Hace mucho que no veía películas en el avión. Y eso que ahora-pasan 3 por noche. Pero acabo de ver una extrañisima con Colin Farrell que me perturbo bastante. Se trata de The New World o de El capitán Smith y Pocahontas y cuenta la historia de la fundación de Williamsburg el primer pueblo norteamericano en 1607. ¿Que una película nos perturbe será una señal de que es buena?
El tema lo obsesiona a Raffo que en la última noche de mi estancia en Madrid por enésima vez después de cocinar una rica cena improvisada, se divirtió jorobándome con los trailers y secciones de películas que incluyo en mis presentaciones, tratando de ver si hay alguna correlación entre la calidad de la película y el valor de la selección.
Por supuesto que no llegamos a ningún acuerdo. En parte porque finalmente deje como prenda-de lo-comprare-la próxima vez, el libro de Laurent Jullier ¿Qué es una buena película? acerca de que es buen cine. En parte porque estoy seguro de que Raffo no daría un peso por los criterios que defiende Julio Cabrera acerca del carácter patico de algunas películas que yo traslade a ciertas escenas paticas.
No importa demasiado, lo concreto es que tanto la película en la aparece Farrell, como un extrañisimo corto que vimos ayer con Miranda chica me cambiaron el humor y el ph de mi flujo de conciencia.
Algo que la música hace casi inevitablemente, pero que en las películas -en las historias que cuentan las películas- se nota también con fuerza y provoca inesperados y a veces duraderos cambios en los circuitos emocionales.
Sobre el tema no hay mucho mas que decir pero… siempre reaparece el bendito pero, aunque apenas hojee el libro de Jullier uno de los 6 criterios que esgrime tiene que ver con el efecto novedad, con el efecto inesperado (los seis que ocupan sendos capítulos son el éxito, la técnica, la edificación, la emoción, la originalidad y la coherencia.)
Esta vez -mucho mas que en las anteriores, desde Marzo del 2003 nos vemos con el Dr. Raffo al menos una sino dos veces por año en Madrid- me pase preguntándole a Raffo como consigue sus CD y sus libros raros, como se agencia de productos culturales extravagantes, y como le llegan hasta sus dendritas los estímulos de autores, películas y sonidos, que estan lo mas alejado del mainstream que uno se pueda imaginar, y que sin embargo tienen cierta calidad de valor absoluto, porque en general nos gustan, nos sorprenden y levantan el nivel del promedio general de la modernidad generalizada.
¿Será que como Raffo no es multitasking se puede concentrar mas en el descubrimiento de lo bueno y de lo nuevo? ¿Será que como es artista de raza consigue sintonizar con otros como el, mucho antes o fuera del mercado? ¿Será que siendo tan competente en los dominios textuales como en las musicales, los visuales y los multimediales puede sin mayor esfuerzo dialogar con otros como el?
Como toda pregunta interesante, esta permanecerá eternamente abierta. No queda claro pero igualmente sea que lo recomiende el, como pasó con innumerables ejemplos, sea que uno lo descubra por uno mismo, el efecto es siempre el mismo. ¿Como no lo supe antes?, ¿Como no lo descubrí en otro viaje o en otro momento?, ¿Como es que hay cosas tan buenas afines e interesantes y no las conocemos hasta que alguien las mente por nosotros, o nos ayude a verlas?
No estoy desvariando abstractamente, sino que me estoy refiriendo a un camino tapizado de nombres propios, de distinciones mas que interesantes. Todo empezó en Barcelona cuando di con el sorprendente libro de Concepción Cascajosa Prime Time. Las mejores series de TV americanas (aqui una buena entrevista). Si bien muchas veces en USA me había regodeado con la historia de las series clásicas, o con antologías que identificaban las mejores series televisivas de los últimos 50 años no sabia -aunque era mas que probable-, que alguien hubiese hecho el trabajo fino que Steven Johnson aprovecho astutamente en su Everything Good is Bad for you, ya traducido al italiano pero aun haciendo cola de espera en castellano.
Pero como siempre aun una persona tan prolija y avispada como Concepción Cascajosa no invento de la nada el recorrido que tan feliz nos hace, sino que como tantos otros – y nosotros mas que ninguno- abrevo en fuentes magistrales, ignoradas, poco conocidas.
En su caso particular esas fuentes son dos obras que ya mismo hay que conseguir. Por una parte la obra ya clásica de R Thompson Television’s second golden age From Hill Sreet Blues to ER, 1996, y por el otro la compilación de Mark Jancovich & James Lyons Quality Popular Television : Cult TV, the Industry, and Fans (BFI Modern Classics) 2003
En ambos casos se trata de obras que tratan en sumo detalle la historia de la complejizacion creciente de la TV, las derivas históricas que llevaron a muchos cineastas a convertirse en directores de series y a muchos guionistas a convertirse en productores, y en general a una hibridación creciente entre la TV y el cine, que el común de los mortales ni se imagina ni tampoco se preocupa demasiado por el tema.
Pero bueno no seguiremos mucho mas este derrotero -no al menos hoy de madrugada en un avión no muy lleno, pero que lamentablemente no nos dejo ni siquiera un asiento de al lado vacío- aunque el tema nos quedara repiqueteando como siempre.
Me alegro de que te haya parecido interesante el libro «Prime Time», tanto para leerlo como para hablar de él aquí (gracias por ambas cosas). Es interesante lo que comentas de las fuentes porque siempre he tenido la impresión de que uno de los problemas que aquejan a la televisión es que, al estar tan infravalorada, se piensa que para poder hablar sobre ella sólo hace falta verla, no saber sobre su historia, la manera en la que han evolucionado sus formatos, las figuras más relevantes, etc… Como si fuera un medio que sólo es presente y que no se merece reflexión. Cuando la realidad es que cuanto más se lee sobre televisión (es decir, textos que merezcan la pena) más se disfruta viéndola. Además de los libros que mencionas, yo recomendaría el de Glen Crebber «Serial TV: Big Drama on the Small Screen» (entre sus muchas virtudes está analizar programas de múltiples nacionalidades) y una joya que pude leer por fin hace unos pocos meses, «TV: The Most Popular Art» de Horace Newcomb, un análisis de géneros televisivos que se mantiene fresco a pesar de haberse publicado en 1974. Un saludo.