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Días inolvidbales en la Gran Manzana

Ese maravillo Rusty Pelican en Key Biscayne

Y nosotros que habíamos creído que habíamos hecho mucho y bueno en Miami. Después de todo fueron varios días, y el enorme Jeep Cherokee no se cansó de llevarnos de un lado a otro. Como siempre volviendo a nuestros lugares favoritos pero también permitiéndonos inventar otros nuevos. Como aconteció el domingo a la tarde cuando descubrimos Key Biscayne, a apenas unas pocas millas de la casa de George y terminamos asistiendo a una boda al aire libre en The Rusty Pelican, un lugar de ensueño desde el cual se ve todo el downtown de Miami.

Si bien no nos compartieron torta y la novia no nos resultó demasiado simpática, se trata de una isla encantadora y sorber un trago Manhattan en una tarde impecable, no pudo hacer sino aumentar nuestro enorme cariño y agradecimiento hacia esta gente y sus lugares, que tan bien nos trata y que tantas alegrías nos da.

Pero la etapa Miami debía llegara a su fin y no de la mejor manera, ya que cuando preparábamos las valijas para salir tranquilos a media mañana al dia siguiente para La Guardia, descubrimos que nuestro calendario personal había fallado nuevamente, y que nos habíamos equivocado en las reservas, por lo cual o las cambiamos, adelantandolas un dia, o perdíamos todo lo ya armado en NY.

American Airlines trabaja y te ayuda

Por suerte la gente de AA se comportó maravillosamente bien y nos permitió rerutear el viaje, pero un problema con la tarjeta de crédito nos obligó a ir personalmente al aeropuerto a pagar $US 2 dolares, y al dia siguiente nos encontramos varados durante 4 horas en Columbus, Ohio para finalmente llegar a Manhattan el martes a la tardecita.

No hacia frío, un raudo taxi nos llevo de La Guardia a Midtown y allí nos alojamos en un insólito Pod hotel, en la habitación mas chica, o casi acordandome de una en Roma que habia sido aun mas chica, que vi jamas. Que por módicos 200 dólares diarios nos dejó mover en un espacio de no mas de 6 m2. Tienen razón los de American Express con eso de que pertenecer tiene sus privilegios, aunque aquí no se que esperar o si pertenecer o si tener esos privilegios.

Es cierto que estaríamos poco y nada en el hotel y que en la calle 51 y la 3ra avenida su ubicación fue inmejorable. Por lo cual el tema de espacio no seria tan determinante, pero con nuestra proverbial fobia la cosa podría ponerse pesada. Y eso que habiamos detectado que la oferta original del hotel habian sido literas encimadas sin baño.

Un upgrade que no seria tal

Gentilmente la encargada se ofrecio a darnos una habitacion queen (en esas la cama estaria en la orientacion convencional mientras que la nuestra estaba apaisada). Al abrir la puerta nuestra risa fue enorme,
cosa que el botones confirmo como el estado actual de quienquiera abriera las puertas del hotel, y nos aconsejo no hacer cambio alguno, ya que las otras no eran mucho mejores. Comos sea nos habíamos instalado, no sin antes haber extraviado una valija en el cambio, en la escala de Ohio. La misma Samsonite desvencijada de siempre

Pisar Nueva York aventa cualquier malhumor, hacia frio pero no tanto y ya teniamos reservada una mesa para cenar a pocas cuadras junto a Susana y Jorge Balan, amigos de muchos años. Y como esperábamos fue
mas que bien sucedida. Cuando dos argentinos que se quieren no se encuentran durante anios, y compartiendo ricos platos y hasta una mexicana invitada, la charla fluyo, la panza se lleno contento y hasta obtuvimos una yapa.

Enterados los Balan de que pensábamos pasar el fin de semana en los Hamptons, en Long Island nos sorprendieron con que su actual residencia esta hoy en Westhampton, aunque tienen un pied a terre en Manhattan y que no estarian el fin de semana.

Al principio nos pareció muy poco factible llegar a ese recondito refugio en Old Country Road, no nos imaginábamos una estancia divertida sin ellos pero ante su insistencia y unas instrucciones de llegada que no tenian nada que envidiarle a GoogleMaps aceptamos la invitación y el desafio. Lo que siguio fue una intoxicacion de Manhattanismo puro que disfrutamos a mas no poder.

Base en Midtown

Generalmente nuestra base de viajes en Nueva York había estado en el Sur, en el Greenwich Village o incluso en Brooklyn, por lo que tener como punto de partida la calle 53 y la Tercera Avendia nos daba la posibilidad de frecuentar la zona de los museos upotown, el Central Park y gran parte de los sitios de interés que hay en Midtown.

Y a nuestro juego nos llamaron porque despues de consultar los innumerables folletos, la maravillosa Lonely Planet, pedir algun asesoramiento y con la enorme experiencia que nos da haber viajado decenas de veces a Nueva York durante mas de 30 años, movernos en la ciudad es como dicen allí a piece of cake.

Yendo de Museos

Queriamos visitar muchos museos, pero hubo que optar por dos y por eso elegimos el American Museum of Natural History (AMNH) en la 81 y Central Park West, y el Museum of Modern Art (MOMA) en la 53 entre la Quinta y la Sexta Avenidas. En ambos habiamos estados varias veces y cada uno tiene características propias que lo vuelven en su rama o área un modelo a nivel mundial.

EL AMNH es enorme, un increíble castillo de 4 o 5 pisos de altura y al menos dos manzanas de largo. Recordaba haber visitado algún ala, obviamente la central en la entrada donde estan las reconstrucciones, muy parecidas a embalsamamiento de animales enormes. Los fondos son tan buenos que generan una sensación de profundidad casi perfecta y al ponernos en el centro de la escena nos regalan la ilusión de estar en medio del habitat natural.

La cosa se puso interesante cuando decidimos ver una de las exposiciones temporarias dedicada al cerebro. Estaba en el cuarto piso y para llegar había que atravesar infinidad de pabellones y de displays cada uno mas interesante que el otro. Y si bien no fuimos al iMax de la sección nueva, si vimos como acondicionaron en forma magistral usando una serpentina que remeda la escala biologica la historia cosmológica de la humanidad.

The Brain and the History of the Brain in other mammals

¿Qué decir de los interminables pabellones que reflejan la paleontología? Nunca habia visto una cantidad tan enorme de ejemplares y reproducciones, y tienen tantos ejemplares de cada especie que no alcanzan las vitrinas y técnicas museisticas avanzadas de las que disponen para poder presentar al visitante tanta riqueza y que sea minimimamente inteligible.

En cuanto a la exposición sobre el cerebro Brain. The inside history se trata de un ala enorme con un exquisitez de diseño asombrosa. Me habia llamado la atención la escultura sobre el cerebro que vi hace unas semanas en el Museo de Burgos, pero aquí se trataba de todo un pabellon dedicado a mostrarnos las maravillas y capacidades sin fin del cerebro desde los puntos de vista mas varaidos.

Aunque me gustó, todo lo que mas me interesó fueron los modelos físicos encastrables de las cuatro partes del cerebro, un juego de agilidad acerca de la agudeza visual jugado en unas computadoras, asi como un lindo juego de simulación apostando a imitar la pronunciación de hablantes nativos usando un software de visualización. Lástima que no hubo mas de estos.

De museos y otras yerbas neoyorquinas

En cuanto al MOMA por esos vaivenes de las visitas aprovechamos el horario gratuito sponsoreado por la empresa Target y sin sorpresa alguna vimos al museo invadido por miles de visitantes. Nos gustó mucho la exposición dedicada a las películas de Warhol 12 de las cuales se exhiben simultáneamente en una enorme sala. Tamnbien nos encanto el pabellón de diseño.

Aprovechamos para usar por primera vez las audio guías que muestran uno de los usos posibles de las curadurías y visitamos raudamente la mayor cantidad de pisos posibles. Sin olvidar los negocios, tanto el que esta en el propio museo, así como el de la vereda del frente que tienen unos objetos deliciosos incluyendo un LED que le pondríamos tanto a Wiki como a Risto de ahora en mas, para ubicarlos en sus escapadas nocturnas. Aunque al final no fue tan así, no queremos que los predadores del barrio (animales o humanos) puedan ubicarlos fácilmente

Si bien fuimos en días distintos a ambos museos (el miércoles al AMNH y el viernes al MOMA) después de estar encerrados en esas cajas inteligentes, lo que uno quiere hacer es aspirar aire mucho peor mucho aire y por eso en el primer caso caminamos lentamente contorneando el Central Park, nos detuvimos en las espectaculares torres de Time Warner con una visita ad hoc a ese emporio de la decoración de interiores que es Sonoma Williams.

Caminar esa es la ley del juego

¿Que mejor que regalarnos en una tarde soleada un café de Dean & de Luca en el Borders del espacioso edificio y después seguir la caminata bordeando la calle 59, pispeando los restaurantes y hoteles en East Central Park, zambulléndonos por fin en el negocio de Apple frente a Fao Schwartz que estaba atiborrado de gente como jamás vi antes, la mayoría adorando a la inaccesible iPad 2?

Mas tarde caminaríamos más y mas por la 5ta Avenida, hasta llegar al Rockefeller Center, y después de alguna entrada y salida del hotel por fin nos zambulliríamos avenida abajo hasta llegar a Times Square, tan renovada desde aquellas épocas de decadencia porno de los años 70 y los años 80. Luces a full, un maremágnum de turistas y locales, una vibración y una intensidad que experimente siempre desde que llegue a la gran manzana por primera vez en 1975 y que desde entonces, pese a las premoniciones de y a los anuncios de decadencia del imperio americano, no hacen mella en ese lustre y ese contagio de vitalidad y ganas de estar vivo que supone pisar Manhattan.

Entre tanto griterío y danzas de colores y ruidos nos llamo la atención el Hard Rock Café y allí nos zambullimos. No estuvo mal, como siempre todo repleto y a pesar del frio volvimos caminando a hotel después de un día manhanitto vivido a pleno.

Saint Patricks trabaja y avanza

Al día siguiente la ciudad seria bombardeada por multitudes (entran 3 millones de personas diariamente a Manhattan) ya que se celebraria la versión 250 de Saint Patricks y en el trascurso de muy pocas horas 150.000 personas desfilarían por la 5ta avenida. Nos acodamos temprano en los alrededores pero la cantidad de gente enfervorizada desde la mañana hizo imposible que viéramos gran cosa. Las muchedumbres se desesperaban por acomodarse sobre las vallas o buscaban ingresar por las laterales. Generaba impotencia estar tan cerca, saber que pasarian bandas y gaiteros mas que llamativos y no poder ver una pepa. Pero tampoco nos pareció divertido quedar atrapados en esos torbellinos de gente así que recalamos en la Aexta avenida y masticando con fruicion una exquisita bagel embadurnada con queso crema vimos desfilar a transeuntes y grupos mas que alegres mientras optábamos por un plan B.

Iríamos a tomar el barco que en el Pier83 y el rio Hudson da vueltas a la isla. Originalmente pensábamos hacer el trayecto corto pero al estar fuera de temporada la única opción era subirnos al trip de 3 horas que con suerte, si los vientos y la altura de las aguas lo permiten, hace posible circunnavegarla por entero. Y tuvimos suerte, como cada dia y minuto en el viaje porque no solo pudimos apreciar el majestuoso skyline desde todas las posiciones -algo que nunca habia hecho previamente en mis 50 viajes a NY- sino que nos toco un guía encantador, con una voz maravillosa que nos contó secretos y curiosidades sin fin sumando al disfrute de una tarde de sol bajo cubierta, con una visibilidad total y con el suave ronroneo del barco acunándonos gentilmente, un ejemplo mas de aprendizaje invisible. Indoloro, pletorico de sentido y a un costo marginal. Como deberia ser la mayor parte del aprendizaje existente.


Manhattan, la ciudad que nunca descansa (ni te deja descansar)

En Manhattan no se puede parar nunca, asi que apenas estuvimos nuevamente en tierra, nos tomamos el bus de Midtwon y al rato aparecíamos en la calle 23 para descubrir para nuestra estupefacción que el gigantesco local de Barnes & Noble en la calle 21 y la sexta Avenida ya no existe mas (también cerraron el de Astor Place. Y el de la calle 18 y la Quinta esta en decadencia total, el único que aun conserva su hidalguía es el de Union Square en la calle 18).

Volvimos pues sobre nuestros pasos con los pies a esa altura hechos empanadas, recalamos en el Borders junto al Madison Square Garden, y dado que teníamos una cena con Hernan Iglesias Illa y su mujer en Nolita en la calle Elizabeth hicimos tiempo con una parada en Filene´s que además de ser un muestrario del hiperconsumo, también revela como las gangas y los ahorros fabulosos sobre precios de marca generan una sensación de “beat the system” curiosa y aunque probablemente falsa e inducida, no por ello es menos real.

Salimos corriendo para encontrarnos con nuestros amigos solo conocidos por mail y la cena fue exquisita en sabor y contenido. Hernan (de cuyo primer libro hicimos una reseña critica hace largo tiempo atrás…en Golden Boys eran los de antes) es una persona de una capacidad y autoformación llamativa, un excelente escritor, lo acaba de demostrar en el primer numero de la revista Orsai con su nota San Martin de Brooklyn busca el repechaje, pero ya esta cansado como el propio Casciari, director de la revista, de la expoliación editorial, y por eso esta gestando otros horizontes y formas de vida al mejor estilo de la revolución digital en curso.

Final a toda orquesta

El viernes fue también un día de mucho movimiento, se nos acababa el combustible material, parodiando a Ari Paluch, y queríamos hacer de todo en el poco tiempo disponible. Que es hacer lo mismo de siempre, ir a negocios, pasar por las librerías, comer en lugares excelsos o nauseabundos, pisar las calles, buscar ganas, disfrutar con las vidrieras, sacar fotos a mas no poder, admirar la avweridad y riqueza de vestimentas, personajes, contrastes.

Después de infinitas idas y vueltas quisimos ir a tomar algo al lado de la pista de patinaje en Rockefeller Center pero ya estaba cerrado, lo que no impido que disfrutamos de esa experiencia invernal uníca que es compartir con centenares de personas ese ice skating ring que es una de asa marcas registradas de la gran manzana.

Al dia siguiente iríamos a buscar el coche para movilizarnos a los Hampton, se terminaba nuestra estancia en el Pod, que no extrañaríamos salvo por su excelente ubicación y el ciclo manzanita parecía haberse terminado. Como ocurre en USA alquilar un coche es pan comido,
en menos de 15 minutos salí y volví al hotel, recogimos los infinitos petates que a esa altura se habían convertido ya en 4 rubicundas valijas y 2 mochilas y alguna cajita indisciplinada y pusimos rumbo a Long Island.

Alla lejos y hace tiempo

Por ello cuando tomamos la i495 al rato desfilaron frente a mi diversas capas geólogicas de recuerdos y recorridos. Empezando por esos pueblos cercanos a Babylon como eran Massapequa y tantos otros que visite en 1980. Después fue el turno de Port Jefferson y Stony Brook, donde también vivi algunos días muy moviditos en la época de The Beast, cuando casi fantasee con mudarme a la isla en 1993 y por fin llegamos a los Hampton, adonde alguna vez había pasado de largo yendo a visitar el faro en Montauk Point.

Nuestros amigos Susana y Jorge Balan viven en Westhampton, el primero de esos sitios tan renombrados, después yendo hacia el este vienen Southhampton y Easthampton. Con el detalle que lo caracteriza y siguiendo sus buenas instrucciones apenas instalados en su barrio en Old Country Road, nos lanzamos a la busca de Sag Harbor, un pueblito encantador con su The Atlantic Hotel en la calle principal y ese tono tan bostoniano, ¿o me equivoco? Después fuimos a Shelter Island cruzando con el South Ferry, donde paseamos sin cesar. No quedamos poco rato y enseguida volvimos e hicimos el camino de vuelta parando en Easthampton y en unos cuantos lugares mas. Que lindo viaje!

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