Uruguay de nuestros amores
La primera vez que llegué al Uruguay tendría 10 años y me alojé en el que era en ese momento el monumento al lujo y lo mas parecido (junto a los hoteles Plaza y Alvear de Buenos Aires, el Sheraton recién se estaba construyendo) a un hotel de lujo europeo, el Victoria Plaza de Montevideo -hoy obviamente apenas un engarce en la cadena Radisson.
Después empecé a venir mas o menos seguido a partir del verano de 1970. Habiendo conocido a Ana Jaramillo, recién desposada con Hector del Castillo, nieto de Lussich de cuyo arboreto me encontraba alojado a pocas cuadras, en sus sucesivos veranos pasados en Uruguay hasta su separación en 1972 (año del nacimiento de Tamara su hija única) me invitaban a cabañas, casitas y otros alojamientos por los alrededores.
Uruguay de nuestros amores
La primera vez que llegué al Uruguay tendría 10 años y me alojé en el que era en ese momento el monumento al lujo y lo mas parecido (junto a los hoteles Plaza y Alvear de Buenos Aires, el Sheraton recién se estaba construyendo) a un hotel de lujo europeo, el Victoria Plaza de Montevideo -hoy obviamente apenas un engarce en la cadena Radisson.
Después empecé a venir mas o menos seguido a partir del verano de 1970. Habiendo conocido a Ana Jaramillo, recién desposada con Hector del Castillo, nieto de Lussich de cuyo arboreto me encontraba alojado a pocas cuadras, en sus sucesivos veranos pasados en Uruguay hasta su separación en 1973 (año del nacimiento de Tamara su hija única) me invitaban a cabañas, casitas y otros alojamientos por los alrededores.
En estos 36 años (justo un tercio de la vida de este news) volví 3 o 4 veces al Uruguay y casi siempre a Montevideo. Sin embargo una vez en 1993, otra probablemente en el 99 y un día solo a mediados del catastrófico otoño del 2002, pasee mis pies nuevamente por este maravilloso otro lugar en el mundo.
Descubriendo Club Azul…. mas de trés décadas después
Como la suerte, el arte de los encuentros y las ganas de ver lo mismo con ojos distintos no nos abandonan nunca, vengo de estar alojado en un pequeño country comunal filoizquierdista de los años 70 -consgtruido precisamente en la época que viajé por primera vez a ese lugar- a un par de km de Punta Ballena. Se trata del Club Azul una zona de unas 10 hectáreas construidas a principios de los 70 conformada por una treintena de casas pequeñas y cuidadosamente iguales las unas a las otras, que tienen la peculiaridad de compartir TODO lo que no sea la propia casa en términos de espacios comunes.
Encapsulado en ese enorme terreno hay un par de canchas de tennis, una inmensa pileta, un quincho y mucho, infinito verde. Aquí tienen su casa de remanso Jorge y Susana Balan desde mediados de los 80. Aquí venían cada tanto cuando sus correrías argentinas los llevaron a encontrarsre y a inventar una hermosa casa en San Telmo, pero especialmente desde su exilio laboral en Nueva York en los últimos 10 años, cuando se quedaban escasos 15 días, que no alcanzaban para aplacar la sed de tranquilidad y la sensación de paz infinita que brinda este lugar.
Pero Jorge esta pasando su ultimo año de relación con la Ford, ha reconquistado su espacio oficinesco en el CEDES en Buenos Aires, ambos se han comprado una casita en las afueras de Guelf en Canada cerca de Toronto, y esta vez decidieron pasarse un largo verano en estos lares, primera vez en casi 20 años.
Muchas vidas en una
Para mi sorpresa y perdónese mi desconocimiento los Balan son una pareja de deportes amar. Y así durante el fin de semana hicimos un enorme recorrido de casi 80 km yendo por caminos internos hasta la laguna Garzón, justo donde el ferry pisa el poncho, para ir aun mas al Este y Jorge y Susana se deleitaron haciendo windsurf, mientras unos enormes kites barrían el cielo.
Después al regreso visitamos los lugares mas comunes (y tremendamente hermosos) de este balneario cada día mas inexplicable y sobretodo menos pensable. Así fuimos primero a José Ignacio, donde paramos en el Faro, visitamos el restaurante La Huella y rodeamos el monumental Buquebus de la excelsas Amalita, que creció desmesuradamente desde mi ultima visita en el 2000 y que se ha convertido en un poderoso pueblo de casas a la cual mas hermosa y costosa una que la otra, con playas inmensas de fondo, con un lujo mesurado pero visible y con una sensación de enclave de todopoderosos difícil de evitar.
El camino de la costa, que nos desvió varias veces dada una maratón que embotelló al rezago de turistas que todavía esta en la Punta, nos permitió visitar todos los lugares comunes que los ricos y famosos han bautizado con su presencia sagrada en las ultimas 2 décadas.
Desde el parador de Pancho Dotto, tachonado con un … desde 1984, como si allí hubiese vivido Mozart o escrito sus papeles nucleares Einstein, hasta Manantiales, Montoya, Bikini llegando por fin a la lonja de 3 o 4 cuadras de largo de La Barra -con sus inevitables Freddos y Novecento, Harley Davidson y cuanta casa de marca y de punta se imaginen.
Lo mismo … pero tan distinto
Mientras el mundo se encamina indefectiblemente al calentamiento global, a la desertificación, a las distancias sociales y económicas mas brutales. Mientras que a pocos km de distancia los entrerrianos disfrazados de cuchilleros cortan los puentes y perjudican al turismo que nunca estuvo tan flojo como esta temporada. De hecho vinieron 30% menos de turistas argentinos esta vez y ya se han ido unos 25% en los ultimos 10 días.
Mientras en Buenos Aires se diseña la gobernabilidad del país por otros 4 o 40 años, y mientras Bush -que en un par de semanas estará en Montevideo- impetérrito sigue hundiendo a USA en un colapso del que le costará salir décadas, si es que China no tiene otras intenciones, aquí en la Punta el verano ya pasó.
Porque se trata del verano mas corto del mundo. Solo opera un mes, Enero. Estando apenas a 10 de febrero las calles están desiertas, los negocios añoran el bullicio de días atrás y los infinitos departamentos de lujo que balizan desde el parador 31 en La Brava hasta llegar al centro de la ciudad, para repartirse después un poco menos pretenciosos pero en una cantidad alucinante del lado de La Mansa, nos devuelven espejado un reflejo de un mundo dividido, inalcanzable para la mayoría, rutilante y monaguesco, perdido en el sur del mundo.
Para no hacerme el Sebrelli y tratar de iluminar con mi torpeza la vida esteña mejor exhibida y comprendida en las revistas Gente, Caras y Pronto que en algún tratadito como el que lo volvió celebre a Juan José cuando en los 60 parió su celeberrimo Mar del Plata. El ocio represivo, solo quiero dejar testimonio de mi sorpresa y consternación.
Mundos irrenconciliables
Qué panzada se haría quien pudiera correlacionar el catastro de Punta del Este con las fortunas porteñas. Que reinvención presupuestaria cabría hacer si se levantara el secreto bancario y la chorrada de miles de millones de dólares invertidos en este ocio pornográfico pudiera tener algún destino productivo.
Pero estos devaneos seguramente me están siendo contagiados por Club Azul, por un recuerdo deshilachado del diario Marcha de fines de los 60, por el recuerdo de algún montonero que seguramente conocimos cuando Punta Ballena era apenas un pueblito de vecinos como uno y donde Solanas destacaba pero no tanto, y donde Punta Carretas no era el shopping que tenemos aquí al lado del Hotel sino una prisión de la que se evadieron los secuaces de Raul Sendic.
Hoy cerca de Club Azul hay hoteles increíbles como Solanas Forest Resort restaurantes locales pero de un exquisitez sin par como medio y Medio, banda ancha, telefonía fija y celular.
Mientras, el domingo se le rompió el flamante VW a Jorge, y de pronto nos encontramos varados sin posibilidades de volver a un destino al menos 40km distante. Por supuesto Toddy con una parsimonia, frialdad y eficacia que la caracteriza no solo logró alquilar un coche en un santiamén, sino también ubicar al Automóvil Club, por lo que despues de unas horas de aleteo en el centro de la Barra, finalmente pudimos volver sanos y salvos para encontrarnos una mañana mas tarde con un clima templado y un programa, que incluyo rescatar al averiado coche, que cerraria nuestra excursión a una de las variantes de la tranquilidad, la paz y el bienestar.
Si estoy de acuerdo que no se usa todo el tiempo que se podria, pero aun asi toda esa inversion deja muchas divisas a la balanza de pago del Uruguay, asi que es una industria al final de cuentas.
Yo soy de los que piensa que tambien se podria hacer una zona franca financiera y de software a la entrada de punta, y entoces tener algunos miles mas viviendo en invierno.