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La ficcion de la tecnologia hace posible su realidad

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El indecelable sentido de la técnica

Nada mas tangible que la tecnología o la ciencia. Aparatos, presupuestos, gente, relaciones son la norma y no la excepción Además con su omnipresencia creciente ¿quien podría negar que lo especifico de nuestro siglo, de nuestro momento, de nuestro sentido sea la técnica, amplificada hasta el paroxismo o la hipérbole?

Pero basta decir dos cosas acerca de la tecnología, de su impacto, de su versatilidad y de su capacidad de permearlo todo, para darnos cuenta de que la técnica no habla nunca por sus hechos sino por sus dichos, que la tecnología mas alla de sus datos es una interpretación permanente, que no hay tecnología sin discurso que la venda.


Aquí la cosa se pone mas interesante y la mayoría de las apologías y apotegmas que vemos escandirse a lo largo de los siglos y décadas pero muy especialmente en el ultimo cuarto siglo explotan… pero no como una bomba, sino como una pompa de jabón.

Ver así las cosas, retomar intuiciones e indicaciones en ese sentido, abrir como si fuera un abrelatas la pontificacion y la inevitabilidad de miles de ideologías del progreso que en la ultima década fueron el pan comido de fundamentalistas digitales, como Nicholas Negroponte y Bill Gates, promete una interesante posibilidad de recorrido de la tecnología y la ideología que curiosamente no operan como si fuera una geometría euclidiana, en estricto paralelo sin tocarse jamas salvo en un hipotético infinito. Al revés.

Al contrario la tecnología y la ideología son las dos caras de una misma moneda. Fundamentar tan atrevido aserto, que empezamos a desarrollar a partir del proyecto Massive Change en nuestro seminario de Tucumán en junio pasado -algo por otro lado entrevisto por scouts como Philipe Breton, Jack Goody, Elizabeth Einsenstein y un puñado de otros iconoclastas- es el propósito de estas lineas y de un ambicioso programa de investigación que tiene a Lucien Sfez, profesor de la Universidad Paris-Pantheon -y autor del excelente Critica de la Comunicacion de fines de los 80- como a uno de sus mejores amanuenses. Allí vamos.

Indisociabilidad tecnica/ideologia

A diferencia de lo que sostiene la vulgata (tanto académica como periodística ahora que todo esta contaminado) no hay divorcio que preserve la neutralidad (de la técnica) y la preeminencia (de la política). Separación tantas veces predicada que aun cuando cree poner a la técnica en su lugar de sierva de la política, termina esclavizando a la política, pero sin por ello liberar a la técnica. Incluso divisiones que a menudo santificamos como las de tecnofilos y tecnofobos no quieren decir absolutamente nada.

Porque ambas lecturas lo que ignoran es la profunda inversión que ha habido en las relaciones entre técnica y política en el ultimo siglo, en particular en el ultimo medio siglo y mucho mas precisamente en el ultimo cuarto de siglo.

La tesis de Sfesz, que siempre fue la nuestra aunque sin saberlo como corresponde a estos debidos descubrimientos, es que la técnica aliada de la política en un matrimonio morganático (es decir condenado a la no descendencia) se ha convertido en sirvienta-dueña.

Así las cosas la técnica ya nunca mas se dedicara a lo que los manuales de historia y, sociología y epistemología le adjudican: innovar, experimentar, hacer confortable nuestra vida encarnada el progreso. Ni tampoco a lo que la literatura de la innovación (especialmente en economía) viene repitiendo en los ultimas décadas a saber acelerar, difundir, mejorar, volver mas científico la producción.

Y lo que tampoco cabe seguir haciendo (aunque esta lleno de manuales y programas de investigación en ese sentido, y constantemente se aluda a la necesidad de tener políticas de estado en esta materia) es creer que la política será la que llevara la voz cantante en esta histórica pero reconcentrada alianza.

Esta recalibracion de la alianza, ademas de la sorpresa nos obliga a repensar la articulación entre técnica y política con una mirada que rara vez se encuentra en la literatura, porque lo que presumimos -y Sfez nos va a mostrar como- es una convergencia cada vez mas estrecha y peligrosa (para los desprevenidos) entre la técnica y la política (así como en las décadas de la gran ciencia la hubo entre ciencia y estado).

Lo que hay que evitar a toda costa en cambio es el emparejamiento y la anulación de los matices , los nudos, los atascos y las superficies estriadas, error tan común otra vez en los manuales. Que cometen un error mayúsculo, porque lo que comprobaremos es (al estilo de Schopenhauer) otra raíz común de la técnica y la política a saber su tronco común en los subterráneos de la ficción.

La tecnologia como ficcion instituyente

Porque Tecnopolis (como bien lo denuncio durante décadas Neil Postman, pero demasiado unilateralmente) no es otra cosa que un conjunto de discursos de ficción (Para entender la fuerza y el poder de la ficción ademas de ser buen lector de novelas, atento espectador de cine, o entusiasta amante del teatro conviene devorarse la obra encantadora de Jean-Marie Schaeffer Porque la ficción (Lengua de Trapo, 2002) Ver aquiPreámbulo completo.

Porque la ficción (del progreso en este caso o de la destrucción en el caso de los terroristas, ) ejerce una seducción que barre e invade nuestra vida cotidiana sin dejarnos dar cuenta de que cuanto mas serio es algo mas ficticio debe aparecer. Ficción aquí poco y nada tiene que ver con elucubración vana o banal, y si mucho que ver con utopía, y deseo de encarnación. Desde las ficciones infantiles a las revolucionarias, desde las ilusorias a las concretables, desde las mas sanas a las mas terribles.

La técnica (o la tecnología) es uno (o varios relatos). Lo sospechamos mas de una vez y por eso en nuestros anaqueles reposan (esperando que vayamos corriendo a redescubrirlos) algunas perlas como… Technology as sympton and dream de Robert Romanyshyn, Hands´end. Technology and the limits of nature de David Rothenberg, The human motor. Energy, fatigue and the origins of modernity de Aaron Rabinbach y Bodies and Machines de Mark Seltzer.

Mas precisamente en dos obras de Merritt Roe Smith y Leo Marx Does Technology drive history? The dilemma of technological determinism (MIT 1994) y en The intelectual appropriation of technology (1900-1939) de Mikael Hard y Andrew Jamison (MIT 1998) nos encontramos con todo el abanico de propuestas y ejemplificaciones que arrancan a la tecnología del mundo de las cosas y la convierten en un discurso acerca de los objetos, las practicas y los artefactos.

Aunque no coincidimos demasiado con la idea de Sfez de identificar los discursos cosistas (hacer como si las cosas hablaran por si misma sin interlocutores que las habiliten, con la propuesta latourania del parlamento de las cosas) si refrendamos su cuestionamiento tanto al cosismo como al determinismo estricto que ha convertido al objeto técnico fascinante en el centro del mundo y de las sociedades.

Discursos cosistas

Se trata del tipo de discurso que sostiene que a cada técnica le correspondería un tipo de civilización, y que cae casi siempre en una triada a la McLuhan, (tribal, escritural, neotribal/electrónica) que en realidad recapitula planteos análogos de Auguste Comte, las tres fases de la técnica planteadas por Lewis Mumford que retoma en esto a Patrick Geddes http://www.ballaterscotland.com/geddes/, inspirado a su vez nada mas y nada menos que por el indigerible (para la mente burguesa) Pietr Kropotkin. Que genealogía mama mía!

Lo que es cierto es que lo que se dice de Internet como madre de todas las practicas ya se dijo hace mas de siglo y medio del telégrafo, como bien nos lo recordó Tom Standage en The Victorian Internet . Lo propio de esta literatura encomiástica es sostener que la tecnología es el eje organizador de las sociedades y punto. Es este un discurso fácil de sostener )(aunque no sea nuestro caso esperamos) porque es imposible de refutar.

Uno de los ejemplos supremo al respecto es la tesis reduccionista de Edwin Black acerca de la monocausalidad entre tarjetas perforadas y nazismo -en la que caímos por un rato- , lo que lleva a Sfez a irónicamente preguntarse si los rieles fueron la causa de los trenes de la muerte, o en nuestro caso si los aviones lo fueron de los vuelos de la muerte?

La gran pregunta que debemos hacernos respecto de una ficción de la técnica que quiere ocupar el lugar de la política es si se trata de una ficción instituyente.

Aunque las discusiones y disquisiciones pueden ser eternas, quizás las dos mas salientes están alojadas en los intersticios del cuerpo y del imaginario. ¿La técnica contemporánea no prescinde del cuerpo humano? ¿Pero inversamente (o no) no tiene su parte de creatividad y de imaginario?

Todas la variantes de la filosofía clásica, pero especialmente la revitalizacion del platonismo y su pavor por el cuerpo son reflotadas en estas lecturas. Desde autores como Alain Gras que deploran la desaparición del cuerpo en el piloteo de los aviones de ultima generación sustituido por la simulación y las computadoras a un epistemologo de fuste como es Francois Dagognet que alaba la imaginería medica o biotecnologica, pero sufre al ver como se instrumentaliza al enfermo y se lo desaparece dentro de una maquinaria terapéutica que solo tiene por desafío hacerlo vivir aunque ya no sea persona

¿Cuerpo domesticado, imaginacion liberada?

Los ejemplos anteriores muestran cuan confusa es la cuestión cuando la técnica aborda al cuerpo (ignorándolo) ¿que pasara entonces con la imaginación que se quieren liberadora creadora de mil y una variantes?

El imaginario viene con gran prosapia y como corresponde a la literatura francesa goza de buena salud. No hay nada que no tenga su imaginario y no hay imaginario que no encuentre en donde concretizarse. Desde las estructuras antropológicas del imaginario de Gilbert Durand hasta los imaginarios sociales de George Balandier en El desvío.

El imaginario es la coartada que aprovecha la técnica para humanizarse y «calentarse» aun al precio de la banalidad y del estereotipo. Porque sostener que el imaginario del técnico es lo que tiene en la cabeza es devaluar la idea de imaginación instituyente y nada dice acerca de su relación con la realidad y con lo simbólico.

Por ello para entender la inversión política de la tecnología, pero sobretodo su carácter ficcional, conviene recorrer otros derroteros y estacionarnos en al menos tres referencias que no por conocidas son menos desconocidas. Se trata de los personajes conceptuales, de los objetos repetitivos y de la revolución técnica.

Personajes conceptuales, objetos repetitivos y revolución técnica

Los personajes conceptuales son una simpática invención de Gilles Deleuze en su poco conocida y necesariamente a estudiar obra ¿Que es la filosofía (1991)? (en coautoria con Felix Guattari reseña magistral de Toni Negri ). No se trata ni de personas históricas ni de héroes literarios, ni de personificaciones míticas, sino de potencias de conceptos que tienen por papel manifestar territorios y acontecimientos del pensamiento.

Si la filosofía esta habitada por estos personajes cuya existencia es del orden del concepto ¿que pasa con los referentes de la técnica? ¿La técnica tiene derecho a estar habitada y a fabricar personajes análogos?

Curiosamente y a pesar de la enorme importancia que se le da la técnica, las figuras están ausentes o son renuentes a dejarse convocar. A excepción de Heidegger (por la negativa), de la Encylopedie, de McLuhan, de Ellul (de vuelta por la negativa), son escasos o prácticamente inexistentes los referentes que deberían dar paso a la discusión, a la recusación y a la reinvencion.

Son en cambio mas numerosos (pero también limitados y acotados) los objetos técnicos repetitivos que siempre nos brindan una buena excusa para alabar a la técnica y rara vez para denostarla. Se trata del molino de agua, de la rueda, de la maquina de vapor, de la usina hidráulica y sobretodo de la Imprenta. Cada una de estas innovaciones figura como objeto ejemplar, como matriz de futuras invenciones y sobretodo como compuerta evolutiva que divide inextricablemente a la historia en dos.

En este serie aparece como nodo distintivo la imprenta que para mas de uno (¿nosotros incluidos?) marcaría un giro histórico de la humanidad. No se trata de un señalamiento menor este que hace Sfez, por cuanto los objetos técnicos teorizan concretamente el progreso. Así como Bachelard había astutamente identificado a los inventos como teoría concretizada, los objetos técnicos repetitivos (y en ese sentido el libro de McLuhan «La comprensión los medios como extensiones del hombre» es uno de los mejores raccontos al respecto) se convierten en fetiches, en balizas, en señaladores y fundamentalmente en marcadores de innovación.

Unos juntos a otros, ordenados en cronologías o saludados como divisorias de época, los objetos técnicos remiten a proezas, a prodigios y se convierten en héroes (quizás mas aun que sus propios inventores, después de todo como bien dice Latour los microbios inventaron a Pasteur y no al vesre, como dice la historia de los prohombres).

Internet como bisagra de la historia tecnica

Esto que paso en décadas y siglos anteriores tiene su apoteosis virtual en Internet (es decir en los discursos de/sobre/para/contra Internet). No es casual que los militantes (¿lo somos nosotros?) de internet otorguen una importancia esencial a la oposición entre lo escrito y lo oral (materia de innumerables discusiones en nuestra cátedra de procesamiento de datos).

Ese corte no es banal y responde a una estrategia política convencida. Si un medio singulariza una época, si la imprenta es la madre del capitalismo, de los viajes transoceánicos, de la subjetividad moderna, de la contabilidad, de la industria y de la ciencia experimental, ¿que no podría ser Internet, convencidos como lo están sus militantes (que ya alcanzan a casi 15% de la humanidad) de que Internet viene a sucederla?

Curiosamente Sfez nos recuerda (aunque McLuhan lo anticipo y los pensadores terceristas de la red como Cornella, Logan, Stefik, Levinson y varios mas lo practican a diario) de que la escritura oralizada que pulula en la red, lejos de ser una etapa superior del progreso técnico regresa (sin que eso sea una limitación ni una falla) a forma primitivas de transmisión de la experiencia, del saber y de las costumbres.

La puesta en pagina, el formateo, el despliegue de listas y la puesta en texto del mensaje, participa mucho mas de los primeros intentos gráficos del mundo civilizado que de una hiperescritura. Algo que Jack Goody en La domesticación de la mente salvaje apareció hace 20 años, cuando la web era solo una intuición en cabeza de Tim Berners Lee.

En Internet todos los opuestos se mimetizan y se sincretizan; practica oral vs practica escrita, practica privada vs practica publica, lo universal vs lo general, lo real vs lo virtual. Por eso Sfez insiste en el carácter de fetiche de la red: es una parte que vale por el todo cuyas características resume y compacta, es pequeña por lo tanto manipulable, puede ser permanentemente tocada, modificado. Se lleva a todas partes con uno (y el ejemplo el Treo 650 lo dice todo). Forma parte del individuo y por eso es su segundo yo en el sentido de Turkle

La politica, una rveolucion traicionada, ¿sera salvada por la técnica?

El tercer termino de la ecuación es la revolución técnica anunciada como el retorno de lo reprimido y sobre todo como regreso de la mas traicionada de la revoluciones, la política, que hoy en medio de las guerras asimétricas y de las agresiones imperialistas preventivas se descose a pasos agigantados.

Las revoluciones que se querían totales han quedado acotadas por su subordinación a la técnica. Por otra parte los teóricos de la revolución técnica desde Goody hasta Einsenstein, desde Simondon hasta Gras, insiste en el carácter sistemático de la revolución técnica con lo cual la anclan permanentemente a la figura del progreso.

¿Contradicción, inestabilidad, ambigüedad? Sucede que esta revolución técnica se vive como parousia de la humanidad en su conjunto, mientras que en el pasado la técnica y sus progresos estaban ligados a una región, régimen o civilización hoy se trata de un destino planetario.

Pero si dicho y hecho la revolución técnica mas que un acontecimiento a explicar se convierte en un totalitarismo de las divisorias que siempre adscribe lo primitivo al antes y lo progresivo al después (pre-industrial, industrial y post-industrial) en una narración monocorde, iluminista e ilusoria que incluye a todos los extremos en la misma bolsa -entonces no entendemos nada. Porque así como no debemos tomarnos demasiado en serio al ciberparaiso de los Gates y los Negropontes tampoco debemos hacer lo propio con las amenazas de bombas informáticas de los Virilios o los Baudrillards.

Lo que estas lecturas lineales ignoran es el carácter de desvío y de cortocicuito que la política ejerce sobre la técnica. La técnica es un subsistema (como bien analiza Jean-Claude Beaune en Philosophie des milieux techniques: la matière, l’instrument, l’automate, 1998). Hace décadas Marc Bloch marcaba el carácter marginal de la invención sin la apropiación social pero sobretodo sin la resignificacion colectiva (trátese del teléfono o del láser, de los satélites o de Internet).

La historia de las técnicas es una serie de avances, retrocesos y estancamientos. Esto que hoy lo sabe cualquier gerente de marketing, es algo que se ignora en los grandes relatos o en el intento de reinventar metanarrativas de los teóricos y los ideólogos, de los críticos y los metacriticos.

Corsi e ricorsi de los discursos tecnicos

Aunque hay que seguir investigando mucho, queda claro que una cosa es la técnica y otra son los discursos sobre la técnica. En la mayoría de los casos estos no son demostrativos sino narrativos, historias que nos cuentan llenas de contradicciones e ideología, en definitiva ficciones que necesitan un análisis en calidad de tales (como bien hizo Vincent Verdu en El estilo del mundo).

Seria necio negar la consistencia de la técnica. Pero no lo seria menos suponer que esa técnica pasaría algua test del consumidor o la atención de la prensa si no estuviera acompañada de infinitos voceros, propagandistas, publicitarios y defensores a ultranza.

Esta es la segunda tesis central de Sfez que compartimos sin ambagues. Es la ficción de la tecnología la que hace posible su realidad. No hay ningún proyecto de sociedad, ni realidad social que no este sostenido por relatos, cuentos y mitologías.

La tecnopolitica es tan poco ficcional como el cuerpo político. La tecnopolitica no es solo una grilla interpretativa, sino que es la realidad misma que necesita de esos discursos para ser criticada pero mas aun para ser exhibida en su corporeidad.


Referencias

Centro Lewis Mumford

Metaforas de Mumford

James W. Carey Marshall McLuhan: Genealogy and Legacy

Papers de Alan Gras

Obras de Jean-Claude Beaune

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Un comentario

  1. Alfredo Alfredo

    Dónde puedo acceder al texto original de Sfez? Tiene otra bibliografía en castellano? Gracias.

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