Tejiendo futuros digitales
Un libro es una cápsula de ideas, pero sin sostén material apenas sería su visión incomunicable. Esos lenguajes privados de los que tanto hablaba Ludwig Wittgenstein. Para que el libro circule y se convierta en meme necesita de soportes materiales, necesita de impulsores y contradictores, necesita básicamente de una materialización (aunque sea en el ciberespacio).
El libro (al menos el aún físico de papel) no es tal sin el editor y el imprentero, sin el director de colección y el marketinero, sin el superlector editorial que lo evalúa y, sobretodo, si no tiene padrinos, gente que apueste a él, que estén tanto en el mercado como en la familia, que sean coautores que asisten a charlas, clases y semianrios, que son también auitores de otros libros con (o contra) los cuales el autor dialoga.