Cuando todo es ciencia y técnica (o política) nada lo es.
Ya lo decía Althusser hace medio siglo atrás de su gemela desconocida: cuando todo es política nada es política. Pero cuando nada es ciencia y técnica y nada es política es cuando se vuelve imposible entender ¿dónde vivimos? (¿de qué lado de la grieta estamos en los relatos mutuamente descalificadores que florecen por doquier?), ¿porqué el mundo ha tomado la extraña figura contradictoria (nunca hubo mayor riqueza, nunca estuvo peor distribuida) que le conocemos hoy?, ¿porqué justo cuando se proclamó a los cuatro vientos el fin de la historia, de las ideologías, de los nacionalismos, de los irracionalismos y de las injusticias, las vemos aflorar con mas fuerza que nunca, aunque quizás con menor perdfids de vdia shumanas que antaño como insiste Steven Pinker?
La mayoría de los humanos nos parecemos a la pobre rana en la cacerola hirviendo tan lentamente que no nos damos cuenta de que nos están (estamos) cocinando. Proclamamos indistintamente la autonomía de las ciencias (como factor explicativo), o nos resignamos pragmáticamente a que la política (o la ideología), justifiquen cualquier fenómeno por mas absurdo que sea -y los hay cada vez mas Trump mediante-, sin poder identificar con claridad como se articulan la ciencia y la polìtica en un mundo turbulento e incierto.
Como esta expresión es enigmática y poco operativo hablaremos aquí -siguiendo al lúcido Bruno Latour en términos de “humanidades científicas”. El toolkit cognitivo que presidirá este tour de force que codiseñaremos a lo largo de 2018 -en varias instancias y formatos- es precisamente la operación Cogitamus que Latour resumíó en su Obra subtiltulada como Seis cartas sobre las humanidades científicas.
Un libro/toolkit en gestación, devendrá una lectura atenta de la actualidad. Ofreceremos -como pretende Latour- una voz en off de un documental sin interrupciones. Nuestra función como antropólogos del presente es aprender a transformar los recursos en tópicos. O sea aprender a transformar lo que generalmente sirve de explicación en lo que debe ser explicado.
Tomemos como ejemplo la relación entre Arquímedes (el científico) y Hierón (el político). Latour cartografía este encuentro mostrando cómo, partiendo de intereses diversos ambos personajes realizan un rodeo. Arquímedes traduce sus descubrimientos físicos en una estrategia de defensa político-militar, Herión traduce sus necesidades prácticas al lenguaje de la geometría y, asociando sus fuerzas, componen un agenciamiento para defender a Siracusa de los soldados romanos.
O tomemos el mismo esquema secuencial (heterogeneidad/traducción/red/entidad) para explicar el surgimiento de la píldora anticonceptiva: una multiplicidad de “interesamientos” dispersos: una militante feminista, una viuda dotada de una ingente fortuna, un químico y un conjunto de moléculas llamadas “esteroides”, entre otros), comienzan a entrelazarse a partir de traducciones y rodeos multívocos, que finalmente componen un sistema de relaciones y cristalizan en una píldora.
En ambos casos lo específico de las humanidades científicas consiste en considerar toda la obra y no solo uno de sus actos, y para hacerlo recurriremos a una serie de operaciones propias del toolkit cognitivo para el análisis de los fenómenos complejos.
Es decir cualesquiera encadenamientos que tejen la acción, terminan asimilándose a un hojaldre de preocupaciones prácticas y lenguas diferentes, en el caso de Arquímedes las de la guerra, la geometría, la filosofía, la política. En el de la píldora anticonceptiva la salud femenina, la química la endocrinologia, la libertad del placer etc.
Traducir es transcribir, transponer, desplazar, transferir, transportar trasformando, ¿Cómo llevarlos a cabo ante cada conflicto, duda, grieta o antinomias como las que dominan el mundo actual?
De lo que se trata es de reemplazar las preguntas insolubles por programas de investigación empíricos y que los milenios y los centennials transmuten su óptica de receptores de problemas ajenos y los conviertan en los suyos propios.
Una máquina de aprender.
Cuestionar la idea de autonomía de las ciencias y las técnicas, desmontar la distinción rígida entre ciencia y política, entre las cuestiones de hecho y las cuestiones de interés, entre naturaleza y cultura ese es el preámbulo al diseño de un toolkit cognitivo a la vez oportuno, atento, estratégico y sobretodo operativo.
¿Mediante qué procedimientos y condiciones se mantienen dichos ensamblajes? Es a partir de esas preguntas, y sin prejuzgar sobre la naturaleza de los elementos asociados, que se puede comprender la heterogénesis que ofrece Latour para construir el toolkit cognitivo.
La historia de la ciencia y de la técnica es una multiplicación de rodeos, sustituciones y traducciones, instancias que nos permiten mesurar cualitativamente nuestro co-funcionamiento actual con redes técnicas, y la magnitud del daño que implican los quiebres y las averías supuestamente tecnológicas.
Los relatos de emancipación y de modernización y de correlación y ecologización
Actualmente estamos atravesados por dos tendencias, aparentemente contradictorias por un lado, el relato de emancipación y de modernización y, por el otro, el relato de correlación y ecologización. Dos relatos hasta ahora divergentes, que es necesario reensamblar para lograr una historia pragmática que reconstruya los vínculos de las personas con las cosas y, por qué no, dé lugar a una nueva constitución que reúna al parlamento de los hombres con el parlamento de las cosas.
Hace varias décadas atrás Latour (en consonancia con lo que imaginaron desde Gregory Bateson hasta Francisco Varela, Humnberto Maturana y Fernando Flores) nos mostró que todo enunciado considerado como un “hecho” científico (partiendo de La vida de los Laboratorios en 1986), no es más que el resultado naturalizado de un conjunto de discusiones y debates que han logrado estabilizarse en torno de un enunciado o una fórmula.
Las llamadas cuestiones de hecho siempre encubren cuestiones de interés y, por otro lado, que a partir de esta reconstrucción de la formación controversial de enunciados científicos queda claro que dicho proceso nunca implica un Cogito individual sino un Cogitamus colectivo.
Pasando de un cosmos a otro, alejándonos cada vez mas ràpido de Popper
Por ello debemos cuestionar las tesis de Alexandre Koyré según las cuales habríamos pasado de un mundo cerrado a un universo infinito. En realidad siempre pasamos de un cosmos a otro cosmos “en el cual los seres antiguos, tanto como los nuevos, habrían sido reacomodados en forma gradual”. Para entender estos pasajes Latour acuña la noción de cosmograma, que nos permitiría establecer una cartografía de las asociaciones y controversias, sin recaer en los dualismos modernos (humano/no humano, cultura/naturaleza, racionalidad/irracionalidad, etc.). Y para ello juegan un rol clave los laboratorios (especialmente los de Artes y Ciencias) con su seguidilla de rodeos y traducciones.
Así como la historia de la filosofía está atravesada por los aportes cartesianos (res extensa vs res cogitans), el mundo de la epistemología está acorralado por las distinciones popperianas del criterio de demarcación que plantean una discontinuidad absoluta entre ciencia y política, hechos y valores, expertos y activistas.
Latour propone otro criterio de demarcación (con minúscula) que permita registrar y cartografiar cosmogramas para, desplegando los encadenamientos y ensamblajes implicados en cada uno de ellos, abocarnos luego a la tarea política de composición y reensamblaje de mundos (cosmopolítica).
De aquí que, Latour afirme “Del cogito no puede deducirse nada, ni siquiera que “existo”. Pero, del cogitamus puede deducirse todo, por lo menos, todo aquello que importa para la composición progresiva de un mundo que habremos finalmente pensado, pesado y calculado en común. Cogitamus ergo sumus. “Pensamos”, luego estamos embarcados en común en un mundo que aún hace falta componer”.
Nuestra reapropaiciòn de Latour por mas que está simplificado al máximo sigue pareciendo alambicado. Tanto neologismo a veces confunde. Pero aquí no es por afán de retórica sino por necesidad de escapar al dualismo y repensarlo/rediseñarlo todo.
El toolkit para analizar casualidades invertidas está delineado en los aportes latourianos (y de muchos otos compañero¡as de ruta que iremos sumando pari passu). Es cuestiòn de readaptarlo, masajearlo, deformarlo mas y mejor para convertirlo en un analizador auténtico de la complejidad y contradictoriedad actuales.
Hacia allí vamos.
Para contextualizar el aporte de Latour, con quien veimos coqueteando desde fines de la década de1970 y a quien conocimos en su laboratorio en Paris en la década de los 90, pueden consultar una bio-bibliografía con especial atención a un libro maravilloso suyo como es Paris, ville invisible
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