Día 62 MIERCOLES 20 DE MAYO
El calendario no se detiene. Pasan rítmicamente los días y el único diferencial es quizás la lluvia, cuando llega. Porque después de una seguidilla de hermosos días primaverales el otoño nos recordó que es su momento, y así perdemos un montón de espacios de la casa y debemos abrigarnos y seguir esperando (a Godot) dentro y no ya afuera. Después de mucho darle la vuelta encontramos una triste metáfora que describe dónde estamos. El reloj atrasó un siglo. Pero no solo porque la gripe mal bautizada como española acaeció hasta mas de 100 años (en 2018), sino porque retrocedimos un puñado de años más, y ahora volvimos a la guerra de trincheras de la primera guerra mundial.
Estamos empantanados en unas trincheras tanto virtuales como reales (porque el confín de nuestras casas es bien real, pero no lo esmenos el temor a contagiarnos que aún nos mantiene masivamente encerrados en ellas) y no vamos ni para adelante ni para atrás. Ni el virus nos gana, ni nosotros le ganamos al virus. El maldito empate ha venido para quedarse. Nuestros días pasan a mínima velocidad, con baja productividad (lo que no está nada mal) y con máxima distancia social (lo que está pésimo).
Hay algunas cosas que podemos hacer más o menos bien, siempre y cuando haya una nueva normalidad. Pero muchas otras -incluyendo la política- han desaparecido. Lo que queda es tratar de mantener viva la capacidad de asombro. No creerle ni a los políticos ni a los sanitaristas. Y tratar de reinventarnos (como también ocurría durante el viejo normal). A como sea, no vaya a suceder (como comentó Jorge Carrión en su charla con los alumnos de UDESA) que lleguemos a controlar al virus biológico pero que por detrás nos pegue un hachazo el virus informático.
Día 63 JUEVES 21 DE MAYO
Enésima reunión de nuestra cátedra de la UBA. Como siempre en el fascinante momento del status nascendi de un programa. Solo que esta vez no sabremos si habrá cursada, quiénes serán los alumnos y cómo sigue la película. Pero es no nos preocupa demasiado, porque siempre estuvimos en los bordes de la institucionalidad. Como el coronavirus asechó nuestra última cursada de verano, y tomó cada vez más presencia, especialmente en nuestro curso actual en San Andrés, creímos llegado el momento de mirarlo de frente y dedicarle una cursada con nombre propio.
Pero eso fue hace mes y algo. En el medio se publicó tanto (inane) sobre el tema. Estamos tan empantanados en nuestra cuarentena que va a ser como la Avenida de Julio (la cuarentena más larga del mundo), que viramos hacia orillas más apetitosas donde desembarcar. Primero fue la idea de la ciudad de proximidad (o de los 15 minutos), después pasamos por nuevas instituciones y formatos de pensamiento. En un tercer esfuerzo emergieron los objetos digitales emergentes y ahora por fin estamos aterrizando en una combinación de epistemología de la pandemia y objetos encantados.
Ya estamos en el dia 63 de la cuarentena y es como si no hubiésemos empezado nunca. Estamos empantanados en la trinchera de la lucha sanitaria, manipulados por el Gran Kahn e ideologizando todo. Así nos fue, nos va y nos irá. El chiste de minimizar muertes sin estrategias de salida nos costará por los menos 4 millones de nuevos pobres. No entendemos nada.
Día 64 VIERNES 22 DE MAYO
Aunque todos los días son iguales hay algunos que lo son un poco menos. Confinados como estamos por una combinación de factores que nadie examina ni critica (cuando Cristina se fue del gobierno dejó 30 % de pobres, en 1970 había 4% más de 2/3 de este tiempo el país fue gobernado por el peronismo) estamos llegando al grado 0 de la percepción y lo que es mucho peor de la futurización.
No es que no podemos imaginar al futuro porque todo ha cambiado de pronto, porque escenarios de todo tipo (desde los más apocalípticos a los más integrados son un negocio para muchas corporaciones y algunos gobiernos, para no hablar de los militares) florecen permanentemente. O más bien predicciones al voleo.
Pero el futuro se muere cuando un presidente papá dice “la Cuarentena c’est mol”. Y cuando sus fieles escuderos insisten en que no hay más normalidad. Esas babosadas las podemos decir nosotros acá porque son tan solo una mezcla de exabruptos y catarsis. Pero cuando la dice un gobernador lo que está refrendando es el fin del modelo de la democracia que tenemos. Pero no nos vayamos tanto por las ramas. Entre los picks de la semana contamos con la visita de Jorge Carrión a nuestra cátedra en UDESA. Escuchar a este escritor genial que por 4 años no es un millenial (nació en 1976) reconforta, acicatea, ayuda a pensar y sobretodo nos muestra el enorme poder de la narrativa cuando está en las manos (y las neuronas) adecuadas.
Día 66 DOMINGO 24 DE MAYO
El Teatro Gral San Martín (una de las joyas nacionales) cumple 60 años pero como todo, deberá festejarlo en modo virtual. Gracias a una buena labor de archivo y digitalización se están recuperando grandes obras filmadas en su momento por Canal 13 y ATC. Así a partir de mañana se exhibirán on line Enrique IV y luego vendrá Mein Kampf, con Alejandro Urdapilleta y Jorge Suárez; y Copenhague, con Alicia Berdaxagar, Juan Carlos Gené y Alberto Segado, dirigida por Carlos Gandolfo.
Es un ejemplo como tantos otros de la resiliencia de la cultura aún en épocas de pandemia. Durante la segunda guerra mundial la gente seguía yendo a los cines y a los teatros. En la Francia de Vichy, París ocupada vibró culturalmente durante casi 4 años para consternación de muchos. Incluso hoy se habla de artistas célebres como Picasso -que expusieron en esa época- tildándolos de colaboracionistas.
Tema tratado magistralmente por Alan Riding en Y siguió la fiesta: La vida cultural en el París ocupado por los nazis, quien se hace preguntas fascinantes y muy difíciles de responder ni siquiera hoy ¿Cómo abordaron artistas e intelectuales el peor momento político de la ciudad en todo el siglo XX? ¿Acaso el talento y el estatus trajeron consigo una mayor responsabilidad moral? ¿Es posible que una cultura floreciera en ausencia de libertad política? ¿Acaso trabajar durante la ocupación supuso automáticamente un acto de colaboracionismo?
¿Se puede sancionar a un escritor que ha cometido el «crimen» de tener una opinión? ¿Tienen los pintores, músicos y actores más dotados la obligación de ejercer el liderazgo ético? Las referencias al aniversario del San Martín y a la producción artística en tiempos de reclusión (política o pandémica) convergen en un punto común, ¿Qué nos hace humanos? Y cómo la cultura trata siempre de seguir adelante. Cuando vemos cómo la valla de contención frente al virus empieza a desmoronarse, y que los que pagan el pato son los 5 millones de marginales, clientes alimentados por la política durante décadas, con la hipotética consecuencia de un desborde de todo: ¿servirá el arte para mantenernos en pie? ¿O qué sino?
Día 66 LUNES 25 DE MAYO
Días intensos y de mucha furia, más interior que exterior. No importa que algún funcionario se haga el simpático con Majul y graciosamente nos regale la posibilidad de disentir (verbalmente). No importa que aunque amenacen a los vecinos de Tigre con sanciones gravísimas, finalmente la policía no intervenga y de 20 coches que salieron del barrio Villanueva finalmente se arme una cola de protesta pidiendo por la libertad con más de 400 vehículos a lo largo de varios km. No importa que la cuarentena sea violada tibiamente, incluso por los miembros de este grupo, y que haya cacerolazos en los barrios paquetes de la capital.
La defensa a rajatabla de la dictadura sanitaria están tensando el hilo de más, y de lo que se trata ahora ya no es de discutir vida vs trabajo sino vida vs vida. Alberto tiró la primer piedra el sábado cuando sostuvo no solo “La cuarentena c’est moi” (y que durará lo que a él se le cante), sino que decidió cuánta angustia debemos o podemos tolerar. Tres testimonios hacen puré tanta soberbia injustificada.
La columna de Luis Novaresio en InfoBae ¿Quién dice que no se puede discutir el modo de cuarentena?; el cuestionamiento al medidor de angustia de Alberto hecho por Nicolas Jose Isola en El medidor oficial de la angustia ajena y el contundente testimonio de Marcela una ignota escritora de 84 años en TN “Hay que dejar de vivir para no morir. La falsa oposición del gobierno. Lo opuesto de la vida no es la muerte. Lo opuesto de la vida es no vivir”.
No ayudó mucho Alejandro Katz al insistir en que hay que dejarle al Estado el beneficio de la ignorancia porque ellos se prepararon para una gestión política de la cosa pública y no de una biológica. Tampoco sumo nada interesante Ernesto Tennebaum con Los argumentos falaces (y un poco irresponsables) de los “anticuarentena”. Porque ignora el contexto, el doble comando, la sobredeterminacieon política, etc etc. Si antes teníamos grieta política ahora tenemos otra nueva grieta sanitaria/existencial. Y esta es bastante más grave y compleja que la anterior. A la que no le esta resta nada, y al contrario le suma más discordia, intemperancia y hartazgo.
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