La Nación entrevista a los intelectuales
El diario de los Mitre es un maestro en el arte de la manipulación. Hace muchos pero muchos meses y años que entrevista a intelectuales argentinos mayoritariamente, pero también a una buena cantidad de extranjeros, dándoles tribuna, en la mayoría de los casos, para denostar al gobierno.
Usando el atajo del debilitamiento institucional y enfatizando las alianzas mas pobres y enclenques de un gobierno peronista que por h o por b no puede saltar por encima de sus bases y raíces históricas, a veces putrefactas eso si, el diario deja que cualquiera diga cualquier cosa, si en medio de esa catarata de palabras es posible siempre destacar alguna frase que desprestigie o deslegitime al presidente, al gobierno, a la clase política en general y la política realmente existente en particular.
Por eso cuando vi el titulo de una de esas recientes entrevistas a los intelectuales del mundo y La Nación agresivamente publicitada como «El futuro no puede quedar en manos de los políticos«, no me sorprendí en lo mas mínimo y pensaba pasarla por alto, solo que me extrañó la bajada al sostener que el entrevistado de turno era uno de los escultores mas reconocidos del mundo.
Por una emancipación de la percepción
Se trataba efectivamente de Tony Cragg, un investigador infatigable de los materiales que recibió en 1988 -y yo lo vengo a descubrir casi 20 años mas tarde, que torcido que anda mi radar pecha kucha a veces- el Premio Turner otorgado por la Tate Gallery de Londres reconociendo de este modo su aporte magnifico a la invención de formas tridimensionales.
Donde el afán manipulador de los editorialista queda mas que claro es cuando al leer detenidamente la nota, vemos que ese comentario surge recién al final y en un contexto muy micro, donde Bragg retoma la conocida frase de que no hay nada peor que dejarle algo importante al profesional de turno. En este caso a los políticos y a los hombres de negocios y en cambio con un ejemplo tan excepcional como es el mismo no queda sino ensalzar las virtudes del artista como vigía del futuro.
Mas allá de dimes y diretes lo que viene haciendo Tony Cragg en términos de emancipación de la percepción y de alianza entre la ciencia y la experiencia estética es mas que llamativo y los Mitre en vez de despotricar tanto contra la calidad de la institucionalidad podrían ayudar bastante mas a formar nuevos ciudadanos (incluyendo a los políticos) embebidos en esas cualidades y destrezas que Cragg encarna.
Porque por un camino ortogonal a los mundos sintéticos (que Cragg desprecia al constatar su inmaterialidad y su incapacidad de pulsar y esculpir superficies físicas), el escultor se planteó como desafío lo mismo que muchos talentos de los efectos especiales y de los generadores de ficciones instituyentes, a saber producir estructuras que no tienen ningún antecedente previo en la representación.
Cragg lo viene haciendo cada vez mas seguido y con un grado creciente de monumentalidad aunque nosotros ni nos enteráramos previamente. Así durante los Juegos Olímpicos de Atenas mostró en su escultura World Events 2000 maniquíes de aluminio ensamblados que forman la silueta de un niño sosteniendo una pelota. En el 2003 engalano Battery Park Manhattan con su Resonating Bodies.
Los maestros europeos
Cragg es codirector de la escuela de Arte de Dusseldorf. Produjo sus mas de 750 esculturas (a razón de 50 anuales) en su taller en Wuppertal y no solamente hace maravillosamente bien, sino que sus opiniones son filosos y distinguidas, y su epistemología tiene mucho mas que enseñarnos que sus comentarios acerca de la política, que son comprensibles pero también banales.
Cragg esta interesado en otra política ligada a la identidad europea. Para él la UE empezó siendo un proyecto cultural antes de convertirse en una unidad política. La autoafirmación y autoconciencia europeas encontraron su locus regenerador en el arte, y en especial en una ruptura radical -al menos en su caso particular- con una escultura figurativa, orientada a la silueta, hecha con materiales limitados y como símbolo absoluto de poder.
A su entender los maestros que dinamitaron ese esquema fueron primero Medardo Rosso que le enseñó a mirar la superficie de la materia, atendiendo a sus propiedades y a leerla del mismo modo en que le miramos el rostro a un otro. Y después vino Marcel Duchamp mostrando la dimensión estética (porque ésta depende del ojo del observador mucho mas que de la ontología de las piezas) de los objetos industriales.
Lo que vino después; el pop art, el dadaísmo, el arte povera, Fluxus y hasta el inglés Damien Hirst amplió el escándalo de Duchamp incorporando a la naturaleza en su radar. Haciendo en el arte suturas cada vez mas brutales (Bruno Latour fue uno de los pocos que sin meterse por este atajo hace rato que anticipó la fusión objetos/sujetos y el acople entre los yoes y los artefactos) lo que estamos viendo teorizado por Cragg -pero mucho mejor aun corporeizado en sus obras- es la estetización de casi todo.
Indagaciones materio-conceptuales acerca de la estructura
El propio Tony Cragg es consciente de haber extendido y radicalizado las propuestas de sus antecesores. Acudiendo a nuevos elementos, texturas y materiales de la vida cotidiana (como lo hacen en mucho mas chiquito y sin una proyección tan filosófica Mondongo), probó trabajar con el plástico, la goma y los desechos y pasó por la estación obligada de las instalaciones, pero siempre en busca de algo mas y de algo distinto.
Sobretodo a través de una indagación materio-conceptual acerca de la estructura, descubriendo así que los humanos nos extendemos en la materia, que usamos los materiales para mejorar nuestras posibilidades de supervivencia.
Rompiendo con el dualismo naturaleza vs cultura, animalidad vs humanidad, definiendo como natural tanto una casa como un nido (independientemente del programa genético o memético que codifica a los objetos) para Cragg la función del arte y mas especialmente de la escultura es buscar esa forma intermedia (metaxu la bautizó hace mucho tiempo Philipe Queau en su poco visitado Metaxu o del arte intermediario).
Volviendo al principio de lo que se trata es de descubrir nuevas formas con nuevos significados y emociones que sirvan para entender mejor el mundo que nos rodea, donde al final poco importa si se trata de personas, artefactos, vivisistemas y su conjunción y rediseño permanente (en este sentido y por un camino muy diferente en la búsqueda de la respuesta su tarea se emparienta con la Richard Sennett que acaba de publicar su fabuloso La cultura del nuevo capitalismo en donde el punto de partida son precisamente los tres desafíos que se imponen al individuo: ser capaz de definirse a través de constantes mutaciones profesionales, dar la talla en una sociedad en la que el talento ya no se valora y buscar un lugar desde el cual mantener los vínculos con el pasado. Convencido de que el ser humano no podrá construirse en estas condiciones, Sennett apuesta por una revuelta contra esta cultura de la superficialidad.
Cragg, ¿un Sennett de la estética?
Relativista cognitivo sin exageraciones Tony Cragg insiste en que nuestro entendimiento de la realidad es limitado (¿quien le puede discutir el aserto?) pero que ademas, y esto es mucho mas interesante,la realidad también es una convención. Y de lo que se trata en el esfuerzo artístico, pero también en el científico, el epistemológico y el emprendedorial -insistiremos nosotros con este horrible neologismo- es de mejorar esta convención.
Volviendo a los fundamentales de Bateson, Cragg insiste en que pensamos todo el tiempo en intangibles: Ángeles, Dios, moléculas (principios explicativos los denominaría el gran Gregory) y necesitamos un lenguaje que describa ese no experimentado.
A quien lo tilde de mesiánico o de querer reinventar la rueda de la experiencia, Cragg replica con lo mismo que nosotros hacemos cada vez que nos insisten en que las computadoras son mas de lo mismo. Escultura se hizo siempre es cierto, pero la variedad de materiales que tenemos hoy para experimentar es ilimitada y eso no ocurrió jamas antes (y lo mismo vale para la computadora que es una simuladora de propósito general).
Desde el oro a la mierda, todo puede ser código o alfabeto para explorar nuevas emociones y articulaciones. Pero no nos alegremos demasiado rápidamente. Es cierto que tenemos los instrumentos, cada vez la sintaxis es mas rica y los componente mínimos proliferan y nos deslumbran con sus posibilidades. ¿Eppur.. que cosas tocamos con ellos? ¿Cuales son las cosas importantes para decir o descubrir a través del arte?
Cragg se considera un materialista radical y vocifera con entusiasmo el rol histórico, presente y futuro del artista como expansor de la imaginación. Mucho antes que los científicos o que la gente común ellos imaginaron, husmearon, merodearon y conquistaron (antes de que los tecnólogos pudieran concretizarlo) excursiones a la Luna, al fondo del mar, a las estrellas y al interior de las moléculas.
Cragg detesta a las teocracias vengan de donde vengan y su tensión esencial está en auscultar mas alla de lo conocido. La cuestión es dejar de teorizar y de discutir y hacer, hacer y hacer. El dice y yo atiendo y concuerdo, que nadie nos va a salvar, ni el ET ni Neo, ni los antiguos ni los modernos dioses. Y que debemos hacernos responsables de las estructuras que creamos (las débiles y las fuertes, las simbólicas y las materiales).
Volviendo a sintonizar con las cuerdas pulsadas por el ultimo Bateson en su teología cibernética en El temor de los Ángeles, Cragg insiste en que la estructura (la pauta que conecta diría el genial Gregory) esta allí. Obviamente que la hemos construido nosotros a lo largo de 100.000 años por lo menos, y es de naturaleza estética (lo mismo dice Al Gore en el espeluznante The Inconvenient Truth al insistir en que los grandes dilemas de nuestro tiempo no son políticos sino éticos).
Ahora se entiende mejor el tendencioso titulado de La Nación porque lo que Tony Cragg dijo en la suculenta entrevista que le hizo Loreley Gaffoglio es que uno no puede (no debe) dejarles a las políticos la reflexión sobre el futuro y tampoco a los hombres de negocio y menos aun permitirles que diseñen nuestro mañana.
Pero eso no tenia nada que ver ni con la gobernabilidad ni con la calidad de la institucionalidad, salvo que los editorialistas quisieran hacernos perder de vista la riqueza infinita de los planteos de Cragg.
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