La docta siempre está de fiesta
Nos la pasamos hablando. Y eso que decimos que no nos gusta ni mucho ni tanto. Nos la pasamos mirando y eso que tratamos de dejar los ojos quietos y de no dispersarnos demasiado. Nos la pasamos leyendo, todo el tiempo y de todo. No hay papel que nos pase cerca, no hay revista que flote en un quiosco, no hay libro que no aparezca apilado en algun montón que no concite nuestras ganas de hojearlo, de revisarlo, de acunarlo, de denostarlo y -muy raramente- de incluirlo en nuestro collar de perlas de las distinciones que nos dejan conformes por un rato, o que nos sirven para seguir pensando y haciendo.
Y eso que no dijimos nada aún de nuestra convivencia con la pantalla. De nuestras horas infinitas surfeando y cayendo de pronto en algún nodo de sentido superlativo que abunda en la red pero como tesoros ocultos. Buscando algo siempre encontramos lo que no estamos buscando, tratando de focalizar en alguna preocupación preexistente siempre la red nos abre nuevos horizontes y nuevas expectativas.
Porque de tanto merodearlo sabemos que infonomia.com es una garantía de comida para pensar. Pero sin quererlo caimos en napsterization.org y encontramos una mina ya ordenada de argumentos en contra de quienes argumentan contra la liberación de la información como desafió ya hace un lustro Napster y lucha que hoy, muerto y fagocitado el sitio emblematico, es continuada por otros medios antes de que la Darknet termine con todo.
Pues bien en este camino permanente de ir y venir alabando a la red y al mismo tiempo denostarla nos toco algun fin de semana pasear estos conceptos por la ciudad docta mediterránea.
Había venido aquí muchisimas veces en los últimos 10 años. Primero dando clase x Flacso en una Fundación en la calle Buenos Aires que alguna vez lo tuvo al Delich padre como presidente. Después de la mano de Hugo Diamante en sus hoy añoradas congresos masivos, también llegue a dar una clase muy fashion en el edificio inteligente de la Universidad Siglo XXI.
También vine hace poco invitado por Juan Carlos Pugliese a un congreso sobre acreditación y seguramente en el medio habré hecho unos cuantos viaje mas, como cuando me invito Daniel Lempert a disertar en Fiat y así se fueron sumando la visitas.
Pero si algo tuvieron en común experiencias tan disimiles era el carácter de toco y me voy de casi todas esas deambulaciones. Salvo cuando me quede varios dias en el Holiday Inn -donde ahora sobresale como emblema cheto el Dinosauario Mall- con Diamante nunca pase de estar una noche. Y aun en aquel caso dado el aislamiento en el que esta ese inclito lugar (uno de los 3 hoteles 5 estrellas junto al Interplaza y el Sheraton) lo que vi de Cordoba ciudad y alrededores fue poco y nada.
¿Confinado o arropado?
Por eso esta visita tenia algo de diferente. Al quedarme todo el fin de semana, y no pudiendo volver el domingo a la noche porque los aviones venin abarrotados (porque estamos tan lejos de cuando 30 vuelos diarios azotaban a la ciudad en medio de la fantasia mendecista que personajes como de Narvaez aun añoran -vean este increible entrevista sino , habría posibilidad de hincarle mas el diente a la ciudad. Y a fuer que lo hicimos. De hecho los tres días estuve en la Ciudad Universitaria, desde que llegue el viernes al mediodía merodee el centro y estuve pisando (aunque no nuevamente porque nunca lo habia hecho) las casi abandonadas calles de Villa Carlos Paz, la segunda plaza teatral del pais con mas de 25 salas, en donde ese fin de semana actuaban Fernando Peña & Sofia Gala, aunque afortunadamente solo tuvimos que compartir el avion con el, pero nada mas.
La ciudad es bella, el Patio Olmos esta cuidado, en Alta Cordoba fuimos a cenar al ruidoso Fragueiro 2020 (aunque nos tragamos el mucho mas lindo Hidalgo), volvimos tambien al excelente Ya Ya -que ya habia visitado en el 2001-, tomamos un omnibus londinense para hacer el tour por la ciudad, que nos mostro entre otras perlas la casa circular, hoy en restauracion interna que esta en el Museo de la Tecnica y hasta nos animamos en una excursion en combi -porque no conseguimos alquilar un coche- hasta Villa Carlos Paz, donde resalta el cerrito de los ricos y famosos, presidido por la ex-casa del gobernador de l aSota hoy apropiada por su ex-mujer mientras el hombre del peluqin coquetea con su Ministra de economia.
Pero dejémonos de chicanas y vayamos a lo interesante cual fueron nuestra clase en el I curso internacional en administración y gestión cultural en la Facultad de ciencias económicas de la Universidad nacional de Córdoba que organiza la movediza y supereficiente Silvina Freiberg y la presentación de nuestro libro en una sala anexa de la misma dependencia.
El curso me sorprendió mucho por lo caudaloso, la variedad de participantes y la cantidad incesante de preguntas e intervenciones que le dieron una dinámica inusual.
Lo mismo puede decirse de la presentación que, colmando la sala circular, siguió y coprodujo un debate intenso y puso sobe la mesa muchas discusiones, dudas y preocupaciones que generalmente se acallan, cuando la unilateralidad de la transmisión es total como sucede en cualquier conferencia magiutral.
Algo esta pasando en el avispero porque las controversias continuaron abriéndose en la clase de la UBA sobre Latour -algo que retomaremos- y aunque en mi presentación posterior en la UAI -donde me encontre insolitamente con un ajado Victor Massuh– tambien hubo mucha vibracion, lamentablemente no hubo espacio para el debate.
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