Un amigo manda un largo cuestionario bajo el título ¿Cómo impactó la pandemia en nuestra institución? Las preguntas son las de siempre, y las respuestas lo serán también. Contesto en una a todas las preguntas. En las públicas (con alguna excepción) desnudó que hace rato que los alumnos aprendían poco y nada, y ahora por su imposibilidad de pasar a una virtualidad virtuosa ahora lo harán todavía menos (por eso las evaluaciones cualitativas burocráticas pedidas por los Ministerios de educación).
En las privadas (con alguna excepción) reveló que la tecnología es maravillosa para seguir haciendo tan mal en lo virtual lo que antes hacíamos en lo presencial. Las universidades están muertas, son un negocio inmobiliario o una cortina de humo para no cambiar la estructura socio-económica (y menos ahora con la debacle que se viene). Menos mal que ya aspirábamos a pobre, porque el virus solo empuja en esa dirección. Mientras los universitarios siguen aferrados a sus prebendas y sueñan con volver al viejo normal anacrónico y profundamente desigualitario. Para algo tenía que servir el virus. Para mostrar entre otras cosas al rey desnudo que es la universidad.
Día 57 VIERNES 15 de MAYO
No sabemos quienes son mas jetones. Si los políticos que convirtieron a la cuarentena en un arquitrabe de la próxima campaña electoral, o los médicos que se convirtieron en co-gobernantes mediante la explotación del miedo, o los filósofos que ante cualquier acontecimiento sacan la guitarra y empiezan a payar. En los comienzos del coronavirus hubo uno local que les cantó las cuarenta a los parlanchines con matrícula. Fue el caso de Pablo Rodríguez en Los intelectuales y los lugares comunes ante el coronavirus quien juiciosamente pedía menos Agambem y mas Latour. Pero si aquellos fueron masazos, los que acaba de dar Pola Oloixarac en Ecología, marxismo, ideas conspirativas. contra los filósofos y la epidemia de teorías a la sombra del coronavirus son mas demoledores aun.
Después de destrozar a intocables como Franco “Bifo” Berardi, Slavoj Žižek, Giorgio Agamben, Peter Sloterdijk, Markus Gabriel y Adriana Puiggrós, Pola rescata a Emanuele Coccia un desconocido filósofo francés de 44 años quien sostiene que los virus son la prueba de que nuestro ADN es un bricolaje multiespecies. En una veta que nos recuerda a Spinoza y a Deleuze, a Graham Harman y a Manuel de Landa, he aquí una nueva estrella en el firmamento filosófico que ayuda por fin a pensar mejor. Porque si el Covid teje su propia novela de ideas, su propia sociología y su religión, codo a codo con las fake news, entonces entenderemos que casi todo el arsenal de conceptos con el que se lo aborda es triste y desviado. Parafraseando el cierre de Las Palabras y Las cosas (1966) del inolvidable Michel Foucult “la filosofía convencional se borra, como en los límites del mar un rostro de arena”.
Día 58 SABADO 16 de MAYO
Esto del día de la marmota se ha institucionalizado. Ya nos levantamos, hacemos gimnasia (o no), desayunamos, leemos a mandíbula batiente; almorzamos y merendamos, sacamos al gato a pasear (o lo dejamos que salga libremente), y después cada tantop hacemos nuestro consabido paseo hasta Nordelta o al interior del barrio en coche. Apenas sabemos, leemos o nos preocupamos del virus. Ni las estadísticas internacionales ni las nacionales nos interesan ya demasiado. La dictadura sanitarista ya ha dicho que hasta agosto no cambiará nada. Y para los de mas de 70 hasta que no haya vacuna no habrá tampoco movilidad exterior. Por eso seguimos con nuestras lecturas, cada tanto pescamos algún comentario interesante sobre el virus o sobre el universo. Y permanentemente descubrimos nuevos autores, libros llamativos o volvemos a la Biblioteca de Papel y nos encontramos con exquisiteces sin fin como el célebre El Pensamiento Salvaje de Claude Levi -Strauss. Eso si de encuentros reales nada. De catexias con personas menos. De debate o discusión, todo pasteurizado en la web. E la nave va.
Día 59 DOMINGO 17 de MAYO
Otro domingo hermoso, como el sábado o como el viernes que acaban de pasar. El otoño se transformó en primavera, y aunque el confinamiento sigue, hasta nos damos el lujo de tomar un poco de sol en las reposeras, de comer en la galería y de acompañar con la mirada desde lo lejos las andanzas del incansable Roger que imparable cubre varias cuadras de territorio propio, que por suerte no es amenazado durante el día por ningún rival.
Ya estamos por celebrar nuestras 120va comida + cena. Seguimos los rituales de siempre de ir al supermercado, de buscar el pan exquisito al Au Pain Quotidien. Por suerte no estoy en el chat del barrio porque allí los chimentos con las idas y vueltas tratando de que se liberen las caminatas internas del barrio se suceden sin parar. Ya hace dos meses que estamos encerrados, parece que lo estaremos dos o tres mas y esto que es un auténtico escándalo ambulatorio pasa como un hecho de la naturaleza.
Siguen las lecturas de libros santos depositados en la biblioteca -acompañando la religioss cursada de Diseños del Futuro en UDESA- como los lindos textos de Sherry Turkle y Donald Norman que engalanan la cursada. Continúa nuestra arqueología de revistas y hasta nos agenciamos de algunos títulos recientes en digital que son más que exquisitos. Como por ejemplo Taste: Surprising Stories and Science About Why Food Tastes Good de Barb Stuckey, o The Life of Plants: A Metaphysics of Mixture de Emanuele Coccia; o The Story Behind: The Extraordinary History Behind Ordinary Objects de Emily Prokop; o de The alchemy of Us o Vibrant Matter. Seguimos leyendo noticias del coronavirus pero cada día son menos y mucho mas selectas como esta exquisitez Not quite all there – The 90% economy that lockdowns will leave behind de The Economist. Parecemos resignados pero estamos hartos. No solo de la cuarentena cavernícola. sino del esperpento que son la política, local, la internacional y probablemente la interplanetaria.
Día 60 LUNES 18 de MAYO
En nuestro breve paso por el E137 hubo un tema que se reiteró una y otra vez. Ante tantas voces monocordes que sostienen (desde Sarmiento en adelante y seguramente también para atrás) que la educación cambió (para bien) a la sociedad, creemos que es exactamente al vesre. El cambio social y económico es una precondición del cambio educativo.
Obvio que se trata de un wiked problem, y de causalidades recíprocas, y de alfajores Rogel de complejidad creciente e inasible. Pero seguir con la cantinela de que con mayor educación tendremos mejor calidad de vida, hace rato que no se sostiene. No al menos desde la implantación masiva de una educación sin calidad, y sobretodo del descubrimiento (no había que tener tantas neuronas para hacerlo) de que el determinante clave para el aprendizaje y la inserción social con movilidad ascendente está dado en un 90% por la posición de clase.
La pandemia lo corroboró hasta el tuétano y como resultado los ministerios debieron modificar su inútil calificación numérica por una evaluación conceptual no menos etérea e inconducente. Por suerte algunas veces discordantes (en la mejor tradición de la Pansophia de Comenius, Dewey, Illich, Freire y unos pocos mas) lo están reconociendo. Pero ello supone un golpe mortal para la escuela como espacio del monopolio cognitivo y mas duramente aun para la Universidad que a muchos efectos prácticos (y con la excepción de las de elite) se ha convertido en una escuela para los un poco mas grandes con todas sus taras y potenciales logros: socialización, exposición a lo distinto, ignorancia de lo que nos está pasando y la neotenia cultural como colchón del ejército de trabajo que dilata el ingreso laboral en una década o mas.
Estamos por llegar al día 60 de la cuarentena y el nivel de discusión, de ignorancia de lo que (nos) está pasando, y de las nulas propuestas para construir un mundo nuevo, muestran no sólo la decadencia de nuestra clase política, sino también cómo esta experiencia de intercambio de encierro por supuesta prolongación de la vida es una trampa que nos hemos autoimpuesto. La inesperada noticia de que una vacuna está más cerca que lejos, que hizo subir la cotizaciob de las Pharma en los mercados, muestra cómo todos los que mandan (y los que obedecemos) solo esperamos volver a más de lo de lo mismo. Habríamos estado perdidos en la isla de Lost 2, 4 o 6 meses pero después todo seguiría igual. Narcolepesia cultural al palo. Que pena.
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