Los bandos se arrojan mutuamente dardos envenenados. Para unos todo está mal y la culpa es del intervencionismo (ajeno). Para los otros todo está mal y la culpa es del laissez-fairismo (ajeno). Asistimos a este binarismo aristotélico (tertium non datur), que niega la viabilidad de las terceras posiciones por doquier. La infoxicación y las redes al servicio del consumismo indiscriminado ayudan. Y todo se convierte en una gran confusión. Por eso hay quienes acuñan la terminología justa para describir este desolado presente: nihilismo de plataformas (Lovink). Pero también hay otras lecturas, premuras y posibilidades latentes.
Tomándonos en solfa a la filosofía y en serio a todo lo demás