Martes 12 de Octubre de 2021
Volver a Europa nuevamente
Hoy debió haber sido feriado en la Argentina. Pero hace rato (y más en los últimos tiempos) que se privilegia el turismo por encima del fervor patriótico. Que la gente los necesitaba malamente lo testimonian los 4 millones de compatriotas que se desplazaron por todos los puntos del país en esta versión XXL de las vacaciones anticipadas en Octubre.
Estos dos feriados fueron complicados porque debía hacer trámites que requerían varios días hábiles. Pero por suerte ello no fue óbice porque mientras tantos compatriotas trasegaban por las provincias, en la sierra o en el mar, nosotros juntábamos papeles y hacíamos trámites porque el premio era uno mayor, volver a Europa nuevamente.
Y vaya si valió la pena porque se dio finalmente. Y aunque hace ya 4 horas que estoy volando en un incómodo Airbus de Air Europa lo mas parecido al lamentable Level Low-Cost de Iberia, y viendo la hoja de ruta electrónica estamos pasando encima de Recife y no lo puedo creer.
Hacía 18 meses que no pisaba Ezeiza y cuando me invitaron 4 meses atrás a participar del Global Education Forum en Madrid, imaginé por un largo rato que quizás estaría pisando las calles españoles nuevamente. Pero también sabía que el deseo era probablemente un mero espejismo, porque después de la desastrosa vacunación argentina y de la apuesta insensata a las vacunas chinas y rusas, la posibilidad de entrar a Europa estaba cada vez mas lejana, y la potencial de ir a USA (por suerte no pudimos viajar en Julio porque sino seguiríamos varados alli gentileza de la funcionaria de alto nivel Florencia Carignano y las políticas varadistas del presidente Fernández).
La fecha estaba por llegar y cuando mis amigos españoles quisieron confirmar si mi visita presencial seguía en pie, nos encontramos con que los rusos no solo estafaron al gobierno argentino (porque la mayoría del componente 2 faltante se está fraccionando actualmente en nuestro país), sino que siguen siendo el peor causal para poder desplazarnos por el mundo (rehenes de nuestra incompetencia y de su tozudez por ganar retóricamente batallas que su ciencia no justificó).
Justamente esperaba para esta época estar escribiendo un furibundo editorial en donde me explayaría sobre estos temas y otros asociados, porque aunque en los últimos meses nos desenchufamos un poco de la moralina de las dos Coreas que sigue infestando nuestras pampas, son tantas las metidas de pata que han ocurrido con la excusa de remontar las PASO, que leer la prensa diaria, escuchar los programas televisivos, o enzarzarse en discusiones políticas deprime al mas feliz si es que quedan muchos.
Cuando ya el viaje parecía perdido con el dolor del alma que eso suponía un par de oportunas invitaciones oficiales y el mas que inesperado OK del consulado español en Buenos Aires abrieron las puertas a este paseo por el universo que tanta falta nos hacía después de casi 2 años.
No fue fácil, el papelerío que hay que llenar es variado e incluye el certificado SISA, el QR de ingresos, el consabido PCR, el seguro médico, la Declaración Jurada de salida (supuestamente no exigible a los de mas de 70 pero que hay que llenar de reojito en migraciones), etc etc.
Ezeiza no está en su mejor momento. Al llegar solo había dos vuelos despegando (el nuestro y el que iba a Santiago, casi de cabotaje). La nueva terminal de salidas no está habilitada. La torre de control está en veremos como hace 2 años. Parece un aeropuerto de provincia gentileza de la locura de intentar por todos los medios que los argentinos quedáramos confinados en nuestros limites geográficos, como durante casi un año los estudiantes en nuestras casas y parece que los universitarios durante muchos meses mas.
Hay algunos toques de color. Tanto la policía como el personal de tierra son muy amables. La gente estás mas mansita que nunca, con tal de poder irse. La Yenny del primer piso sobrevivió y allí pude agenciarme de una copia del maravilloso Lo que estábamos buscando. De la pandemia como criatura mítica, 33 epigramas del siempre lúcido Alessandro Baricco. El Hard Rock esta abierto, como también un insólito Correo Argentino muy cerca de la puerta de despegues.
Ya no entran y salen por Ezeiza 33.000 personas como en Marzo de 2020. Hoy (dentro de 15 días habrá novedades de apertura mientras los contagios aumentan) estamos en las 2300, por ello es que todo se hace con inmensa parsimonia y cierta ligereza. En Migraciones de cada lado solo había 4 o 5 personas en la cola y apenas un par de salidas abiertas. Los aviones salen de los gates 1 y 3, y la circulación de gente es mínima y con cierto recato y muy bajo perfil, a años luz de la vocinglería y tilingueria de los años locos del dólar dulce (que puede haber sido cualquiera momento menos ahora).
Hubo gente conocida que viajó a mediados del año pasado, y a principios de éste, así que cruzar el charco no tiene nada de pionero. Pero es si una oportunidad de reiniciación y de reoxigenación. Con cierta analogía se parece demasiado a volver a viajar después de una guerra o de una gran catástrofe.
El uso de barbijo (mascarilla le dicen en España) es inexorable y para mi novedoso porque pasando tan tiempo en casa o manejando, o en lugares de comida, no creo habérmelo puesto mas de un par de horas seguidas nunca. Ahora ya van 7 y faltan casi otra tantas. Encima viajamos de día con lo cual dormir es bastante difícil.
La comida viene en cajas y para mi alegría nos dieron unos fettucinis que es lo que habría pedido en Obvio o en Tutti a Tavola o en alguno de nuestros restaurantes de siempre. Pero la comida viene en bolsas, el desayuno hay que pagarlo y todo es precario. El servicio de entretenimiento es pobretón pero vino con otro regalo deslumbrante. La tercera temporada completa de Westworld, de la cual creo haber visto un capítulo y medio y que será mi acompañante mas que feliz en los que resta del viaje (ja al final resulta que ya la había visto entera pero solo me acordaba retazos (memoria de chorlito)).
Retomar esta maravillosa costumbre de visitar otras orillas también sirve para recapitular y recapacitar sobre lo hecho en este último bienio. Nada casualmente el primer congreso al que voy es sobre Educación Superior. Y si hay algo sobre lo que hemos experimentado en este tiempo, es precisamente en objetos de análisis y síntesis de formatos híbridos tanto en nuestros cuatro cursos en la Universidad de San Andrés como en los tres cuatrimestres de la UBA (el último presencial) y en otras tareas que estamos haciendo en otros ámbitos educativos
Obviamente merodeando las computadoras y estando cerca de Internet desde 1980 (nuestra primera dirección de mail data de 1986 y estamos en The Well con la misma dir desde 1988) nuestra visión y lecturas no fueron nunca ingenuas, ni tampoco apocalípticas o integradas. Nos hemos concentrado mucho en decantar aproximaciones e intervenciones centradas en el diseño del futuro, en las pedagogías híbridas y sobretodo en el desarrollo de toolkits cognitivos para balizar el pulso del mudo.
Desde nuestro diario de la cuarentena hasta la publicación de Innovación y Barbarie junto a Julio Alonso; desde el proyecto Palabras del Coronaceno, hasta las entrevistas en @Datosuba, desde Dieta memética que en breves días llegará a su número final 100 dedicado a Aprendívoros de Santiago Beruete (con 110 libros reseñados), hasta los proyectos de cultura digital en CORE en el grupo Techint, han sido innumerables las oportunidades para sistematizar, hibridar, conectar, articular y sobretodo incentivar a recuperar la inmensa y maravillosa literatura histórica, tejiéndolas con las obras más recientes pre- e intra-pandemia que han aparecido con una profusión sorprendente en los dos últimas años (y que nos llevaría a relevar 400 títulos en España).
Si bien nuestra biblioteca en papel se mantiene en los 6.500 títulos de siempre (no creo haber comprado mas de una o dos decenas de títulos durante la pandemia, y de paso me desprendí de unos pocos títulos ya definitivamente amortizados) la digital creció abultadamente de menos 1.000 y pico de títulos a casi 2500. De éstos, muchos son clásicos, pero también un montón son novedades publicadas entre los años 2019 y 2021, con una cantidad increíble de nuevos aportes, sesgos y distinciones de una exquisitez sin fin. A por ellos.
Aprovecharemos la estancia española para rescatar este diario de la pandemia en tierras extrañas. Veremos qué nos dice y hasta dónde este viaje compensa nuestra desconexión total de amigos, temas y cuestiones que siempre nos hicieron tanta falta y en cuya ausencia nos costó vivir (metafóricamente porque nada compara con las 116.000 muertes de las cuales varias decenas de miles son responsabilidad exclusiva de las pésimas medidas sanitarias, económicas y psicológicas tomadas por el gobierno en curso).
Cuando nos despertemos estaremos caminando por Madrid. Increíble pero cierto.
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