Museística profesionalizada
Se puede despotricar indefinidamente en contra de los Museos. Para los amantes de lo nuevo y de lo actual, de lo high-tech y el wifi, de los gadgets y la adrenalina que despierta la tecnología, los Museos serían aparentemente las antípodas de la emoción y la sorpresa. Un espacio adocenado y detenido en el tiempo, que nos serviría para reconciliarnos con pasadas glorias, para soñar futuros que finalmente no se realizarán y, en definitiva, para hacer un culto del pasado porque las semillas futuro que contiene este presente dejan mas que desear.
Por supuesto que hay museos y museos, y que además de tamaño, recursos, temáticas e intenciones las últimas décadas han visto emerger una museística profesional (especialmente ilustrada por esa regia colección de libros de la editorial Trea), que han convertido a los Museos en un entorno muy sofisticado, que en vez de mostrar trastos viejos y reliquias de dudoso origen y escaso valor de inteligibilidad, han llevado a a los museos a ser espacios de gozo, de disfrute, de aprendizaje y sobretodo de apertura a otros tiempos, modos de ver y de sentir, convirtiéndolos de este modo en una máquina del tiempo, que en algún caso asemeja al cine, pero que en otros lo supera enormemente.