) de Olivier Hirschbiegel interpretada por Bruno Ganz (Adolf Hitler) y Alexandra Maria Lara (Traudl Junge) han corrido regueros de tinta a favor (pocos) y en contra (muchisimos).
No hay dos opiniones unánimes. Los hay que valoran el buen cine y la mala prensa del nazismo. Los hay que creen que es mal cine y mala prensa.Y también hay quienes insisten en que es buen cine y que refleja la historia mas alla de la maldad incomprensible e inexplicable del propio Hitler.
La película como muchos sabemos a esta altura nace de la hibridación del libro del historiador Joachim Fest. Der Untergang (El hundimiento: Hitler y el final del Tercer Reich) y las memorias Through the final hours (Hasta el último momento) de Traudl Junge, la secretaria personal de Hitler, .
Mientras que para el productor y el director la película funda una nueva época porque es la primera película alemana que trata abiertamente el tema de Hitler desde Der Letzte Akt (1956), de G. W. Pabst, narrada desde el punto de vista de un simple soldado alemán interpretado por Oskar Werner, para muchos críticos y cineastas se trata de una nauseabunda apología encubierta del nazismo y lo que es peor de una enésima claudicación frente al meme hollywoodense, con 800 extras rusos disfrazados de soldados alemanes en San Petersburgo, con una deliberada omisión de la muerte de Hitler y de Goebbels, y con un perverso juego de estruendos y truenos en las afueras del bunker y la chifladura casi orgiástica de lo que pasó allí adentro.
Mientras que para algunos Bruno Ganz hizo la mejor actuación de su vida, para otros se trata apenas de un unipersonal sobreactuado que imita vaga y lamentablemente al propio Hitler.
Cuando la discrepancia es tanta, cuando el tema del que se ocupa es tan viscoso e inasible, cuando los comentarios rayan en la iracundia y el desprecio alguna pepita escondida debe haber y algo muy importante debe estar boyando para generarlas.
Y como quienes critican a la película no son solo pequeños mortales sino inmensas figuras como el cineasta Win Wenders «Me da rabia la supuesta neutralidad» habría pues que estar listo para lidiar con ellas.
La inaccesibilidad del mal absoluto
Por supuesto que cuando se trata de Hitler y de sus atrocidades, de Hitler y sus delirios, de Hitler y de sus maldades nada alcanza y todo es insuficiente. El asesinato uno a uno de esos 6 niños hermosisimos de la familia Goebbels a mano de la madre quedara sin dudas como una de las canalladas mas atroces de la historia (del cine), y debería servir para tamizar gran parte de las criticas un tanto simplistas -incluso las provenientes del propio Wenders- de que al escamotear los suicidios del Fuhrer y de Goebbels la película toma partido por la humanizacion del mal.
Mucho mas que la edulcorada La vida es bellade Roberto Benigni, El hundimiento pone en cuestión la relación de fondo que hay entre cine e historia (tal como empezó a pensarla hace mucho tiempo Marc Ferro especialmente en Cine e Historia, Gustavo Gili 1980, donde se planteaba si el film era un contraanalisis de la sociedad y donde se examinaba el rol del film como fuente de la Historia y como agente de Historia), pero sobretodo los endiablados entrelazamientos que se pueden hacer entre ficción, documental, representación hollywoodesca y otra visión de las cosas.
Por eso resulta un autentico forcejeo insistir si lo mejor que tiene el hundimiento es la voz sobre un fondo negro de Traudl Junge, la secretaria personal de Adolf Hitler desde 1942 que diera lugar al documental ese si muy aplaudido filmado poco antes de la muerte a los 82 años de Junge “Blind Spot-Hitler’s Secretary” (Punto ciego, secretaria de Hitler) a manos de Othmar Schmiderer.
Las principales criticas en contra de Fest y Hirschbiegel apuntan a su supuesta compasión, a la dignificacion del Hitler domestico, a la vergüenza de la secretaria que al mejor estilo de los hombres sin atributos del proceso argentino descubrieron la verdad (a pesar de estar en el centro de la adhesión) años o decenios mas tarde después de lo ocurrido.
Porque curiosamente muchas escenas de la película sirven para entender el carnaval que era el bunker -esa inminencia del fin que por otros medios se veia en Cabaret– solo que esta vez desde el corazón mismo del monstruo.
En cuanto a si Bruno Ganz se interpreta a si mismo o a Hitler. salvo por las tomas en blanco y negro de sus discursos, en donde se desgañitaba, no teníamos demasiadas referencias de como podía haber sido Hitler y mucho menos en la intimidad
Mientras que Wenders aborrece lo logrado, para otros Hirschbiegel consigue algo sumamente difícil con esta estremecedora película, como es equilibrar la rigurosa reconstrucción de aquellos oscuros días con la imprescindible progresión dramática exigible a un producto fílmico al uso, sin por ello renunciar a provocar en el espectador una muy necesaria reflexión moral mientras va revelando las debilidades que aquejan y las atrocidades de las que son capaces los seres humanos que pueblan el filme.
El atractivo encanto de la decadencia absoluta
Muchas escenas de ese final de fiesta en La Cancillería, convertida en un ton ni son, mientras lo rusos destruían todo lo que se oponía a su paso, también remiten a las escenas de ruleta rusa y de decadencia infernal de la Saigón en las postrimerías de 1974 tan bien retratadas en una de la partes mas rescatables de El Francotirador que si como ideología huele a naftalina como retrato del hundimiento se emparienta tan bien con los últimos destellos del Bunker.
Si El hundimiento irrita a las buenas almas bellas es porque en uno que otro personaje muestra un resto de humanidad cuando según el criterio binario y que busca convertir al holocausto en la excepcionalidad de la historia universal, ninguno de ellos merecería menos que mil muertes, por las tantas infligidas por un régimen al que apoyaron y endiosaron.
No casualmente de la decena o mas de nombres cuyo destino es inventariado al final de la película muchos vivieron hasta llegar a viejitos octogenarios o nonagenarios y esto es algo que los detractores del film no pueden tolerar, y mucho menos ver enaltecido en una película. Porque si Leni Riefenstahl con su ambigüedad y sus juegos al servicio del Reich solo logro salvarse de la condena eterna gracias a su enorme talento, a su capacidad de convertirse en mil mujeres a cual mas belicosa y única, los personajes que salen bien parados, por las dudas, por la rebeldía tímida, o por destilar una humanidad que su afiliación al régimen nunca termino de tergiversar, ponen en entredicho una vez mas la visión dicotomica y sin resto que los querría haber visto sino muertos, al menos presos para siempre, o en todo caso sin derecho a replica.
Igyual que el escamoteo de las muertes de Hitler y Goebbels irrita a los críticos, una visión edulcorada de Albert Speer, con su confesión final al Führer de que ha desobedecido sus órdenes de destruir las infraestructuras con un grado de autonomía y de desapego sorprendentes.
También molesta el Dr. Schenk que no puede sino tratar de imponer un punto de cordura en medio del caos y ayudar en lo que pueda a paliar el sufrimiento de la población civil.
Y hasta el egoísta comportamiento de ese arribista sin escrúpulos que es Fegelein (el cuñado de Eva Braun) que intenta convencer a los que le importan de que han de abandonar el búnker, son contrapuestos al fanatismo desbocado de los siniestros Goebbels, incapaces de imaginar un mundo posterior al nacionalsocialismo, o a la permanente desconexión de la realidad de una Eva Braun que huye hacia adelante organizando incomprensibles festejos y que es capaz de disociar, en una afortunada línea de diálogo que clava su personaje más que ninguna otra cosa, a Hitler del Führer.
Resulta curioso que los críticos como Win Wenders sostengan que la película eleva a condición de mito la figura de Hitler, porque el posicionamiento de Hirschbiegel sobre este tema resulta evidente a lo largo de todo el filme.
Aunque para algunos la inclusión del plano final de Traudl Junge real negando la más mínima posibilidad de excusa sobre su responsabilidad (y por extensión del pueblo alemán) basada en la juventud o en la ignorancia sobre las atrocidades cometidas por el régimen nazi es un añadido oportunista, tampoco hay en esta postura una neutralidad aséptica hollywoodense o no. Pero lo que también molesta mucho a la culpa alemana interminable es que tampoco se trata de una película pedagógica que busque combatir el revisionismo de quienes niegan el Holocausto o tratan de ensañarse en una visión caricaturesca o bufa del Fuhrer (como a veces se hizo con Mussolini)
Como cuadra las críticas de los principales medios alemanes están divididas. El Frankfurter Allgemeine Zeitung alabó la película bajo el título de “El segundo descubrimiento de Adolf Hitler”. En cambio, el semanario Der Spiegel llego a una conclusión diferente sosteniendo que se trata de una película en definitiva superflua.
Die Zeit criticándolo apunta algo interesante al sostener que ver a Hitler en situaciones íntimas no hará que el público pueda entenderlo mejor. Ya que se trataría de alguien monstruoso e incomprensible hasta le médula. Y la película no seria sino una suerte de experimento, pero, ¿para qué fin?
Como toda buena pregunta esta no tiene respuesta. Después de haberse escrito mas de 10.000 libros sobre Hitler (Amazon.com tiene 3.000 a nuestra disposición de los cuales probablemente el mas interesante sea la biografía de Ian Kershaw, Hitler: 1889-1936 Hubris (New York: Norton, 1999). Ian Kershaw. Hitler: 1936-1945: Nemesis (New York: Norton, 2001) -ambos traducidos al castellano por Península- seguimos sin entender a Hitler y seguimos sin entender nuestra desesperación por entenderlo.
Pero en cuanto al Hitler de Joachin Fest y de Olivier Hirschbiegel pocas veces uno sale del la cine con la sensación de que la película, desde su ficción, sirvetan bien al propósito de representar bastante fidedignamente lo que debió de acontecer entre aquellas paredes. Aunque no nos guste. Aunque quisiéramos que nunca hubiese pasado, aunque lo juzguemos irrepresentable, y sobretodo prefiriésemos en casos como este que el cine no cumpliera su cometido. Que la imagen no reinventara tan vivida y urticantemente al pasado, que el cine no fuera por enésima mas real que la realidad.
Criticas a favor de la película
David Garrido Bazán Mirando al Mal de frente
Diego Battle Un film que invita a la polemica
Criticas en contra
Luciano Montegaudo El Führer perdido en su laberinto A LA MANERA DEL HISTORY CHANNEL
Yendo mas lejos de estar a favor o en contra. Explicando lo inexplicable. Buscando la ley y el orden en situaciones de crisis Editorial del ILHN 2341
Otras fuentes
La secretaria de Hitler que vivió para contarlo y para arrepentirse
Una película sobre Hitler divide a los alemanes
El juicio que perdio en el año 2000 David Irving uno de los mas notorios negacionistas del Holocausto
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