Artefactos de sentido
Desde hace unos días un cimbronazo altera Buenos Aires. Resulta «in» y a mismo tiempo un motivo de rechazo visceral -como corresponde a cualquier artefacto paradojal de esta era de la fluidez, la incertidumbre y el «todo vale» pero no tanto. Se trata de la exposición Bodyworks que está ocurriendo en el Shopping Abasto mostrando una veintena de cadáveres humanos y más de 200 órganos que vienen recorriendo el mundo desde hace una década y despertando controversias sin fin.
En un país tan pacato como el nuestro -donde León Ferrari terminó autocensurando la muestra Retrospectiva 1954-2004 frente al cuestionamiento que hizo la iglesia de su puesta en el Centro Cultural Recoleta-, no debería extrañarnos para nada que en pocos días mas la muestra fuese levantada, o que el intento de hacerlo convocara aun mas curiosos y adictos, o al revés que fuera tan solo una hábil estratagema de la empresa Premier Exhibition (también hay otras empresas privadas que en el mundo patrocinan exposiciones similares, como Body worlds (Los mundos del cuerpo) y Bodies Universe Within (El universo interior de los cuerpos) que trajo los cádaveres -tildados por Fabio Rodríguez ¿ex?-profesor de anatomía y director médico local de la muestra- como especímenes verdaderos– fueran aquí el negocio que también fue en otros lados.
Por lo sucedido en los primeros días, la muestra va camino de ser un éxito de ventas y una fuente inagotable de controversias y fomento del debate -algo tan inexistente en estas Pampas que ya de por sí merece nuestra atención. El día de la «función» de prensa asistieron 600 personas, el día de apertura de la muestra 1700 y el segundo, cuando movido aristotelianamente por el asombró me tocó asistir a mí, faltaba una hora para el cierre y ya habiamos entrado potenciales especímenes verdaderos en la cantidad de 1700.
La entrada cuesta $30 (el doble que una de cine en el mismo Abasto), y existe una bizarra variante VIP de $45, que lo único que ofrece es no tener que hacer cola para comprarla ni para poder entrar. Como era de esperar no andaba el sistema de la Planta Baja pero la mayoría de la gente no se amilanaba y optaba por pagar en efectivo.
La Pulsión escópica y el verdadero padre de las criaturas
Adentro la cosa daba para mirar, mirar y mirar no tanto o no solo los cadáveres, sino la fauna de curiosos, mezcla de estupefactos, sorprendidos, asombrados, asustados, cancheros y sabelotodos, que se agrumaban alrededor de los 18 cuerpos principales, y en torno de las vitrinas donde reposaban órganos y secciones, cortes y ensamblados, cartelitos y guías, montajes y resecciones, para todo los gustos y para todas las ganas.
Porque si algo sobraba en el público que en patota ocupaba el salón -y que el fin de semana largo ise alineó en colas infinitas- eran ganas. Los cadáveres mayores veían arremolinarse mas de 15/20 personas permanentemente, circulando por los escuetos 900 m2 organizados en laberinto (casi lo mismo que toda la superficie del salón principal Cronopios en el Recoleta), con unas ganas de adueñarse de secretos que rara vez vemos fuera de los museos.
Ya en sus sus primeras exhibiciones en Berlín en el 2001, cuando aun no se sabia si la pacatería yanqui iba a soportar este exceso de realidad en su territorio, el clima en torno a estos cadáveres exquisitos era festivo. El promedio de gente que lo visitaba era de 32 años, muchos colegiales festejaban su primer danza con la muerte fuera de un velatorio y había mucho de exorcismo y de juego con estos cadáveres que no lo son y con nosotros que algún día lo seremos.
También había desmayos, uno al día en ese entonces. Cínicamente -como todo lo que dice- Gunther von Hagens, el inventor del método de la plastificación los atribuía a razones religiosas. Jugando a los trucos como una de sus pasiones, su nombre no es el de bautismo sino el de su primera esposa. Nació como Gunther Gerhard Liebchen y su vida es tan florida y provocativa como sus creaciones.
Fue escondido en una canasta durante 6 meses por sus padres para escapar de la avanzada rusa en Alemania. A los 6 años tuvo hemorragias que lo hospitalizaron por temporadas, estuvo por morirse innumerables veces y se convirtió en un fanático del lanzamiento del primer Sputnik. La lista de extravagancias que siempre lo acompañò sigue y sigue. Intentó escaparse de Alemania Oriental un par de veces y estuvo preso mas de dos años donde se le recetó reeducación por su naturaleza polémica e indomesticable. Al final fue comprado por los alemanes occidentales, estudió anestesiología y obsesionado como estaba por la recomposición de los cuerpos tardó casi dos décadas en inventar un procedimiento que reinventaría la anatomía.
La versión local
Lo cierto es que la convocatoria Bodies. The exhibition (Cuerpos, la exhibición), también conocida como Bodies revealed (Cuerpos revelados) ha sido vista en el mundo por cinco millones de personas -la original de von Hagens ya va por los 10 millones– y por el desfile que esta convocando en El Abasto parece que los argentinos nos unimos al séquito de sus adoradores con una rapidez inusual.
Como la prensa internacional y la local lo han comentado profusamente la polvareda se levanta por razones previsibles. Las preguntas que primero surgen son las mas evidentes: ¿Entretenimiento freak? ¿Arte? ¿Novedosa propuesta educativa?
El curador de la muestra el doctor Roy Glover, (con sus bien ganadas 1.600.000 referencias en Google) profesor emérito de anatomía y biología celular de la Universidad de Michigan (EE.UU.), escribió infinitas parrafadas justificando los fines educativos de la muestra, abonado por cartelitos infinitesimales que adornan las cajas de plástico y que son fielmente recorridos por los infinitos estudiantes de medicina y médicos que arremolinados pontifican sapiencia -como me tocó comprobar el jueves pasado.
Una catarata de objeciones
Mientras, las críticas son tan numerosas como los asistentes. Todas están en el manual del buen defensor de los derechos mortuorios. Que los cadáveres fueron robados, que fueron conseguidos en vida, que pertenecen a enemigos políticos del gobierno chino que consigue así deshacerse de restos que podrían convertirse en mártires. Tambien caen en bandada las objeciones religiosas. Desde el derecho de los muertos a descansar en paz, hasta quienes se estremecen por la explotación económica de sus almas o quienes, como la comunidad rabínica del Abasto, insisten en que exhibir estos cuerpos en esa zona es una afrenta para las leyes…
Ni que decir de las objeciones económicas que sostienen que el precio de la entrada es exhorbitante, que los cadáveres no cedieron sus derechos de copyright para su exhibición a perpetuidad, y que en realidad no se trata mas que de una habil explotación del morbo y del miedo de la gente, y que el mejor testimonio de esta manipulación está dado por la proliferación de empresas que vieron la veta y ya son manada.
Cuando entré el otro día una asistente (médica o disfrazada de, canchera pero no demasiado locuaz) tenía bien aprendido su FAQ a las objeciones y los primeros comentarios de la gente que ya se había desasnado y sabia que vería pero que dudaba de lo principal. ¿Se trataba realmente de cadáveres?, ¿Alguien que alguna vez haya visto a un finado en formol puede imaginar algun parentesco con estas esculturas humanas?, ¿Aparte del cadáver embalsamado de Perón, y salvo algún vistazo de coté a un pariente, alguien vio jamás a un muerto tratado tan artísticamente?, ¿Son muertos de verdad, es decir cadáveres de ex-vivientes? ¿O se trata de un gran engaño como a los Hollywood nos acostumbro generado por una industria de los efectos especiales que no le teme a nada?
Tratando de combatir la fama warholina de 15 minutos
¿Y si son de verdad cadaveres porque son tan chicos? No hay tongo, primera reacción de una pasmada concurrencia, mas feliz que asustada, mas morbosa que suspicaz. La discípula de Glover -como otras que blanqueaban inquietudes al final de la Exhibición- contestaba con parsimonia y suficiencia. En vida fueron chinos, en el proceso de plastinización puede que encojan un poco, las secciones están pintadas porque al sacárseles la sangre perderían el color que les asociamos mas comúnmente, bla bla bla.
Para los otros las respuestas (en la nota de Susana Reinoso de La Nación muestran cuan revulsiva es la idea de la muestra mas que la muestra en si), es que si desde Vesalio y Leonardo en adelante La lección de Anatomía es el modus vivendi de la medicina, y si ademas ver es conocer, ¿porqué no llevar las aulas de anatomía de la Facultad a la vida cotidiana. Además ¿rodearse de cadáveres no es una buena forma de empezar a no temerles y de paso acostumbrarnos a la idea de que nosotros algún día podríamos estar en la muestra?
Para quienes warholianamente debemos contentarnos no ya con 15 minutos, sino con 15 segundos de fama, no esta nada mal. Ademas imaginar que Heidegger y su teoria del Dasein como ser para la muerte puede ser desterrada de un plumazo por un contacto cara a cara con momias plastinizadas, zombies o algun otro formato, condice de maravillas con el pensamiento light y el fast thought y en tal caso habria que darle las gracias nuevamente al Dr. Glover y al inventor de esta inmensa apologia de los cadaveres bellos que es Gunther von Hagen.
De lo que no se habla
Para aventar las malas lenguas, Glover brinda desde hace años las mismas explicaciones. Y comienza por la más razonable: en las facultades de medicina de todo el mundo los estudiantes hacen sus prácticas con cadáveres reales, que en vida pertenecieron a gente sin familia, quienes ante la falta de reclamo acaban en la morgue de esas casas de estudio.
Al parecer, los chinos son verdaderos maestros en métodos de disección y preservación mortuoria. Según Glover, los restos pertenecen a personas que en vida hicieron sus donaciones consentidas a la ciencia médica. Llegan a la muestra a través de un acuerdo con la Escuela de Medicina de Pekín.
La muestra está dividida en los cuatro sistemas del cuerpo: nervioso, respiratorio, circulatorio y digestivo. Además, desarrolla todo el aparato reproductor masculino y femenino, el esqueleto y todos los órganos. La increíble complejidad de esa maquinaria tan sofisticada que es el cuerpo queda develada ante la audiencia, porque la información disponible también incluye las consecuencias que producen la vida moderna, las adicciones (drogas, alcohol y tabaquismo) y enfermedades como la obesidad, el cáncer de pulmón, la osteoporosis y la artritis, entre otras.
Según el «doctor» Glover El cuerpo humano nunca miente. La visión de cuerpos reales es el mejor camino para aprender y entender el mensaje educativo que trata de llevar a la gente. Un modelo de yeso o de plástico responde a la mirada idealizada de un artista sobre el cuerpo. No son auténticos y no sirven para provocar el impacto educativo que sólo los órganos reales pueden causar.
Después lo no dicho ni decible
Pero no nos tienta demasiado la pedagogía, ni creemos demasiado en estas recomendaciones pasteurizadas y nos resultan igualmente aburridas las reacciones estentóreas en contra de la muestra (en Alemania un iconoclasta atacó a un cadáver destrozándolo siendo demandado por U$S 50.000) asi como en el otro extremo su idealización mágica.
De todo lo visto y leído en estos días solo nos llamaron la atención los señalamientos de Federico Kusko quien en el suplemento Radar del domingo 19 de agosto, en una lectura tercerista hace las preguntas que generalmente no se hacen y llama la atención hacia lo no dicho y no decible de este experimento en psicología social realmente admirable.
Primero las preguntas: ¿quiénes fueron estas personas cuyos órganos y músculos aparecen fileteados como fiambres?, ¿Son personas o eran personas?, ¿Cómo vivieron, qué soñaron, de quién se enamoraron? ¿Cómo murieron?
Hay tantos juegos semiologicos y de enunciación en esta muestra que nos confundimos y terminamos no sabiendo de que hablamos, que nos pasó al contemplarla, porqué nos pasa lo que nos pasa al vernos espejados en esos «no-cadáveres». El travestismo lingüístico de no considerarlos personas (o ex) sino especímenes verdaderos forma parte de la gran trampa. Esos ex-seres humanos hoy son commodities que circulan en las mas de 10 exposiciones itinerantes que recorren el mundo).
La anti-lección de anatomía del doctor Nicolas Tuulp
Como bien dice Francis Baker en el capítulo «En la cripta» de su siempre vigente Cuerpo y temblor. Un ensayo sobre la sujeción (Per Abbat, 1985), la mirada de una ciencia masculina se organizaba alrededor de un cuerpo del siglo XVII que ya se había vuelto ambiguo. El cadáver desnucado de Aris Kint un ratero de Leiden marcaba el vaho de las vicisitudes del cuerpo mientras atravesaba la sujeción que hemos heredado.
Su vida se había extinguido apenas 36 horas antes pero se obligaba al cuerpo a significar, según un modo de representación solo accesible a un cuerpo a partir de cierto tipo de muerte. ¿Acaso la disección pública anual, realizada a modo de espantoso rito en medio del invierno, no era mera prolongación de la ejecución que la precedió y que le suministró al paciente?
Leer al Baker de Cuerpo y Temblor junto al Foucault de Vigilar y Castigar. Citarlo en la paredes del Abasto, ayudaría mucho a orientarnos donde nos perdimos antes que esos cartelitos de Testut de cuarta.
Porque a estos «especímenes verdaderos» se les extirpó la piel pero no por ver mas adentro vemos mejor -mas desapasionadamente o menos sujetos a como ya lo estaba Rembrandt en el siglo XVII.
De panópticos, técnicas de visualización y medicalización del cuerpo
Vemos todo pero no vemos el todo. Además en la muestra no hay ni una sola mujer. Y lo que esta mas ausente de la muestra es la muerte supuestamente convocada para ser exorcizada. Foucault vuelve aquí por enésima vez como retorno de lo reprimido. Nunca se habló mas de sexualidad que en el Occidente actual. Y nunca correlativamente el sexo y el erotismo fueron mas desconocidos como enseño hace casi tres décadas en su Historia de la Sexualidad. La Voluntad de Saber. Con este coqueteo con la muerte pasa exactamente lo mismo. Se la muestra tanto para no tener que temerle, pero no se lo consigue, por mas que nos creamos fuertes al vernos/verlos disecados y fosilizados así.
No hay duda de que sin quererlo por parte de los organizadores -al final no son mas que unos mercachifles post-hollywoodenses- éste es un fascinante experimento en psicología social. Porque nos dice mucho mas acerca de nosotros, de nuestro momento, de nuestras proyecciones, de nuestras expectativas, de nuestra curiosidad, que de los cuerpos y de la finitud, de la vida y la mortalidad, como había empezado a convocarla Rembrandt.
Si las técnicas de preservación son novedosas los usos de los cadáveres son ancestrales. ¿O acaso -como bien nos recuerda Kusko- no se los usó en épocas no tan pretéritas para probar las guillotinas, en pruebas de impactos de automóviles -cuando aun no existían los crash dummies- para exponerlos a los efectos radiológicos de las explosiones nucleares, para realizar los primeros liftings y la lista sigue y sigue
Una estudiante de medicina a mi lado lo aclaró en un comentario sorprendido y asombrado frente a la mas espectacular de las esculturas. Un gigantesco hombre de mas de 3 metros de longitud cortado en láminas cuidadosamente ensambladas a escala: «es como una tomografía pero de verdad».
La verdad de lo real conjugada con la plastinización de lo virtual, vernos por dentro como somos sin necesidad de rayos X, una confusión creciente entre planos y reflejos. Un intento -seguramente destinado al fracaso- de mirar de frente a la muerte (a los muertos) y saber en definitiva que esos cadáveres desfilarán eternamente mientras nosotros, sin quererlo, buscaremos imitarlos y parecérnosles hasta que la muerte nos una a todos.
Cómo se hace el proceso de plastinización
Primeros comentarios que datan de 2001 acerca de las exhibiciones pioneras en Berlin
El sitio oficial de la exposición de Von Hagen
Sitio oficial de Publicado enVirtual/Artificial
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