Día 80 LUNES 8 DE JUNIO
Qué lunes de furia Tete. Veníamos cebados y furiosos con las tecnologías del confinamiento y de pronto llegó la primera medida en cadena del gobierno. La intervención y presunta estatización de Vicentín [algo que finalmente no ocurriria]. A las pocas horas todos éramos vicentinólogos, entendíamos de biodiesel, molienda de soja, pontificábamos acerca de los precios testigo y la soberanía alimentaria y mil sandeces mas.
Nosotros por suerte (a pesar de los feos días que nos tocaron) nos preocupamos por cosas mucho más etéreas y vaporosas. Nuestra cursada en UDESA va llegando su fin y los alumnos están fascinados con sus objetos encantados. Nosotros también. Como bien nos enseñó Steve Jobs “the journey is the reward” y esta cursada se tejió dentro del más tormentoso de los entornos imaginable. Las sesiones nos alegraron y nos contuvieron tanto a nosotros como a los alumnos en una bella danza colectiva.
Parte del diseño fue la flexibilidad y el jamming curriculares. Porque nunca imaginamos tener uno o varios invitados y mucho menos sabíamos quienes podrían ser. Pero los astros se alinearon y la seguidilla de presencias de Gaba Jajamovich, Carlos Scolari cerrando con el maravilloso Jorge Carrión, sumó muchísimo al timing y a la riqueza de las conversaciones. Creíamos que estábamos hechos pero, ya sea porque el coding es el nombre del game estos días (en el mundo y en nuestra clase), o porque casualmente nos topamos la semana pasada con una entrevista que le hiciera Rosan Bach a Marina para su ciclo Learning Inspired), o porque habíamos tenido hace un mes una linda charla con ella acerca de su próximo libro sobre coding como primera escritura, todo cuajó y aceptó estar en nuestra sesión de cierre de esta semana.
Fue un lindo motivo para revisar su excelsa carrera de 25 años de trabajo intenso y productivo (después de sus años argentinos y en la UBA). Marina viajó a USA en 1994, se casó y tuvo 3 hijos, siendo Tali la mayor que llegó a cursar su primer año como freshman pero ahora está en cuarentena con su mamá. Marina aquí fue periodista, hizo talleres de radio, fue voluntaria en muchas organizaciones comunitarias y es poseedora de una calidez inusual. Adorada por sus alumnos, actualmente es jefa de departamento en Tufts University una de las universidades más maravillosas del mundo para sus menesteres, porque cuenta con un colegio primario en su interior.
A diferencia de los sanateros locales que hablan de programación, coding y robótica sin tener la menor idea de en qué se meten, Marina ha diseñado infinidad de experimentos, se ha metido en la cocina de la mente, trabajó intensamente en formación docente, puso a pruebas innumerables hipótesis con los chicos de primaria, creó su propio robot Kibo para la programación infantil y una compañía que lo comercializa, y se sigue haciendo preguntas profundas y tozudas todos los días. Para ella el código como escritura merece un lugar codo a codo con la alfabética, por eso se ha entreverado con difíciles cuestiones acerca de la historia de escritura, los sistemas de representación de conceptos, el aprendizaje matemático y formal, etc
Para quien quiera saber mas de ella, armamos esta semblanza, el jueves la veremos actuar en vivo. Ya los invitaremos, no se la pierdan.
Día 81 MARTES 9 DE JUNIO
Los martes se han convertido en un de los días más agradables de esta cuarentena interminable, absurda y trágica (por la destrucción de la economía que supone, y por la catarata de muertos de segunda y tercera derivada que conllevará). Pero esto no parece preocupar a muchos y aun los más lúcidos saben que esta incapacidad de gestión terminará mal (no sabemos si pronto). Porque la única forma de salir es haciendo lo que hacemos tarde y mal Hay que testear para cortar la cadena de contagios
En parte para no enroscarnos eternamente con esta expropiación de nuestra libertad, en parte para tratar de pensar lo que se viene y otras menudencias, el grupo de Tarariras ya logró pasar sus 10 reuniones, y el último martes lo celebramos con una exposición a cargo de Martín sobre los peligros y los beneficios de la tecnología.
Martín le ha dedicado muchísimo tiempo a estos menesteres, como que hizo su maestría y su doctorado en la Universidad de Salamanca (con el conocido Miguel Angel Quintanilla, con el que alguna vez departimos). Es algo que me viene interesando desde hace literalmente medio siglo, y en mi biblioteca son centenares los títulos que convergen en la cuestión de cuán buena o cuán mala es la tecnología.
Un planteo absurdo si previamente no definimos que es tecnología. A nosotros la que mas nos convence es la propuesta de Fernando Flores: “Conversaciones en las que se inventan nuevas prácticas para mejorar la vida humana”. Con esta definición la duda se traslada al término “mejorar”: la vida, ¿de quién, la de todos, las de algunos, las de algunos para beneficios de todos? A lo largo de la historia han habido innumerable clasificaciones de la tecnología: por áreas, por grado de radicalidad, por alcance, por tiempo transcurrido hasta llegar al primer o a los 50 millones de usuarios. Por cantidad de subcampos.
Hay incluso sofisticados análisis que muestra cómo evolucionan las tecnologías en términos de hibridaciones evolutivas o ricos trabajos sobre la clasificación tecnológica en términos de estudios del futuro Technology Classification for the Purposes of Futures Studies
La exposición de Martín fue detallada, aunque un poco larga. Los comentarios abundaron en críticas, dudas, contrapropuestas. Todo ello en un ámbito de respeto y disenso valiosos, y sirvieron para que la mitad del grupo (como sucede siempre en nuestras charlas) se enterara de mundos que desconocíamos. Tarariras trabaja y avanza. La semana próxima nos meteremos con un tema fascinante el Lancetgate a cargo de Christian.
Día 82 MIERCOLES 10 DE JUNIO
Hay semanas que vuelan más que otras. Y no necesariamente por el caudal de trabajo o de demandas, porque las nuestras son bastante rutinarias, con 3 o 4 Zooms semanales a lo sumo. Y si bien cada clase o intervención es bastante original, ello no quita un aire de año de la marmota que se va depositando cada vez con más fuerza, dada la inverosímil situación en la que estamos de cuarentena perpetua o con contagios crecientes.
De todos modos cada tanto hay un cambio mínimo y todas las neuronas reverberan al unísono. Nos pasó con la invitación que nos hizo Cecilia de la Paz de Educate Uruguay, para que hablara con docentes rurales acerca de los beneficios extraordinarios que nos brinda la lectura.
Fue una reunión corta precedida por la exhibición de tres videos que reseñaban las estrategias y los logros de los docentes, trabajando con alumnos donde se enfatizaba la astucia, las estrategias de estímulo y sobretodo una alta valoración de la importancia de la lectura como modo de vivir en un mundo distinto al pre-letrado.
Tenía mil cosas para mostrarles o convocarlos. Presenté un PPT corto, donde hubo que saltear los videos por problemas de conexión (más míos que suyos). Dividí la charla en un modo analógico con referencia al célebre soneto CVIII de Shakespeare ¿Queda algo en mi cerebro para manchar sobre papel/ que no haya prefigurado para ti mi espíritu fiel?/ ¿Algo nuevo por decir, nuevo para registrar/, que exprese mi amor, o tu mérito? a las obras canónicas de Alberto Manguel (Historias de la Lectura) y Daniel Cassany (Leer entre líneas) pasando por mi biblioteca.
De allí salté a mi iPad y recuperé la idea de Jorge Carrión (dentro de The Game) una nueva cultura caracterizada por Objetos Culturales Vagamente Identificados (OCVI) Un nuevo canon cultural en diez objetos (he aquí el listado: 10. Una visualización de datos/ 9. Una campaña publicitaria/ 8. Una lista de reproducción/ 7. Un tuit (o ‘remix’)/ 6. Un proyecto transmedia/ 5. Una historia interactiva/ 4. Un fichero que es libro objeto/ 3. Una serie para móviles/ 2. Un pódcast/ 1. Una historia de Instagram).
Terminamos con un pasaje a vuelo de pájaros por formas no lineales de organización de la información (y de paso de auto-formación) como El Atlas Mnemosyne de Ari Warburg, el increible Proyecto Idis de Carlos Trilnick, al que podríamos sumar el fundamento conceptual de Paul Otlet del Mundaneum. (Alex Wright Cataloging the World: Paul Otlet and the Birth of the Information Age)
Terminamos con una sentencia «Ustedes tienen el derecho a no volver a la zona de confort, evitar como a la peste a los futuros sin sorpresa», porque no hay sorpresa más grande, que aprender a leer, y vivir cada día leyendo mas y mejor realidades de todo tipo, color y sabor.
DIA 83 JUEVES 11 DE JUNIO
Como buenos tararireños pongamos el ojo en cosas que nos maravillen y animen, no en cosas que nos deprimen o nos quitan las ganas de soñar. Por eso prestemos atención a este proyecto.
De Google sabemos 1000 cosas. Después de todo ya pasó la mayoría de edad. Lanzado en 1998 pronto cumplirá un cuarto de siglo. Pero de sus proyectos sabemos poco y nada aparte de usar la panoplia de aplicaciones que constituyen su reinado y que usamos en mayor (Gmail, buscador) o menor medida (Drive, Classroom).
Pero si hay algo que seguramente la mayoría desconocemos es el antiquísimo (nació en 2011) Art Google Project (hoy Arts & Culture), que fue desarrollado por el hindu Amit Sood (“Internet es malo para el arte”) y que en tiempo record asoció a 17 museos para exponer en alta resolución sus tesoros.
El proyecto creció descomunalmente, a los tres años contaba con 250 museos y en menos de una década ya alcanza a los 2000 museos mas importantes del mundo. En su primera versión utilizó Google Street View. Aunque todas las obras se muestran en alta resolución, cada una de las 17 instituciones intervinientes iniciales dispuso una de sus obras maestras para ser fotografiada y mostrada en el sitio mediante imágenes de 7000 megapixeles.
En 2016 se lo relanzó con nuevas funcionalidades como Explore and Discover; Video and Audiocontent; Educación y Art Selfie. No deja de ser llamativo que el producto haya nacido en el día libre que Google le da los empleados. Tener acceso virtual (muchas veces en 360) y con muchas pinturas en altísima resolución es una maravilla única. Aprovechémoslo.
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