El Imperio se critica a si mismo, pero no alcanza
No exageremos. No es cierto que las únicas criticas a la avalancha digital provinieron siempre de los márgenes del imperio digitalizador que es sin lugar a dudas USA. Cuando todavía éramos un puñado (apenas algunas decenas de millones de Internet) ya desde el mismo corazón del imperio pudimos apreciar criticas interesantes a las metástasis digital que suponía la difusión creciente del mundo de los bits y bytes en sus formas mas exacerbadas
Todavia no había implosionado la burbuja internetiana a principios del año 2000 y autores clarividentes como David Bennahum Extra life Coming of age in cyberspace, 1998, Erik Davis TechGnosis: Myth, Magic, and Mysticism in the Age of Information 1999 o David Noble The Religion of Technology: The Divinity of Man and the Spirit of Invention, 1999, hacían un llamado de atención interesante en el propio idioma inglés acerca de las raíces imperialistas y potencialmente nocivas de una fagocitación del mundo analógico a manos del digital.
Sin embargo una cosa era ser 50 millones en línea y otra muy diferente aproximarnos inexorablemente a los 2.000 millones de ciberagentes. Una cosa era lidiar con velocidades de transmisión para nuestro gusto hoy lentisimas, que asistir como nos pasó hace una semana en el Tercer Campus Party colombiano y vernoslas con un cerebro que manejaba 6.6 GBytes de conectividad en donde sin ningún tapujo mas de 4.000 maquinas danzaban acompasadamente.
No era lo mismo juguetear en un chatroom de AOL aunque fuéramos 500.000 los que las poblabámos antes de su debacle a principios del milenio, que haber mas de 550 millones de habitantes en Facebook (tercer país del mundo después de China e India) y crecer a la tasa de 1 millón de ingresantes cada día.