Todo llega todo llega. Lo lejano se vuelve cercano y viceversa. Cuando pase por Barcelona en marzo vi una extraña construcción terminada en un plato volador mayestático. Se trataba del Hotel Hesperia una de los últimos logros del diseño de esta capital del diseño europeo.
Apenas 4 meses mas tarde estoy metido en uno de sus salones mas llamativos en medio de un escenario circular con cerca de 250 personas, con Antonella Broglia en la primera fila y entre los conocidos -mayoritariamente españoles como Javier Creus, Risto Meijide y tantos mas- estaba a pocos metros Lucio Margulis ex-educ.ar.
Muchos hemos recorrido un largo camino en estos meses/años, en este presente futuro tan saludado por Alfons Cornella el factotum del evento quien en pocos minutos mas, pasadas las 9 de la maña los TED iberoamericanos.
Atrás en un castizo -o gallego inconfundible- entre mucho catalán que se colaba por las primeras filas se hablaba del rollo de la innovación, del coñazo de los eventos, hay mucha expectativa, quien sabe cuantos participantes repartidos habría de las dos ediciones anteriores?
Una cantidad impresionante de tambores -de casi un metro de altura- pegados en cada silla indicaban que desde el comienzo que se venía una onda experiencial y que habría que pagar con el cuerpo la osadía y las ganas de estar acá.
El material de promoción consistió en una bellisima bolsa naranja que pegaba perfectamente con mi remera OLPC tamaño large. Y si bien a veces no todo es oro lo que reluce y Monterrey, California con su TED original esta cada vez mas lejos seguramente -después de todo Barcelona no es el Everest sino a lo mejor apenas el Aconcagua- estos dos días serían inolvidables, sumandos ya a la maravillosa experiencia de haber pasado mas de la mitad de mi tiempo comprometido con la UOC
El jueves fue un día nublado, llegar hasta un barrio -pegado al hospital de Bellvitge- considerado hasta hace poco uno de los «peligrosos» fue una odisea por mi capricho de investigar accesos proletarios -aunque a la noche volveríamos 10 en el mismo vagón- habiéndome confundido en una estación de metro con la homónima -Sants con estación de Sants- y habiendo debido salir de la panza de la red porque no había mapas -siempre atentando contra la usabilidad estos benditos planificadores urbanos- en los infinitos corredores que conectaban las lineas 1, 3 y 5 (Cada vez mas densa y eficaz el sistema de metros de Barcelona que al igual que el de Madrid han crecido en forma rutilante estas ultimas décadas convirtiéndose así en otro indicador de la riqueza de las capitales – ya saben como andamos por el mar muerto, ¿algún día se inagurara la linea H?).
Había tantas cámaras digitales como asistentes, las tambores fueron usados como pupitres al menos en la primera fila, la gente se saludaba, se reconocía, con alegría pero sin efusividad.
La puesta en escena era realmente espectacular con cuatro cuartos de círculos de 5 filas de profundidad, albergando a los 250 asistentes y un proyector especial en el techo, que volviendo a las ideas originales de Myron Krueger -fundador de la realidad virtual- en vez de aludir generaba mundos virtuales.
No era la primera vez que me encontraba frente a un publico heteroclito, que en vez de venir a escuchar y a empaparse de ideas y proyectos de los demás quería participar activamente.
No era la primera vez que veía como a través de estrategias de presentación llamativas, de formatos novedosos y de una sabia dosis de juego y llamado a la acción, se puede movilizar el cuerpo y el alma de la gente de modo muy distinto al tradicional.
Después de todo participe hace ya mas de 20 años de la fundación del coaching ontológico y cuando la palabra ni existía, me entrene con el propio Fernando Flores en Chile en el primer curso que dio entero a fines de los 80 en Santiago de Chile.
Sin embargo no había estado hasta este Renacer 07 en una sala donde casi 40 participantes -la mitad en el largo formato de 15 minutos y otros 20, entre los que estuve incluido en el supercomprimido de 2 minutos y medio- expondríamos hechos y artefactos como extensiones de nosotros mismos.
Porque una cosa es contar lo que nos han contado y otra muy diferente es contar lo que hemos hecho. Una cosa es pavonearnos por el mundo parasitando ideas ajenas (especialidad de docentes universitarios afortunadamente en peligro de extinción) y otra muy diferente es convertir alguna idea numinosa -de esas que solo nacen después de 100 intentos fallidos- en un prototipo ejecutable o demonstrable.
Porque una cosa es ser cola de león y creerse toro en rodeo propio y otra muy distinta es ser cabeza de ratón y proyectarse como torazo en rodeo ajeno (y ahora que aquí cerca en Pamplona renació San Fermin la metáfora no resulta tan desaguisada).
Resumiendo, porque desde el inicio al fin la crónica tiene necesariamente que evocar temas e impactos, encuentros y disparadores, ejemplos y circunvoluciones reorganizadas, el comienzo se inicio a todo tambor y las manos doloridas masajearon las neuronas. Después siguió una fiesta nada mansa ni tranquila, y las promesas de renacer, aunque siempre son exageradas, nos volvieron un poco mas astutos, nos despertaron -al menos mientras duro el evento intensisimo- de nuestro sueño dogmático de todos los días. Renacer 07 nos mostró que atreverse, si suma a las ganas contenido y releva demandas de otros no menos inquietos que nosotros, termina en un circuito virtuoso, con nombre y apellido – al menos una decena de exposiciones se ganaron nuestro reconocimiento. Y como el ejercicio de cierre de los tambores lo demostró con cuerpo y garra, hay cosas que no tienen precio, aunque este evento costaba 1200 euros.
Ja pero aquí debemos dejar -es verano en Europa y la costa nos esperaba- las impresiones seguiran pronto y mañana primero habrá una evaluación. En los próximos días seguiremos con mas detalles de la cronica. Escondidos en un pueblito medieval llamado Pals en la provincia de Girona y con Cadaques apuntando en el GPS como proximo destino, con Hugo Pardo al mando del SEAT Ibiza les decimos bye hasta mañana AP.
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