Una idea es una diferencia que hace una diferencia
Una idea es una diferencia que hace una diferencia. Lo sostuvo el genial Gregory Bateson e inusitadamente las vemos propagarse estos días por las latitudes menos imaginables a través de insurgencias sociales desplegadas en nombre de la democracia, los movimientos de liberación, el cuestionamiento del status quo, o una nueva oscilación del péndulo de la historia.
Lo cierto es que los vientos de cambio asolaron a Europa Oriental a principios de los años 90, destronaron al neoliberalismo en América Latina a principios de los 2000, están hundiendo al proyecto de la Unión Europea desde fines de la primer década del Tercer Milenio, y finalmente están liquidando a las autocracias árabes en el norte de África, con estribaciones recientes en Turquía (donde arrinconan al primer ministro Recep Tayyip Erdogan, el mayor enemigo de las redes sociales desde el destronamiento de Hosni Mubarak, y al propio Brasil -afortunadamente ganador-, cuando quería vivir su hora de gloria con la Copa de las Naciones, aperitivo del Mundial del 2014 y las Juegos Olímpicos de 2016).
Toda revolución siempre estuvo asociada o codeterminada a/por los medios de comunicación, desde las revoluciones burguesas y su filiación en el libro, hasta la caída de las repúblicas socialistas, corroídas por la radio y la televisión capitalistas. Siguiendo con este enfoque, son muchos los que creen conectadas causalmente a las redes sociales con las revoluciones árabes y las que vendrán.
Es un meme interesante y casi convincente. Sin embargo desde las dudas que abrigó Malcolm Gladwdell cuando insistió en que la revolución no sería twitteada, hasta las observaciones mucho más sutiles de Manuel Castells para quien correlación no es causalidad, desmienten tanta facilidad explicativa.
Nuevos/viejos actores sociales
Hay algo en común en todos estos alzamientos, desquicios y cuestionamientos. Pero no se trata de las herramientas (digitales) que atizan estos movimientos, sino de los sujetos sociales que encabezan la protesta, y que son invariablemente las franjas juveniles, letradas, de clase media, básicamente partidofóbicas.
Se trata de neo-movimientos sociales que comparten demandas, expectativas, aspiraciones, que quieren devolverle a la clases medias el rol que vienen perdiendo desde hace varias décadas. Y que inspiran -y ello está pasando ahora con los habitantes de la favela Rocinha en Río- alianzas potentes -clasistamente transversales- que piden reconfigurar la arena política cuestionando a los partidos tradicionales y a los políticos que los habitan.
¿Y la tecnología y los polialfabetismos y las redes sociales y la rifa de la privacidad a manos del gobierno de USA y de sus tanques digitales? Todo importa, todos son agentes humanos y no-humanos que juegan su parte en los fenómenos emergentes de hoy. Pero internet y los celulares no son el orígen del cambio, son eso si sus geniales catalizadores.
Confundir esta causalidad es caer en tecnorreduccionismos, y al mismo tiempo desconocer que el auténtico protagonista de estos corcoveos sociales de hoy son las clases medias emergentes. Una perogrullada pero una enorme advertencia a quienes ignoran los vientos de la historia.
Mientras que las clases medias tradicionales veían llegado su fin, las clase medias emergentes quieren parir una nueva historia. En el medio las tecnologías digitales son apropiadas/pisoteadas al mejor postor.
Usos de las redes sociales ni tanto ni tan poco
Las redes sociales como motores del cambio social son la obsesión de los dictadores y la fascinación de las masas que protestan en América, Europa y Asia. Se ha comprobado (especialmente en las luchas en Turquía y Brasil, de una naturaleza muy diferente a las protestas árabes), que los medios sociales permiten una rápida difusión de los acontecimientos en tiempo real, multiplican los asistentes antes de que la policía pueda evitar la creación de masa crítica, denuncian de la arbitrariedad policial y buscan identificar a la población que ve estos acontecimientos por TV como tácticas pacifistas y derecho a la reinvindicacion (ya hay hasta videojuegos que enseñan a hacer frente al status quo y su defensa policial).
Los medios sociales también sirven para contrarrestar la visión única de los oficialismos y eventualmente para aumentar el poder de las convocatorias. También para coordinarlos, para poner en jaque a las webs de alto poder simbólico (como sucedió con el sitio de la Copa del Mundo). Y ya son unas cuantas causas nobles las que se han visto fertilizadas por las redes sociales.
Todo lo anterior suma y mucho a la protesta, pero no la vuelve mas efectiva. Las muchedumbres digitales son demasiado amorfas como para acordar demandas, aceptar compromisos o disciplinar a los provocadores (muchas veces sumados por los propios gobiernos). Algo que quizás se logrará en el mediano plazo a través del voto electrónico y de nuevas formas de e-democracia, que deben ser inventadas (mas ideológica que tecnológicamente) aún.
La otra cara de la moneda
Pero asi como la tecnología empodera también deshaucia, asi como fortalece la protesta, vuelve mas efectiva su neutralización. Una de cal y otra de arena que fue lo prototípico de Internet (y de la tecnología) siempre, pero que tendemos a olvidar con una facilidad asombrosa según cuan cerca creamos comncretarse a la utopía de turno.
Tanto en Turquía como en Brasil el acceso móvil a Internet fue ahogado por el gobierno en connivencia con las operadoras. Las instrucciones y convocatorias arrojadas alegremente al ciberespacio por los manifestantes, son interceptadas y contrarrestadas por la policía. Los videos tomados por los propios manifestantes sirven de evidencia circunstancial a la policía que en el caso brasilero desde 2011 lleva cámaras frontales en los cascos que reconocen hasta 400 caras por segundo, o a usar software de reconocimiento de números de móviles en cualquier área deseada para identificar con alta precisión a los revoltos, after the fact.
También comienza a usarse software predictivo proveniente de los «ingenuos» marketineros para tratar de adivinar donde será la próxima protesta, qué objetivos o problemáticas están en cuestión y como desactivarlas antes de que se produzcan. Este tufillo a los precogs de Minority Report o a la máquina de Person of Interest es aun incipiente, y por ahora la protesta lleva cierta ventaja sobre sus perseguidores.
Sin embargo la enorme distancia que hay entre los objetivos de muchas de estas manifestaciones y su procesamiento político posterior, debe volvernos bastante escépticos acerca de una causalidad lineal y efectiva entre tecnología y cambio social. Si a eso le sumamos la guerra entre gato y ratón de las tencologias del control contra las de la emancipación, el panorama se complejiza aun mas.
Pero en este mundo nos ha tocado vivir, y con esta densidad analítica y exstencial debemos convivir. Bienvenidos a la era del «thick» data, las causalidades múltiples y la indeterminación creciente que a veces se traduce en inseguridad e imprevivibilidad, y otras en emergencia y reinvención. Sin solución de continuidad.
Mientras, los ejercicios (motivados, inspirados, disparados) por los prodigios digitales sirven de embriones de transformaciones mas de fondo que a veces (sumamente tamizadas y apelmazadas) tienen su traducción (limitada) en el mundo de los átomos, las cosas y las personas.
Visto así podríamos ver en muchos de estos movimientos digitales ejercicios y prototipos de las revoluciones políticas de siglos anteriores. ¿Y si en algún momento los prototipos se convierten en dispositivos funcionales? De eso tratan los RevoLabs, que en este caso son las calles mismas y sus dispositivos de reflexión y amplificación concomitantes. ¿Y qué mejores modelos que las revoluciones exitosas de ayer?, aunque claro invariablemente siempre se comen a sus hijos.
Referencias
Innerarity, Daniel Un mundo de todos y de nadie. Piratas, riesgos y redes en el nuevo desorden global
Sierra, Gustavo Revuelta global, de San Pablo a Estambul
The digital demo Technology makes protests more likely, but not yet more effective
Tufekci, Zeynep @zeynep Technosociology Our tools ourselves My Writings on Social Media and Social Movements
Zoellick, Robert Singing Them 1% Blues
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[…] Bienvenidos a los Revolabs. Lo digital como preludio (opcional) al cambio real – Una idea es una diferencia que hace una diferencia. Lo sostuvo el genial Gregory Bateson e inusitadamente las vemos propagarse estos días por las latitudes menos imaginables a través de insurgencias sociales desplegadas en nombre de la democracia, los movimientos de liberación, el cuestionamiento del status quo, o una nueva oscilación del péndulo de la historia. […]