Los bandos se arrojan mutuamente dardos envenenados. Para unos todo está mal y la culpa es del intervencionismo (ajeno). Para los otros todo está mal y la culpa es del laissez-fairismo (ajeno). Asistimos a este binarismo aristotélico (tertium non datur), que niega la viabilidad de las terceras posiciones por doquier. La infoxicación y las redes al servicio del consumismo indiscriminado ayudan. Y todo se convierte en una gran confusión. Por eso hay quienes acuñan la terminología justa para describir este desolado presente: nihilismo de plataformas (Lovink). Pero también hay otras lecturas, premuras y posibilidades latentes.
Que pasan mas por la exploración de las n+1 posibilidades que podemos enunciar/brandir cuando estamos atascados social y colectivamente como hoy. Es el camino que la tercera cultura viene construyendo desde hace casi 4 décadas. Es un diseño institucional inédito que cristalizó en el Media Lab del MIT hace décadas, y que hoy deriva hacia los laboratorios de ciencia/arte como los que David Edwards viene promoviendo también desde hace largo rato.
Por eso conviene analizar en detalle ¿porqué hay que crear cosas (procesos, instituciones, experiencias) que importan? Y como esa relevancia, que trasciende la cultura de consumo y la cultura expresiva, puede encarnar en los lugares mas imprevistos como por ejemplo la hospitalidad gastronómica.
¿Qué tiene que ver la Tercera cultura con los modales de la mesa? Algo que Norbert Elias seguramente se hubiese preguntado y respondido con su innegable garbo.
David Edwards Creating Things That Matter: The Art and Science of Innovations That Last. The MIT Press, 2018.
Edwards, un profesor e inventor de Harvard, explora un enfoque aventurero para crear nuevos productos y servicios, y lo posiciona como crucial para un período desafiante cuando «nuestros muchos inventos, desde rascacielos hasta ropa de poliéster», están causando tantos problemas. como lo resuelven.
Distingue los enfoques «comerciales» y «culturales» de la creación, respectivamente relacionados con un impacto a corto plazo en los demás y con la satisfacción de uno mismo, de su enfoque «estético» preferido, que expresa el sentido personal del mundo pero también puede dejar un impresión duradera en los demás.
Edwards cita las ideas de los estudiantes de su clase de Harvard, «Cómo crear cosas y hacer que importen», y proporciona ejemplos de estudios de caso en profundidad: un chef que «cambió la trayectoria de la alta cocina» y ayudó a popularizarla; un prolífico titular de patente e ingeniero que exhibe «empatía estética» en sus colaboraciones con otros; el productor ejecutivo del American Repertory Theatre, cuyas reinvenciones populistas de Shakespeare proporcionan un ejemplo de «hacer que la gente haga lo inesperado y disfrutarlo».
Edwards también toma ejemplos históricos del Renacimiento italiano para ayudar a los lectores a comprender «el flujo de innovación viene a nosotros hoy ”. Su trabajo imparte una sensación estimulante de descubrimiento y de esperanza para un futuro más innovador, compasivo y colaborativo.
Danny Meyer Setting the Table: The Transforming Power of Hospitality in Business Ecco, 2008.
El setenta y cinco por ciento de todas las nuevas empresas de restaurantes fracasan, y de las que se quedan, solo unas pocas se convierten en íconos. Danny Meyer comenzó Union Square Cafe cuando tenía 27 años, con una buena idea e inversores esperanzados. Ahora es el copropietario de un imperio de restaurantes. ¿Cómo lo hizo? ¿Cómo superó las probabilidades en uno de los oficios más difíciles?
En este obra, Danny comparte las lecciones que aprendió desarrollando la filosofía dinámica que él llama Hospitalidad Iluminada. Los principios de esa filosofía, que enfatizan las relaciones internas sólidas, así como la satisfacción del cliente, son aplicables a cualquier persona que trabaje en cualquier negocio. Ya sea que sea un gerente, un ejecutivo o un mesero, la historia y la filosofía de Danny lo ayudarán a ser más efectivo y productivo, mientras profundiza su comprensión y apreciación del trabajo bien hecho.
Poner la mesa es un trabajo motivador de uno de los líderes empresariales más talentosos y perspicaces de nuestra era.
Y aunque suene a mucho autobombo, retomar este ejemplo y muchos otros que están reseñados en una buena literatura acerca del código cultural abre nuevos caminos para entender como mejorar con «toquecitos» las múltiples instituciones cotidianas atacadas hoy por el desgano y sobretodo la imprudencia de desconectar el futuro.
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