Pasado, presente y futuro están en perpetuo flujo en un momento histórico caracterizado por la aceleración de casi todo, y el descrédito de lo lento (pensamiento, comida, movimiento), que se iguala con rancio y antiprogreso.
Pero por mas que nuevos algoritmos puedan hacer en forma automática síntesis textuales logradas, no solo el conocimiento de los detalles y de las singularidades requiere aún (¿por un largo rato?) de un interpretante humano, sino que difícilmente esos programas logren conectar pautas detectables/inventables entre obras (hechos, prácticas, autores, experiencias) aparentemente inconmensurables.