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¿La palabra innovar rima con la palabra paradigma?

Todos tenemos nuestros autores fetiche. Cuando se alcanza una edad provecta como la nuestra, podríamos imaginar que ese listado sería suculentamente largo. Sin embargo lo mismo que ocurre con los gustos musicales sucede con los implantes epistemológicos, somos groupies de apenas un quinteto de buenos ancestros absorbidos generalmente en nuestra juventud.

Lo hemos recalcado en numerosas oportunidades. No interesa tanto a qué universidad fuimos, cuántos posgrados acumulamos, cuál es el último bestseller memétíco que estemos recomendando, y ni siquiera descartamos la posibilidad de que la iluminación a una edad avanzada (o precoz), eso que el sagaz Martín Heidegger llamaba “kehre “ o inversión del camino intelectual, no pueda ocurrir en cualquier momento tardío de la vida.

Pero nuestro caso, que debe ser el de la mayoría de quienes siguen creyendo en el carácter atronador de la lectura, y para quienes los modelos mentales son anteojeras peligrosas, pero inevitables, seguramente los modos de ver se entronizan en los años tempranos.

Por eso el listado de nuestros maestros matriciales es corto, claro y contundente. Y lo enumeramos en modo cronológico. Empezando por Michel Foucault y Thomas S. Kuhn (a fines de los 60 y principios de los 70), siguiendo con Gregory Bateson y Francisco Varela (a mediados y fines de los setenta), y terminando con Fernando Flores (mediados de los 80).

Esto no significa, ni mucho menos, que no nos hayamos topado a largo de las décadas subsiguientes con una multitud de rompehielos meméticos, no necesariamente autores de libros que vegetan en las bibliotecas universitarias, habiéndonos cruzado con ellos en escenarios, paisajes, y entornos de lo más variados, y muchas veces inesperados.

En este listado inagotable están -entre tantos otros- nuestros polímatas de los últimos años (aunque a muchos los recogimos en décadas anteriores) como:

Brand, Stewart; Latour, Bruno; Oxman, Neri; Haraway, Donna; Fuller, Buckminster; Morin, Edgar; Wilson, Edmund Oswald; Minsky, Marvin; Turkle, Sherry; Doudna, Jennifer, Kelly, Kevin; Wurman, Richard Saul; Sagan, Carl; Margulis, Lynn; Boeri, Stefano; Mancuso, Stefano; Dawkins, Richard; Diamond, Jared; Goodall, Jane; Ive, Jonathan; Norman, Donald; Mead, Margaret; Beer, Stafford; Illich, Iván; Sacks, Oliver; Abrams, J. J; Sheldrake, Merlin; Lynch, David; Maturana, Humberto; Pavolvsky, Eduardo; Asimov , Isaac; Bausch Pina ; Kauffman, Stuart; Hofstadter, Douglas; Elias, Norbert; Otlet, Paul; Wolfram, Stephen; Sagmeister, Stefan; Jansen, Theo; Capra, Fritjof; Pentland, Alex; Devlin, Es; Piaget, Jean; Lovelock, James; Eames, Charles y Ray; McLuhan, Marshall; Smil, Vaclav; Forshyte. William; Deleuze, Gilles Von Neumann, John; Maeda, Joh; Bartra, Roge; Koons, Jeff; eynman, Richard; Kepes, Gyorgy; Darwin, Charles; Baldassari, John; Mandelbrot, Benoit; McQueen, Alexander.

Vieron. La lista es opípara, congrega a una cantidad impresionante de científicos, artistas, humanistas, diseñadores, estrategas, futuristas y varios categorías más de personas e instituciones, que tienen muchos elementos en común (y otros no tanto), pero que coinciden en su producción, visión y propuestas antidisciplinarias, para-institucionales, y en muchas casos disruptivas.

Tan fuerte es su impronta, y con tanta sutileza han redibujado lo que nuestros cinco padres tutelares nos habían inculcado, que no hay línea que escribamos, acción que emprendamos, sugerencia que demos o planteos que se nos ocurran que no esten enraízadas en los suyos.

 

Teníamos que abrir con este preámbulo tan largo, para poner en contexto nuestra participación en un proyecto desarrollado por la Universidad Siglo XXI en Córdoba, encabezado por su vicerrector académico Pablo Rivarola. Se trata de una iniciativa que busca congregar a 1000 escuelas innovadoras en la Argentina.

No es el primer intento -ni será el último- buscando agrupar aquellas instituciones escolares tanto de nivel inicial, primario o secundario, para que optimicen sus recursos, se abran a la escucha de la demanda mutante de sus alumnos, y abreven en experiencias exitosas desarrolladas en escuelas aledañas. Pero sobre todo que puedan sumar una masa crítica importante de docentes, directivos, alumnos, padres y demás actores del proceso de aprendizaje, para revertir la actual decadencia y analfabetismos varios, la inexistencia de una visión de futuro, y la incapacidad de hacer diseños institucionales tendientes a vivir en un mundo con sorpresas.

De los maestros pensadores a los abrecamino hacedores

En las últimas décadas se han hecho varios inventarios de redes de escuelas innovadoras. En general se trata de viajes, visitas decididas para los navegantes por recomendaciones boca a boca, sugerencias de actores involucrados, señalamientos disparados a partir de diferenciales notorios respecto de los que es la media educativa.

Entre los mas interesantes que conocemos están

Hernando, Alfredo El Viaje a la Escuela del siglo XXI Ariel, 2016.

García-Ajofrín, Lola Gigantes de la Educación. Lo que no dicen los rankings. Ariel, 2017.

Remitimos asimismo a numerosas redes de escuelas innovadoras que incluyen espacios fuera de serie en América Latina y España, que agrupan instituciones educativas comprometidas con enfoques disruptivos centrados en el desarrollo integral del alumno como la Red de Escuelas por el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP); Escuelas Changemaker Transformadoras de Ashoka; Red de Escuelas Rurales de América Latina; Movimiento Amara Berri; Red KIP

Vale la pena sumergirse en esos inventarios y análisis de caso porque seguramente mucho de lo que se hace ahí podrá ser asimilado e internalizado por las escuelas de la red. No importa si llegamos a 100, 500 o 1000.

Uno de los puntos fuertes del encuentro del pasado viernes fue justamente familiarizarnos con la red de 40 escuelas Foro de los Futuros de la educación que gira en torno a colegios catalanes vinculados a la UNESCO a la que pertenece el Instituto Angeleta Ferrer que dirige Boris Mir y que nacó de la participación en el Programa Escola Nova 21 .

BORIS MIR Escuelas innovadoras en Barcelona – Noviembre, 2024 [Aquí esta la presentación que hizo Boris]

Con el enorme poder que nos da la gran enciclopedia de lo existente que es Internet, hoy podemos acceder fácilmente a redes, a escuelas específicas, a métodos encarnados, a ejemplos líderes y portarlos fácilmente a nuestras aulas.Mucho bueno está la vista y a la mano.

En el transcurso de la jornada las visitas a distintos espacios de la siglo XXI, talleres y ejercicios fueron dando forma a nuevos entrecruzamientos y alianzas potenciales. Encuentros que se habían iniciado virtualmente culminaron con este gran presencial del viernes pasado.

Pero a su vez preocupaciones más amplias nos hicieron sonar algunas alarmas y sugirieron algunos caminos que habría que entrelazar con los proyectos puntuales para no ser presa de hechizos, caer en la tentación de los paradigmas polisémicos o quedar subidos a escaleras que conviene arrojar por la borda una vez atravesados sus peldaños.

La escalera de Wittgenstein 

“Mis proposiciones sirven como elucidaciones en el siguiente sentido: cualquiera que me entienda, eventualmente las reconocerá como un sinsentido, cuando las ha usado –como escalones– para subir más allá de ellas. (Él/la lector/a debe, por así decirlo, tirar la escalera después de que la ha escalado.) Debe trascender esas proposiciones, y entonces verá el mundo de manera adecuada”

Había estado ya antes en este hermoso campus frente al aeropuerto de la ciudad de Córdoba en marzo de este año con motivo de la inauguración del año lectivo de la mano de una presentación sobre Polímatas y temas conexos.

En esta ocasión finalmente no utilizamos ninguna de las tres o cuatro presentaciones que podían haber ayudado a orientar a los presentes en el diseño de sus proyectos, sino que preferimos con las autoridad de la Siglo XXI y el propio Pablo, mantenernos en un esquema dialógico y conversacional, al que salpimentamos con dos o tres minipresentaciones ad hoc, dándole carnadura al intercambio verbal vía imágenes contundentes y videos llamativos que interpelaron a la audiencia con energía desparpajo y engagement.

Como le comenté a Pablo  cuando Thomas S Kuhn publicó La estructura de las revoluciones científicas ¡¡en 1962!! , una de las palabras claves que conformó el núcleo de su propuesta innovadora fue paradigma. No había pasado mucho tiempo desde que la tinta se había secado de la segunda edición de su obra en 1967, para que una exegeta como Margaret Masterman (1970) descubriera qué había 24 acepciones diferentes de la palabra en EEC muchas veces con sentido contradictorio.

Pero había un problema (en el que me vi metido muchas veces en mi carrera) que era ¿cómo hacer propuestas operativas factibles, creíbles y poderosas, arrinconados como estamos con un término como «innovación educativa» a la cual el paso del tiempo la ha desgastado inevitablemente?

No sé si podemos hablar de 24 sentidos distintos de la palabra innovación, pero lo que sí podemos afirmar con convicción es que se confunden en su (ab)uso dos cuestiones totalmente diferentes: una técnica y otra política. Una que remite a la eficiencia y la otra al bien público (minoritario). Una que hace familia de palabras con disrupción y otra convertida en palabra-fetiche (tema que inventariamos en Teo/teleología de la innovación).

Todos adorábamos a la innovación y entonces llegaron Eduard Aibar y sus aguafiestas

La innovacion (disruptiva) hace mucho que ha dejado de ser un proceso técnico y científico para convertirse en un imperativo social y cultural. Ha devenido en una varita mágica y un aceite curalotodo (snakeoil) -siendo uno de los mas actuales ejemplos de análisis que la cuestionan (sobretodo por su secuestro a mano de las GAFA) el de Ezrachi, & Stucke, (2022).

La innovación se ha convertido en una ideología dominante que permea todos los aspectos de la sociedad, no solo en la tecnología y la economía, sino también en áreas como la cultura, la educación y la política. La innovación es promovida como un valor incuestionable, que se considera necesario para el progreso y el bienestar, independientemente de su contenido o impacto real.

Esta promoción (en manos de los propagandistas de la High-Tech y de sus voceros asociados, como si de visitadores médicos de avanzada se tratara) resulta en un «culto» a la innovación, que prioriza la novedad sobre la funcionalidad o el valor social y ético.

Esta obsesión por innovar (mejor dicho por mencionar a la innovación, mas que por efectivamente ponerla n práctica) ha cambiado las estructuras y culturas organizativas. En el ámbito político, los gobiernos y las políticas públicas están cada vez más centrados en promover la innovación sin necesariamente evaluar sus efectos a largo plazo o su sostenibilidad.

Uno de los rasgos mas llamativos del turbocapitalismo actual es precisamente hacer crecer exponencialmente el PBI y concurrentemente las desigualdades (Dorling, 2019; Rushkoff, 2022). Las tecnologías “innovadoras” no siempre benefician a todos por igual (cada vez lo hacen menos); a menudo están orientadas hacia mercados que ya son privilegiados (o cautivos), dejando atrás a los sectores más desfavorecidos.

Genealogías siempre sobran (aunque se las desconoce)

Para cualquier que haya puesto los piececitos en el vasto océano de la literatura STS Science and technology studies (los estudios de casos se iniciaron en la década de 1960; la monografía de Ludwik Fleck [1935] Génesis y desarrollo de un hecho científico, anticipó muchos de estos temas clave mucho antes. En la década de 1970, Elting E. Morison fundó el programa de ciencia y tecnología en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), las críticas actuales de Aibar entroncan con ese medio siglo de investigaciones .

La innovación no es solo sinónimo de progreso, sino también un fenómeno con implicaciones sociales, éticas y culturales. Aquí algunos de sus más relevantes cuestionamientos los señalaron em su momento autores como David Noble en Forces of Production: A Social History of Industrial Automation (1984), donde se revelaba que las industrias no siempre responden a una lógica de mejora del trabajo o de la eficiencia, sino que también están influenciadas por intereses económicos y de control social.

Otro tanto ocurrió con otro de nuestros favoritos Langdon Winner The Whale and the Reactor: A Search for Limits in an Age of High Technology (1986), quien cuestionaba el entusiasmo sin límites por la tecnología y la innovación, sugiriendo que muchas innovaciones tecnológicas llevan consigo efectos políticos y sociales imprevistos [«los artefactos tienen política»].

La lista se extiende a los aportes de Richard Sennett en The Corrosion of Character (1998); los de Shoshana Zuboff desde In the search of The Smart Machine (1988) hasta llegar a su reciente La era del capitalismo de vigilancia (2018), y se eslabona mas que bien con las criticas al «solucionismo tecnológico» de Evgeny Morozov desplegado en To Save Everything, Click Here: The Folly of Technological Solutionism (2013) y las propuestas de «tecnología responsable» de Sheila Jasanoff en The Ethics of Invention: Technology and the Human Future (2016).

Todo lo anterior sin mencionar aún los ínclitos aportes de Daniel Innerarity en mas de una decena de publicaciones (la mas recientes La sociedad del desconocimiento (2022) y una de lo mas prescientes El futuro y sus enemigos (2009)), donde insiste en que los cambios tecnológicos requieren de un debate democrático y ético para evitar que los avances de la tecnología generen consecuencias negativas para la sociedad.

Porque Innerarity se centra de forma explícita en el impacto de la tecnología y la innovación en la democracia. Mostrando que la tecnología está transformando la forma en que se toman decisiones, a menudo sin una participación adecuada de la ciudadanía. La innovación debe democratizarse y los ciudadanos deberíamos tener voz sobre cómo se desarrollan y se utilizan las tecnologías, en lugar de que estas decisiones queden en manos de élites tecnocráticas o empresas privadas o de sus lobbistas en el congreso o peor aun de ignorantes totales en estos menesteres como suele suceder.

La tecnología no es neutral; es una herramienta que puede ser usada para crear inclusión o exclusión. Por eso Innerarity introduce el concepto de «ética de la precaución» con respecto a la tecnología y la innovación. Argumenta que, en un mundo lleno de incertidumbre, se necesita una actitud de cautela y de regulación de las innovaciones antes de que se apliquen de forma amplia (algo que se ignoró olímpicamente en el caso de las Inteligencias Artificiales Generativas).

Como lo dice mas que bien el trailer de Edgers de Alfons Cornella y David Boronat No necesitamos nuevos líderes o directivos sino

Edgers: Profesionales que no se conforman en aceptar el presente tal como es, y llevan a sus organizaciones hacia el futuro
Framers: Expertos en el arte de crear marcos mentales para interpretar y resolver problemas complejos.
Rangers: Generalistas que triunfan en un mundo especializado
Polimatas: Capacidad de alcanzar la excelencia en el hacer/pensar en varias áreas del conocimiento buscando su unidad.

En la danza de estas categorías se abren nuevos mundos de aprendizaje, poco importa si los generan «escuelas innovadoras» o como queremos que se llamen. Hhace rato que ha llegado el momento de hacer y de dejar de decir: show don’t tell.Evitemos que la palabra innovar corra el mismo destino que paradigma. A lo mejor dejando de usarla :-).

Referencias

Aibar, Eduard El Culto de la innovación. Red Ediciones, 2023
Bridle, James. Modos de existir: Más allá de la inteligencia humana. Galaxia Gutenberg, 2024.
Burke, Peter. El polímata: una historia cultural de Leonardo da Vinci a Susan Sontag. Alianza Editorial, 2022.
Cukier, Kenneth et al Framers. La virtud humana en la era digital. Turner, 2021.
Dorling, Danny Inequality and the 1%. Verso, 2019.
Masterman, Margaret «The Nature of a Paradigm». En Lakatos, I. & Musgrave, A. (Eds.) Criticism and the Growth of Knowledge, 1970.
Epstein, David. Amplitud. Por qué los generalistas triunfan en un mundo especializado, Empresa Activa, 2021.
Ezrachi, Ariel & Stucke, Maurice E. How Big-Tech Barons Smash Innovation and How to Strike Back. Harper Business, 2022.
Innerarity, Daniel El Futuro y sus enemigos.Planeta, 2009.
Innerarity, Daniel La sociedad del desconocimiento. Galaxia Gutenberg, 2022.
Rushkoff, Douglas Survival of the Richest: Escape Fantasies of the Tech Billionaires. W. W. Norton Company, 2022.

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