1, Allá lejos y hace muchísimo tiempo en 1977
Eran años oscuros en la Argentina, y si bien el dólar era tan barato o mas que en estos días, por alguna recóndita razón nos parecía que viajar, respirar otros aires, explorar nuevas latitudes no estaban al alcance no tanto del bolsillo cuanto del deseo. Lo cierto es que una oportuna conversación con una terapeuta de aquel entonces nos abrió una excelente ventana de oportunidad.
Porque sin saber qué o porqué, proveniente de absurdas (aunque no ilógicas) resistencias internas algo nos impedía viajar a USA y asistir a un congreso internacional que tendría lugar en la Universidad de Binghantom, Estado de Nueva York en Agosto de 1977 sobre sistemas complejos. Y finalmente logramos despedarnos de nuestra molicie, y probablemente ese viaje haya sido una presión selectiva clave en todo lo que ocurriría, pensaríamos y haríamos después.
Porque si bien habíamos vivido en Paris en 1969, y habíamos estado en media Europa y habíamos pasado dos meses bautismales en Brooklyn en el año 1975, alguna inercia nos corroía aún, y no nos dejaba levantar vuelo conviertiendo a loss desplazamientos en oxígeno que enriquece, en vez de amenaza que inmoviliza.
Pero bastó que llegáramos al desolado Binghantom en pleno verano sin estudiantes ni docentes, alcanzó con conocer a Francisco Varela y entablar una amistad profunda y eterna con él hasta su muerte en 2001, para que de allí en mas el bichito de los viajes nos inoculara para siempre.
Por eso volvimos al año siguiente y asistimos a una conferencia en Washington sobre prospectiva, y repetimos al año subsiguiente y nos quedamos en USA en 1980/1 haciendo un Master en Sistemas en la Universidad de Louisville, y empezamos a hacer escalas permanentes en México y Brasil hasta llegar a la apoteosis de los años 2010 y 2011 cuando viajamos 7 veces a Europa y 5 a USA cada año.
Destinos destinos/distantes
Pero no estamos aquí para hablar de pasadas glorias (?) convertidas siempre en destinos placenteros y reconfortantes, pero con un gran contenido de deja vu, y estampillas en el pasaporte (ya vamos por la sexta copia) mas que conocidas, sino de los otros, de los distintos, de los distantes. De aquellos destinos que nos dejaban dar el gran salto adelante y hacer un viaje de esos que cambian la historia, y la historia de cada uno en dos, en un antes y un después.
Porque es cierto que estuvimos en Singapur y en Tokio hace ya 25 años atrás, que visitmos Manila y Bangkok en el mismo periplo, y que mas recientemente hicimos escalas en sitios no tan conocidos como Riyahd, la capital de Arabia Saudita, o que pasamos una semana larga en Dakar, pero no mucho mas que eso.
No solo nos faltaban visitar infinidad de lugares que están en el must de cualquier viajero que se precie, como Estambul o El Cairo, Atenas o Moscú, Nueva Delhi o Nairobi, sino que la joya de la corona que se resistia a develar sus secretos no era nada mas ni nada menos que la propia China, lugar de ensueño y encanto que habíamos fantaseado muchas veces visitar, pero que sin ningún motivo razonable habíamos postergado varias veces -como ocurría en 1977 con nuestro infructuoso (originalmente) viaje a USA.
Dos motivos, pero podían haber sido cualesquiera otros
Las ganas locas de visitar finalmente China surgieron de dos inspiraciones nada que ver una con la otra. Primero fue el shock visual al ver Mision Imposible 3 que transcurre en gran parte en una Shanghai futurista. Si eso que se mostraba con Tom Cruise como motivo de venta, era Shanghai, pasar un dia mas sin visitarla era un crimen de leso chauvinismo.
El otro estimulo nos lo despertó el embajador español en China casi 10 años hasta 2007 (y previamente en Rusia otros tantos) Eugenio Bregolat a quien conocimos en uno de los mejores eventos que organizara Alfons Cornella en 2007 en un hermoso hotel en Llobregat, cerca del aeropuerto de Barcelona. Cuando el embajador habló hacía apenas unos meses que había sido publicado su fascinante libro La segunda revolucion china. Las claves sobre el pais mas importante del siglo XXI e hincarle el diente también mostraba que cuando China llama no hay forma de resistirse.
La oportunidad real de visitarla provino de un dato inesperado cual fue el inicio de los vuelos de Emirates Airlines compañía a la Air Transport World le dio el título «Airline of the Year«, que empezaron partir de Buenos Aires a principios de enero de 2012 con precios mas que competitivos. También ayudó que la crisis española empañara nuestra seguidilla de vuelos mensuales al viejo mundo, abriendo otros espacios adonde colocar las dos semanas y pico que un vuelo de estas característica insume.
2. El gran salto adelante (36 horas de viaje punta a punta)
Asi que con un poco de suerte y con muchas ganas tomamos fuerza (el tramo Buenos Aires-Dubai son mas de 18 horas, y poner pie en Pekin solo cambiando de aviones conlleva 13 horas mas) y finalmente cruzamos el espacio aéreo de algún país de Africa central, a mitad de camino entre Rio y Dubai, y después de atravesar toda Africa y toda la península arábiga llegamosw finalmente a Dubai.
Los uniformes de las azafatas son pintorescos como lo anunciaban algunos carteles en las calles porteñas, los aviones son unos Boeing 777 flamantes de un lujo…. asiático, como que en turista el entretenimiento de a bordo incluye miles de canciones, cerca de 150 películas y todo tipo de juegos. Pero lo mas importante es que cada asiento trae su propio enchufe, conector USB y algunos otros chiches mas.
El diablo está en los detalles: espejitos dentro de los compartimientos de equipajes para ver donde están y cómo acomodarlos mejor, pequeñas lucecitas que simulan estrellitas tapizan el techo de la cabina, poderosas luces para leer iluminan al Kindle, técnicos que en las escalas arreglan algunos desajustes como asientos que no reclinan, y un personal de a bordo mas que gentil hablando cerca de 10 idiomas (entre ellos bengalí, kurdu, árabe, hindú y varios mas) nos prometían una experiencia distinta.
Curiosamente no nos dejaron bajar en Rio así que por un largo rato todo lo que sentimos como viaje fue la tersitud de ese 777 flamante, las múltiples visiones que brindan las cámaras del desplazamiento del avión, lo bien que se reclinan los asientos, el enorme tamaño de la pantalla, una interfaz sofisticada llena de opciones, bañõs generoso mas grandes que los de business en Iberia por ejemplo.
La mejor compañía aérea del mundo
Todo lo anterior está mas que confirmado por una entrevista que le hacían en el sistema de a bordo a Tim Clark presidente de Emirates Airways, un inglés sofisticado que parece salido de una alguna pagina de la biografía que hizo Walter Isaaccson de Steve Jobs. Como detalle Emiartes está construyendo una nueva versión de la Terminal 3 (la actual se completó en el año 2008 y con 1.500.000 m2 es la segunda en espacio cubierto mas grande del mundo), que estará lista a fines del año 2012 exclusivamente para los Airbus 380, alojando 20 de esos aviones que mueven 10.000 personas al mismo tiempo. Ja están preparando dos salones de primera y business para acomodar 2200 personas en la primera y 800 en la segunda. Números que marean y embotan, pero que nos dicen que algo muy grande se está cocinando aca.
Faltaban solo 6 horas para llegar a Dubai, donde haríamos touch and go pero adonde volveremos dentro de 10 días y nos quedaríamos 3 noches. En el medio nos esperaban Pekin, Guilin, Xian, Shanhai y Han Kuo y nada mas y nada menos que Hong Kong.
Sabíamos que mucho nos asombraría y atraparía, sabíamos que en vez de dos semanas habría que haber venido por 2 meses, pero tomamos todo apenas como un primer viaje exploratorio porque ojala podamos venir aqui al menos 1 o 2 veces por año, ya que hay tanto para ver y conoocer, pero sobretodo por hacer.
Ah si si, si consiguen asientos en las filas 24 o 37 se sacaron la loteria!!!!
3. Peligrosas sobreexpectativas
Hacía tantos años que China nos intrigaba que las posiblilidades de decepción también eran enormes. Por suerte las primeras 24 horas quedaron holgadamente del lado del haber y no del debe. Producto de algunas incursiones espontáneas, pero sobretodo de una larguísima excursión quenos insumió 14 horas y que nos dio los primeros atisbos del baile en el que nos habíamos metido. Y eso que recién saboreábamos la escala en Dubai, y el aterrizaje en el inmenso aeropuerto de Pekin (que deja chiquita a la T4 de Madrid)
El tour propiamente dicho empezó por la visita a la Plaza de Tiananmen arropada en una discusión acerca de su tamaño, de si realmente tiene 44 hectáreas, de porqué puerta habían sido conducidos los estudiantes en 1989 antes de masacrarlos (algo que Arantxa, la guía de 24 años dijo desconocer por no haber nacido entonces, sic :-)).
El lugar era inmenso y sobretodo estaba tapizado de… chinos que en cantidades industriales vienen de todas las partes del pais a rendirle homenaje a Mao, después de hacer colas de 3 horas o mas. Dos gigantescas pantallas de video tapizan la plaza desplegando motivos artísticos, o exhibiendo monumentales carteles que quien sabe que dirán.
Después de caminar unas 20 cuadras se cruza por un túnel y se entra finalmente a la Ciudad Prohibida. Otra vez en medio de marejadas humanas, esta vez teñidas por algunos extranjeros, muy pocos yendo por la propia, subiendo escaleras y atravesando pasarelas y pasillos sin fin empezamos a recorrer un sitio que supuestamente cuenta con 9.999 habitaciones y que durante 600 años fue el paraíso encontrado de las dinastías Ming y Quing hasta que finalmente el último emperador… vivió allí, y desde cuyas murallas fue proclamada la República popular China por Mao en 1949.
Un espacio desacralizado/resacralizado
El inmenso espacio (700.000 m2) es recorrido por decenas de miles de personas por día, hay un griterío infernal por doquier, los chinos se abalanzan para otear los tronos y los espacios divinos que siempre les habían estado sido sustraídos. Se da aquí un fenómeno muy raro para nosotros los extranjeros, para quienes estos espacios solo generan curiosidad pero no veneración o admiración.
El efecto Bertolucci empaña nuestra mirada, y de pronto todo la visita se transforma en una especie de simulación de realidad virtua,l y no hay quien en el grupo no diga hay que volver a ver la película El ultimo Emperador de Bernardo Bertolucci para tratar de recuperar la majestuosidad, pero sobre todo la ininteligibilidad del espacio sagrado como fue éste durante casi 5 siglos y que la revolución comunista interrumpió para siempre, trasladando el halo de divinidad al propio Mao.
Lo que vemos hoy es una caricatura de esa emoción. Aunque los techos han sido resguardados (irónicamente según la guía para que podamos tomar mejores fotos) y cada media hora siempre hay una parada para dedicarnos a ese embalsamamiento de la memoria -la nuestra, no la de los emperadores chinos, se nos escapa mucho.
Los edificios de la Ciudad Prohibida están protegidos de la depredación de estas hordas humanas (a las que convocan estas visitas de sacralización pero según la extracción social probablemente no logren mas que resacralizarlos intencionalmente, despues de todo Mao no es menos divino que el emperador), y solo se pueden ver desde afuera. Si uno se asoma nos encontramos con roídas alfombras, almohadoncitos que fueron usados durante siglos por los notables o los eunucos, que hoy parecen apolillados, los tronos que habrán resultado majestuosos para quienes los ocupaban (pero sobetodo para el imaginario de quienes jamás los verían), que hoy aparecen apenas como piezas raídas y desvencijadas.
4. Espacios refuncionalizados
Las habitaciones están ocupadas por museos de todo tipo con piezas muy bien mantenidas. Los anillos interiores son variados, y la visita si se quiere hacerla con cierta meticulosidad llevaría al menos una semana,y aun así lo que podría verse seria mínimo.
Por todos lados hay esculturas, animales míticos, simbolismo variados, diseños de lugares y espacios siguiendo los lineamientos del Feng Shui. La guia oscilaba entre la admiración y el sarcasmo. Aunque evitaba sistematicamente hablar del presente nos enteramos de las brechas generacionales, de la veneración por los abuelos, de que una casa chiquita en la ciudad vieja en el centro de Pekin vale 3 millones de yuans (500.000 dólares) y de que solo los ricos, los famosos o los funcionarios de mucha monta podían ocuparlas.
Aunque todos sabemos en Occidente quien es el sucesor de Hu Jin Thao, aquí nos cuentan que el próximo presidente aun no ha sido elegido, queríamos saber sobre el rol de Deng Xiao Ping, y primero estaba vivo, despues estaba muerto, y a otra cosa pajarito.
Todo es espectacular y al mismo tiempo una molesta sombra planeaba sobre cada paso que dábamos, China se ha occidentalizado a paso redoblado. Cada día nos recuerda mucho mas al Tokio de 1986, que a cualquier atisbo de maoismo como añorabámos en el Paris de 1969, cuando la diplomacia del ping pong de Kissinger y Nixon debería esperar a 1973 para nacer, y donde sabíamos mas de china por la comunista italiana Rossana Rosanda y por Jean Luc Goddard y su célebre película La Chinoise, que por esta explosion de lujo, moda, y construcciones espeluznantes que han desfigurado (para bien) completamente a la esculturas monumentales del comunismo, y han convertido a Pekin en una ciudad que no tiene nada que envidiarle a las nuestras.
La zona de las embajadas cerca del Hotel Sheraton (al lado del Mall de Lufthansa y el Hard Rock Cafe) donde estábamos alojados es muy bella, pero llena de alambrados y alambres de púa. No vimos policias armados salvo en la Ciudad Prohibida, pero las cámaras de television afloran en cada esquina. Nos mezclamos en el centro con miles de chinos y no escuchamos ni un grito ni un arrebato. Nos movimos sin guía por toda la ciudad, y logramos tomar un taxi regateando, y no sentimos para nada la amenaza que uno que vislumbra tanto en Africa o en India.
Después de varias horas visitando los palacios, fuimos a almorzar el centro, después de un obligado pasaje por un negocio de ventas de perlas donde vimos asesinar a un bivalvo de dos años (los buenos por suerte viven hasta los 18 o 20 años), solo para sacarle un montón de perlas que le habían plantado tiempo atrás. Pero el tour recién empezaba y lo que vendría después seria la visita al Palacio de verano de la Emperatriz mala, que sería uno de los puntos fuertes de la jornada.
Uno, dos, muchos pequines
Un Pekín gris y lleno de autopistas fue la primera impresión que nos llevamos, una sorpresa fea y desagradable, Una sensación de gigantismo vacío, de monumentalismo muy al estilo del comunismo de la Europa Oriental previo a la caída del muro de Berlin. Pero confundimos al árbol con el bosque, a nuestra estancia en el Sheraton ubicado quien sabe en donde, con las otras muchas pequines que se esparcen sin cesar desde la ciudad prohibida hasta llegar al sexto anillo.
Como decíamos mas arriba nuestra visita a Tiananmen y la Ciudad Prohibida cambiaron muy rápido nuestras primeras impresiones, y todo lo que vendría después no haría sino agigantar nuestra sorpresa, multiplicar nuestra admiración, y empezar a entender de una buena vez (aunque con la distancia pajuerana del turista full-time, y no con el conocimiento concertado con locales, nativos y extranjeros que viven aquí, y que seguro nos podría dar una visión infinitamente mas sutil y enriquecedora) en que consiste es la locura (creativa) china.
Después de un almuerzo ni fu ni fa en el centro, y una insulsa parada en uno de esas infames escalas en donde nos quieren vender algo (en este caso perlas con el asesinato de las ostras que las contienen), llegamos finalmente al Palacio de Verano de la Emperatriz mala. Inmenso, 2.100.000 m2, con una galeria de paseo de mas 700 mts de largo, y con salas y escondrijos de una maravilla sin par.
Se trata de una auténtica joya arquitectónica y paisajista (incluyendo un barco de marmol que parece sálido de la película Fitzcarraldo de Werner Herzog), que a veces llama aun mas la atención que los palacios de la ciudad prohibida. Por suerte nos salimos de programa y subimos a un bello barco con frente de dragón, y al rato estábamos frente a un espectáculo de acrobacia (platillos, salto en alto, diavolo, bicicletas) de una perfección que supera incluso al Cirque del Soleil. Y eso que era un evento apenas en un teatro de ensayo.
Eso si la sala estaba a reventar, y al terminar hubo una estampida de centenares de chinos (la mayoría campesinos y turistas del interior) que se escapaban del lugar como si los persiguiera el diablo… chino. Aquí nadie pierde el tiempo, caminan a una velocidad infernal y siempre están ocupados con lo que sigue.
5. La China de hoy es el Japón de los años 60/70
Ya los males occidentales de los atascos de tránsito se suceden a diario, al punto de que se ha restringido la posesión de coches a uno por persona, ya hay pico y pala y 2 números de patentes por día no circulan en la capital, además para comprar coches en Pequín hay que ser autóctono. Pero también el metro está repleto en horarios no pico y la ciudad tiene un tufillo en cuanto a tránsito cada vez mas parecido al DF.
Mas tarde fuimos al centro que emula a Ginza, y donde paseamos por inmensas avenidas peatonales, por callejones chinos de una autenticidad única, por enormes patios de comida a la calle, donde ofrecían «manjares» insólitos y también incomibles para nosotros: arañas medianas, escorpiones, pene de oveja, estrellas de mar, para beneplácito de los locales que los degustaban cual delicattesen, y que nos ofrecían generosamente compartir sus gustos exóticos. No gracias!
Terminamos amuchados con una pareja recién conocida en un Pizza Hut en un hermoso centro comercial (atiborrado de Zara, Gao, Tag Heuer, Nike, etc y después de regatear un poco conseguimos un taxi en alguno de los grandes hoteles de la zona que por módicos 8 dólares, recorrió los 5 o 6 km que había hasta nuestro hotel, paseándonos por un Pekin (ufa aquí solo dicen Beijing ahora) de noche iluminado a full y sobretodo seguro y acogedor.
Habian sido 14 horas de excursion y ni siquiera podíamos caminar. Después de una corta incursión en mails y tweets (todas las redes sociales estan prohibidas aca, aunque zafamos malamente en la version celular de las BB, la mayoría de las entradas en la Wikipedia idem, sitios de universidades yanquis, también, etc etc, Internet es un queso gruyere de difícil navegación) nos desplomamos imaginando que vendría al día siguiente.
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