Viajar patriciamente en Business Class y dando un rodeo inusitado para llegar a Bilbao

Viajando en Business

No se cuantas veces habré viajado en avión, y menos aun cuantas al exterior. Pero seguramente desde que empezó mi ciclo internacional en 1969 con mi primer viaje a París, y siendo mas o menos conservador, debo ir ya por mas de un par de centenares de salidas al exterior. Porque si bien hubo años de viajes flacos con a lo mejor un solo vuelo, los hubo (y este es uno de ellos con 6 o mas viajes).

De ese maremagnum de desplazamientos solo en 3 ocasiones viaje en Business Class. Una fue muy reciente, se trato del regreso de Miami en Lan en diciembre del 2005. Antes había sido una ida a Madrid en Iberia en el 2002. En ambos casos porque el avión estaba sobrevendido y mi pasaje era carisimo.

Vuelos programados en Business solo había hecho uno a fines de los 80 con destino a Manila desde San Francisco, y en esa época, si bien había aun Primera Clase, igual había sido una fiesta.

Por esos avatares incomprensibles el ultimo viaje con destino final en Bilbao y con curiosa parada de 5 horas en Barcelona, también fue en business, pero esta vez el lujo fue extraordinario, el servicio realmente bueno y la comodidad sin fin.

Cruzar el Atlántico en un lecho de rosas

Curiosamente el salón de business que acomodaba 60 asientos en grupos de a dos, estaba colmado. No había un solo lugar libre. A los sillones que se convierten en cama y que tienen múltiples posiciones lo único que les falta es dar masajes, de fondo, porque el control remoto permite una variante tal fin

La pantalla de video es muy grande de 10 pulgadas (no como los cuchuflitos que tienen los 777 en turista) y se pueden ver doce películas a piacere. Yo empece con El Graduado un clásico increíble de 1967 , chusmee un poco The Producers, vi una de Sarah Jessica Parker por la mitad, y al final me trague entera Firewall, donde Harrison Ford, hace de lo que mejor sabe, de si mismo y es un héroe que logra cosas impensables e imposibles con la misma cara de piedra que tenia 25 años atrás cuando filmo Blade Runner.

La comida no fue excepcional, zafo nomás, la vinoteca variada me jugo una mala pasada y confundí un frutado con un cava (por lo que vi en la revista Noticias eso me descalificaría ipso facto ante Gisella Marziotta que elige amantes de una noche en función de su conocimiento enologico). Nos dejaron unas botellitas de agua y el desayuno fue bastante apetitoso.

También había una especie de conserje de vuelo que daba consejos, enseñaba a usar los aparatejos y lo mas destacado fue la existencia de un enchufe de 110V en el brazo del avión que permitía conectar la computadora indefinidamente. Salvo que.. algún vivo no se que ensalada hizo con la conectividad inalámbrica y nos cortaron la posibilidad de usar la maquina a medi noche, pero al menos esto me garantizaba que en el viaje de vuelta, que sería todo de dia (porque el de la madrugada esta colmada aunque me anote en lista de espera) , podría escribir todo lo que se me diera la gana. Si, había Internet y webchat pero estaba a un costado del baño y no tengo idee de cuanto costaria.

Es mas caro, pero se viaja tanto mejor

Lo que realmente hace la diferencia es la amplitud de los espacios, por lo menos tres veces mas grandes que en turista, cuatro baños -bastante mas grandes que los del proletariado-para solo estos 60 pasajeros, y en general una sensación de estar viajando si no en un Mercedes Benz seguramente no en un Fiat 600.

La gente era mayoritariamente española que probablemente viajaron por negocios y un grupo de compatriotas que no la pasan nada mal, como ese celebre gordito de Alfonsin. Como me esta pasando cada vez mas últimamente no le encontraba la vuelta a la noche (salvo en mi destartalada cama), no me gustaba para nada el sillón tendido como cuando voy al dentista, así que preferí quedarme en la posición común y apenas pude pegar el ojo algunas horas.

Por esos avatares del absurdo me tocó ir a Bilbao vía Barcelona, cuando se lo comenté a la azafata no lo podía creer. Lo mismo le había pasado a un grupo familiar cuando llegué hace mes y medio para ir a Turín. Pero consulté los monitores y no se veía ningún vuelo a Bilbao hasta por los menos las 7 de la tarde.

Mucha gente en esa Terminal 4, bastante movimiento y esa sensación mezcla de alivio y de tristeza que da mirar monitores gigantescos plagados de vuelos a todos lados, gente hablando en muchos idiomas distintos, la lectura rápida de diarios españoles mostrando mundos que están tan lejos de nosotros.

Encima pude pegarle una hojeada el libro de Bogost que aunque un poco mesiánica y pomposamente realmente tiende bien los lazos entre la cultura literaria y la tecnológica. Y también biché un poco la biografía que escribió Walter Curia El ultimo peronista. La Cara oculta de Kirchner (Sudamericana, 2006) que tiene algunas perlas que ya comentaremos.

Como el mundo es angosto a la salida del avión me encontré con el canciller Jorge Taiana que estaba llegando un poco antes de la visita del presidente que hará su viaje de Estado a partir del martes.