Alla lejos y hace tiempo
Durante el año 2011 nos metimos de cuerpo entero en la aventura de pretender cambiar radicalmente el perfil de intervenciones en una escuela secundaria porteña. Después, abocados a crear un Lab de Innovación, reflexionamos y reubicamos muchas de nuestras estrategias, oscilando entre reintroducirlas en la universidad, o convertirlas en políticas públicas.
Hoy cuando ya hemos entregado nuestros informes finales, podemos ver en perspectiva lo mucho y bueno que hicimos con un equipo entusiasta proveniente mayoritariamente de la Universidad Pública. Pero también sabemos lo infinito que queda por hacer en la reforma educativa como bien nos lo enseñan Andy Hargreaves y Dennis Shurley en The Fourth Way? The Inspiring Future for Educational Change
Gracias a todos los colaboradores por su compromiso y dedicación. Para nosotros fue un desafío enorme que si bien estuvo tachonado tanto de sinsabores como de momentos sublimes, nos mostró (como esta revelando estos días Evgeny Morozov en su nuevo libro To Save Everything, Click Here: The Folly of Technological Solutionism), que ninguna transformación radical es posible sin ruidos, sin fricción, sin mugre, sin innumerables resistencias, sin efectos contraproductivos, sin ineficiencias varias.
Que no es posible disparar ninguna dinámica de cambio sin que debamos contrarrestar en el proceso una ingeniería social (o educativa) incapaz de respetar la diversidad y la variedad propias de metodologías reduccionistas, permedada de fantasías de aplanamiento y homogeneización digital (camisa de fuerza digital bautiza Morozov a esta fantasía tan presente en Silicon Valley y sus clones devaluados locales) que se suma a las analógicas archiconocidas.