Point of no return
Cada tanto una palabra o concepto aprendido literalmente hace decenios se agolpa en el frente de la memoria e insiste en sacarle ventaja a los miles o millones de otrose que pululan en la ecologia neuronal. Esta vez se trata de la expresión «point of no return» que me dejó su imprint a los 16 o 17 años cuando lei No Highway una novela de Nevil Shute.
La novela era bastante pedorra pero el concepto me sigue acompañando casi medio siglo mas tarde, buen testimonio de que lo que queda no lo hace tanto por profundidad o relevancia, sino por algún misterioso acople entre emisión y recepción, que tendrá su lógica (contextual en cada caso) aunque la aristotélica o cartesiana no la comprenda.
En esa obra sumergida en el túnel del tiempo la expresión remitía al momento en que un avión había pasado la mitad del recorrido que lo separa del destino final, por lo que en caso de avería, error o fatiga del metal (esa era la clave en esta novela) quedaba mas cerca del destino que del origen, así que al agua pato.
En los congresos pasa lo mismo, hay un período de acumulación (un poco mas largo como en este caso de la reunión de UNRSCO sobre libertad de prensa, cuando literalmente no conocía a ninguno de los asistentes), y después de mediodía o de uno pasamos el punto de no retorno, nos hacemos amigos de circunstancia o conocidos mas o menos afectuosos, y de un mar de átomos nos convertimos en algunos subgrupos que comparten anécdotas, descubren amigos en común, retozamos acerca de temas y experiencias mas o menos compartidas, y de un santiamén ya somos un grupo y no ya un conjunto de entidades disjuntas.
Como era de esperar esto ocurrió en Túnez en esta Conferencia, y como comentaron todos los participantes esto es lo que queda como residuo cognitivo y afectivo en estos eventos, mas alla de las maratónicas sesiones, de los discursos efectistas, y de las proclamas y de las ganas mas o menos cumplidas de los convocantes y de los organizadores devenidos activistas de sus causas.