Hoy no piensan las personas. Es la red la que piensa
Lo hablamos en su momento con José Joaquín Brunner. Fue ya hace mas de dos años cuando nos cruzamos en Bogotá en un almuerzo de ensueño en el Museo Nacional de Bellas Artes en Bogotá mientras tapizaban las paredes unos cuadros increíblemente bellos y sangrientos de Fernando Botero dedicados a la violencia local.
La pregunta que le dispare a boca de jarro, era ¿quien piensa hoy? Pregunta moderna y barroca y si las hay. Pregunta que detrás de una supuesta búsqueda de la verdad escondía interesadamente una suposición acerca del cambio en el régimen de verdad, que desconfiaba definitivamente de los poseedores y adoradores de la verdad.
Porque hace apenas dos o tres décadas atrás hubiese sido fácil y elegante descerrajar decenas de nombres de pensadores, faros incuestionables, linternas admiradas, consejeros mas que del príncipe del vulgo, capaces de criticar al presente desolado en nombre de un futuro anhelado y factible de diseño, si tan solo los entendiéramos bien y los aplicáramos mejor
Y no habría habido dificultad en distinguir en ese listado a nombres de primera y de segunda, a figuras reconocidas y casi en el borde del estrellato y el bestsellerismo y a otros casi desconocidos por el vulgo pero pan comido en las clases de la facultad, en los bares bohemios y en las páginas culturosas de los suplementos dominicales.
Pero eso fue alla lejos hace tiempo. Y José Joaquín me bajó de la interlocución de un buen hondazo cambiando completamente el sentido de la pregunta al contestar de un sopetón: «es la red la que piensa«.
Mas allá de las fascinación y la relativización
Si no lo hubiese conocido a José Joaquín desde añares, podría haber imaginado que su respuesta era una boutade, o simplemente una tomadura de pelo a la Wikipedia o mas bien un despreocuparse de un moscardón que lo incomodaba cuando el lo único que quería era comer rico y bien.
Dos años mas tarde y mas alla de relativizaciones nos encontramos con dos hechos que realzan cada día mas y mejor la inteligencia de la respuesta de José Joaquín. La primera esta dada por la declaración de la revista Time -también mas alla de su trampita con el mecanismo de selección ver editoriales…- insistiendo en que el personaje del año somos todos nosotros.
Es decir no solo los consumidores tradicionales de información y de medios sino los productores locales, los periodistas amateurs, los cruzados de la información poco convencional, y quienquiera forme parte de una ecología de la prosumición.
No menos interesante como ilustración y comentario a la respuesta de Bruner son los dichos del politologo español Fernando Vallespin, autor de obras como «Nuevas teorías del contrato social» o «El Futuro de la política», quien en una reciente entrevista que le realizara Fabian Boser en el Clarín de los domingos sostuvo con no menor tino que Bruner en su momento que «Hoy tenemos la suerte de carecer de grandes pensadores«.
La suerte de que el pensamiento no se concretice en una mente
Vallespin parte de una constatacion rara vez asumida que es mostrar la otra cara del proyecto globalizador que instalado e instigado como expansión capitalista hacia el Este y Oriente, revirtió en un movimiento inverso cual es la aparición de China e India como actores privilegiados con el objetivo eventual de desbancar a Occidente del control económico del mondo.
Aunque no podemos hablar estrictamente de una orientalización de la globalización mundial, de pronto las tesis tan vapuleada de Huntington están a un tris de volverse reales -después de haber sido tan banalizadas y execradas por los grandes teóricos europeos. El conflicto entre Oriente y Occidente, entre Norte y el Sur, entre Este y oeste ya no es mas ideológico sino cultural.
La hollywoodizacion y el hiperconsumismo occidental se encuentran de pronto con anticuerpos sumamente poderosos. La justicia iraquí al mejor estilo de Nuremberg y bajo el protectorado de las fuerzas de invasión norteamericanas cuelgan en la horca al tirano Hussein e ipso facto lo convierten en un mártir. El tiro les salió por la culata y los teóricos que defienden a ultranza la invasión yanqui se ven consternados.
No deberían asombrarse tanto. Pero su miopía en todo caso no proviene de su particular carencia de herramientas conceptuales para pensar un presente contradictorio sino de la misma estopa de la que estaba hecha la reflexión de Bruner. A saber de que carecemos de instrumentos para evaluar este presente colapsado.
¿Cómo evaluar un presente colapsado?
La novedad de Vallespin es que le suma a la constatación de Bruner de que quien piensa es la red, la alegría de saber que carecemos hoy en día de maestros pensadores en cuyas teorías nos podemos reconocer y que puedan servir reflexivamente para tomar por asalto a nuestra realidad.
El mundo actual es impenetrable al pensamiento decimonónico y eventualmente al mismo pensamiento, o lo que queda del del siglo XX. Pero Vallespin es un hombre sagaz y no insta a que llenemos ese hueco con un pensamiento débil o una tolerancia indiferente.
Su diagnostico nos retrotrae a la tesis de la caja de herramientas de Foucault/Deleuze, a la vivencia del mundo posthumanista en el que estamos insertos, a la falta de necesidad de adscribirnos a ninguna de las grandes ideologías en conflicto, y a la posibilidad de conformar una dieta cognitiva en función de caprichos o decisiones individuales sostenidas por nuestros propios intereses.
Lo que queda claro es que la realidad le ha sacado muchos cuerpos de ventaja a las ideas, especialmente a las progresistas que en manos de pensadores supuestamente idóneos habían cometido una falacia atemporal muy pocas veces detectada. En la medida que en las utopías estaban asociadas a imágenes del progreso, el futuro seria el lugar en donde siempre encontraríamos reconciliadas las contradicciones.
La solución a los poblemos se encontraría siempre en el futuro, el presente no era mas que promesa y preparación, pero las verdaderas soluciones a los verdaderos problemas tendrían lugar en el mañana.
El futuro de solución se ha convertido en problema. El presente de transición se ha convertido en todo lo que tenemos
Lo que ha sucedido en cambio es que el futuro ha colapsado sobre el presente. No se trata ya de un horizonte de emancipación en un mundo mejor y reconciliado sino que al revés el futuro es la distopía absoluta.
Toda la ciencia ficción reciente lo ha declamado una y otra vez. Los últimos ejemplos ilustrativos son Los Hijos del Hombre y… La infertilidad y la peste -diezmadoras de todo futuro de crecimiento y multiplicacion- son lo único que nos espera a la vuelta de la esquina. Las tesis de Inmanuel Kant acerca de la Paz Perpetua se sobreimprimen sobre la guerra de humanos contra maquinas en Terminator, y de los replicantes contra sus diseñadores en Blade Runner.
El futuro es la amenaza, la escasez de agua, la ausencia de materias primas, la aparición de nuevos peligros que ya han cortado la racha de que el futuro sera mejor y mas deseable que el presente.
Nuestra generación es la primera de la historia en la que los hijos vivimos bastante peor que nuestros padres, salvo nada honrosas excepciones. Estamos viviendo en el imperio del mindo, tanto en USA como en Iraq, tanto en el conurbano bonaerense como en la mayoría de las grandes capitales latinoamericanas. Estamos a las puertas de una nueva Edad Media como habían avizorado Furio Colombo y Umberto Eco hace ya casi 30 años.
La fantasía de una retroutopía que paraliza la emergencia de nuevas distinciones
Mientras los ubamarxistas repiquetean con sus letanías, y si bien las ideas de Eduardo Galeano me resultan agradables y entiendo su desazón con este presente teniendo en cuenta lo que el imaginaba y esperaba en los 70, me parece que se trata mas bien de un discurso de letanías sobre un futuro que no fue, y de una defensa a ultranza de una utopía que jamás tuvo la menor chance de concretarse, que un recorte interesante y rico del futuro colapsado sobre el presente.
Para entender lo que nos pasa y para tratar de modificarlo es mucho mas útil Lash que Galeano, mucho mas operativo el Richard Sennet de la Cultura del nuevo capitalismo que cualquier marxismo aggiornado, mucho mas afín Alfons Cornella o Richard Florida que alguna nueva bravata anticapitalista y filotercermundista
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